sábado, 25 de enero de 2014

Capítulo 33. Seis días. Tercera parte.

"La luz de la luna se reflejaba en su cara, mientras, su mirada profunda invadía mis pupilas mientras me acariciaba el hombro." Gema.

No había manera de encontrar el conjunto perfecto. La chicas también estaban nerviosas. Era una cita muy importante porque no paraba de repetirme que en seis días todo acabaría. Y tenía razón. Era muy importante. Al final me decidí por un conjunto que me gustaba llevar cuando salía. Era una diadema roja, unas gafas de sol rojas también, una camiseta blanca con un dibujo negro con el hombro caído, unos shorts vaqueros, un cinturón rojo, unas cuñas negras y un bolso moca.

-Vale, creo que ya está perfecto.
-Te queda muy bien. - dijo Estitxu.
-Sí, la verdad es que mola mucho. - dijo Irantzu.
-Pues nada, voy ha llamar a Jon a ver si...

No había terminado de hablar cuando sonó el móvil. Era Jon.

-¿Sí?
-Gema, ¿dónde estás? Llevo esperando media hora.
-¿¡Media hora!? - dije mirando el reloj con una posesa.
-Sí.
-Lo siento, de verdad. Perdona. Es que... Estaba con las chicas. - Estitxu e Irantzu me miraron con una cara... Me empezaban a decir que colgara con señas porque querían hablar conmigo. Mientras yo me iba yendo y al final salí de la casa y colgué. Bajé las escaleras corriendo y a poco me caigo por las cuñas. Al llegar abajo saqué el móvil y puse en el grupo con Estitxu e Irantzu "Lo siento". Guardé el móvil y llamé a Alex, me dijo que fuera a la playa. Y allí fui.

-¡Hola! - dije mientras me quitaba las cuñas para entrar en la playa.
-Hola, Gema.
-Siento haberte echo esperar...
-No pasa nada.
-Es que he tenido problemas con el vestuario... Jajaja.
-Pues vas perfecta.
-Gracias.
-Aunque claro, tú siempre vas perfecta.
-Gracias. - dije mordiéndome el labio inferior esta vez.

Estábamos sentados en la playa, sobre una toalla mirando el mar. No sabía qué decirle, y creo que él tampoco sabía qué decirme. Contemplamos las olas durante un rato y entonces, los dos nos giramos a la vez y dijimos "¿Sabes?".
-No, tú primero. - dije riéndome.
-No, por favor. Las damas primero.
-Vale. ¿Sabes? Lo que más voy ha echar de menos cuando me vaya, será el mar.
-¿El mar? Yo tengo claro que te voy ha echar de menos a ti.
-Y yo. Pero... El mar. Lo voy a añorar mucho.
-¿Y eso?
-Pues es que, jamás había respirado la brisa marina durante tanto tiempo. Nunca había estado en una playa tan tranquila, menos a las siete, - Jon se rió. Sabía de qué hablaba. - nunca había pasado tanto tiempo de vacaciones en la playa. Y además, cada vez que veo el mar, me acuerdo de ti.
-¿Ah sí?
-Sí. Porque te conocí gracias a él. Lo hemos pasado genial en él. Y ahora, estamos otra vez delante de él.
-Tú te acordarás de mí cuando te vayas de vacaciones a la playa, yo te recordaré siempre.
-Jon... Sabes que me gustaría cambiar las cosas pero no puedo. Además, vamos a pasarlo bien que no quiero recordar este verano como "la trágica historia del amor imposible". Que a fin de cuentas está siendo posible aunque me sienta fatal, de vez en cuando.
-Gema, si le quieres, te sentirás bien cuando todo acabe. Pero por favor, ahora que estás conmigo, quiéreme a mí.

Sus palabras me hicieron sumirme en mis pensamientos. No podía dejar de pensar. Incluso me daba por recordar frases de las clases de filosofía. Pero mientras tanto, su mirada se colaba por cada rincón de mi alma a través de mis ojos. Él, se iba inclinando sobre mí, y yo, me iba alejando hasta que con la mano toqué el borde de la toalla y un poco de arena. No podía dejar de mirarle y solo pude pronunciar una palabra "Bésame". Entonces, me besó con energía. Puse las dos manos apoyadas en la arena y me quedé mirando hacia arriba. Aunque todo lo que veía era la cara de Jon, muy muy cerca. Cerré los ojos y me limité a disfrutar del beso. Entonces, vino a mi memoria aquel sueño que había tenido con Jon. Era exactamente igual, la misma energía, las mismas caricias... Dana lo habría llamado "premonición". Pero al acordarme de Dana, pensé en Anaís y en Alex... Entonces, separé a Alex de mí con una mano y separé mis labios de los suyos. Me miró preocupado y yo simplemente le dije "No tan rápido". Él se limitó a reincorporarse y yo hice lo mismo.

Guardé la diadema, las gafas y las cuñas en el bolso. Afortunadamente cabían. Cuando dejé el bolso vi que Jon me estaba mirando una sonrisa tan dulce... Que quería comérmelo a besos. Me recogí el pelo por detrás de la oreja y al apoyar de nuevo el brazo, el hombro de mi camiseta se bajó. Miré a Jon con cara de "¿Qué estamos haciendo?" y él me respondió con una cara de "Ni idea". Entonces, sopló una ráfaga de aire que nos llenó la ropa de arena. "¡Mierda!" grité yo. Nos levantamos y empezamos a sacudir la ropa. Entonces, paramos, nos miramos, nos reímos y seguimos sacudiendo nuestras camisetas.
-Yo casi que me la voy a quitar. - dijo Jon. - Puedes mirar, si quieres. - dijo riéndose. No pude evitar reirme con él. - ¿Por qué no te la quitas tú? - me dijo. Me quedé sorprendida, así que me hice la tonta y le dije - Es que no llevo el bikini. - Obviamente no llevaba el bikini, era una cita por la noche y la verdad era que no estaba en el plan bañarnos de noche. Pensé que no colaría, pero coló.
-Bueno, pues quédate así, hecha un Cristo.
-Jajaja. Tranquilo, sobreviviré.
-¿Segura? - dijo con ironía.
-Sí, creo que podré soportarlo. - dije también con ironía. Nos reímos y entonces él me besó. Me pilló despistada y esta vez no pude resistirme. ¿Acaso no había soñado con ese momento? Literalmente.

Puse mis brazos por detrás de su cuello mientras él me sujetaba de la cintura. Arrastré la mano izquierda hasta su pecho y la derecha hasta su hombro. Él en cambio,  subió las manos y lentamente, me quitó la camiseta. Entonces, lo solté y bajé las manos hasta mi pantalón. Desabroché el botón y la cremallera. Sentí como mi corazón palpitaba tan fuerte como cuando choca una bala de cañón, y estábamos tan juntos, que pude sentir el suyo. Apoyó su frente con la mía, bajó las manos y empujó mis shorts para que cayeran del todo al suelo. Me libré de ellos con un ligero movimiento de pies y él me cogió de la cintura muy fuerte. Lentamente, me fue dejando sobre la toalla y él encima mío. Entonces, me besó y cerré los ojos. Sentí como algo, probablemente sus manos, me quitaban la ropa interior. Dejó de besarme y abrí los ojos. En esos segundos, se había quitado su ropa interior. Me besó y volví a cerrar los ojos. Dejó de besarme y acercó sus labios a mi oreja. Susurró "¿Lista?". Y yo dije "Sí".

Noté como todo comenzaba. Sentí dolor y placer al mismo tiempo. No sabía como reaccionar, en parte ya pensaba que eso iba a pasar, pero en parte esperaba que no. ¿Pero qué era lo que realmente quería? No podía relajarme. Era imposible. Nuestros pies se rozaban sobre la arena y noté que me gustaba esa sensación. No dejaba de pensar. "Gema, ¿no puedes desconectar por una noche?", me preguntaba a mí misma. La situación empezaba a ser incómoda. Jon notó que estaba tensa. No quería fastidiarlo. Era nuestra noche. Así que rodeé su cuello con los brazos y lo acerqué hacia mí para besarlo. Entonces, por mi cabeza pasaron unas palabras que terminaron con la tensión "Gema, ¡da igual!". Me relajé y me dejé llevar. No pude disfrutar hasta que desconecté del todo. Y fue lo que siempre había querido. Lancé una última mirada a la luna y cerré los ojos.

Me desperté en la playa desnuda con Jon abrazándome. Todavía era de noche. Me vestí y me tumbé otra vez sobre la toalla con Jon. Cogí otra toalla y nos tapé a los dos. ¿Y si venía gente? Mejor que no vieran nada que no debían... Me giré hacia Jon y lo miré fijamente. Lo quería tanto... Busqué el reloj en el bolso. En tres minutos, sería un nuevo día y eso significaría que nos separaríamos en cinco días. Dejé las penas a parte. Lo miré y sonreí. Incluso llegué a reírme con una pequeña carcajada. Había pasado. Cerré los ojos y apenas había dejado de reírme ya me había dormido de nuevo.

Continuará...






domingo, 19 de enero de 2014

Capítulo 32. Seis días. Segunda parte.

"Una mirada, una caricia... Y el resto ya es historia." Gema.

-¿Qué debería ponerme? No me aclaro nada.
-Gema, te pongas lo que te pongas le va a gustar. - me dijo Irantzu intentando calmarme.
-Iran tiene razón, lo importante no es la ropa, eres tú. - añadió Estitxu.
-Chicas, ya lo sé, pero quiero ir perfecta...
-Ponte cualquier cosa. Todo lo que has sacado te quedaba perfecto. - dijo Irantzu.
-No sé...
-Que sí. Ya verás... Uhm, ¿qué tal esto?

Me dio la camisa rosa que había tirado al suelo hacía una media hora y los shorts vaqueros que estaban sobre la silla. Después, Irantzu me pasó el bolso marrón que había dejado en la mesa y las sandalias que había debajo del escritorio.
-Ala, ya tienes outfit. - me dijo Irantzu.
-Vaya, está realmente bien. - dije sorprendida.

Me puse el conjunto y me miré al espejo. La verdad es que ni recordaba el día que había comprado la camisa. Me gustaba mucho aunque se me notaba bastante el sujetador.
-Chicas, no puedo ir con esto. Se me ve todo.
-Ese es el truco. - dijo Estitxu riéndose.
-No quiero que piense que quiero... ya sabéis.
-¿Y eso? - preguntó Irantzu.
-Por si no lo recordáis, tengo novio. Puedo tener citas con él en plan... más que amigos pero eso otro, ya no.
-Pero... ¿entonces por qué sales con él? No entiendo esa política tuya. - dijo Estitxu. ve
-Pues a ver, no puedo negar que Jon es muy importante para mí y que quiero estar con él mientras esté aquí, pero quiero a mi novio y no voy a dejarlo por un amor de verano pero... ¿Cómo voy a volver como si nada con él después de haberme acostado con Jon?
-Joder, chica, lo tuyo es un drama gordo. - dijo Irantzu.
-Ya te digo... Pero bueno, - dije girándome al espejo - después de esta cita, y seis días, todo acabará.

Sonó el timbre. Irantzu se levantó del suelo corriendo y fue a abrir la puerta mientras gritaba por el pasillo.
-¡Ya está aquí! ¡Ya está aquí!
-¿Qué está pasando? - pregunté a Estitxu que seguía manoseando una blusa.
-Mi hermana es toda una fan de los helados... - respondió dejando la blusa en la cama.
Entonces, Irantzu entró en mi habitación con tres helados enormes con frambuesas por encima.
-¡Dios mío! Son los helados más grandes que he visto en toda mi vida. - dije cogiendo uno.
-Gracias, son cortesía de mi padre. Es muy amigo del dueño de la mejor heladería de... ¿toda España?
-Jajaja. - reímos todas.
Entonces, me manché la blusa.
-¡Mierda!
Miré el reloj, solo quedaban dos horas para la cita.
-¡Mierda, mierda, mierda!
-Joder, tía, tienes una suerte... - dijo Irantzu.
-¿Y ahora qué?- preguntó Estitxu.
-Pues, - me levanté y dejé el helado - tengo que cambiarme de ropa, y rápidamente.

Continuará...

viernes, 17 de enero de 2014

Capítulo 31. Seis días. Primera parte.

"Y por una vez, me pongo sentimental, y digo que aquella noche, sentimos la magia de una noche de verano". Gema.

Después de un largo día incomunicada, me levanté y encendí el móvil. Enseguida me llegaron como unos cuarenta WhatsApps y me puse a leerlos. Unos cuantos, eran de Anaís y Dana en nuestro grupo, que decían que estaban muy contentas porque quedaban solo seis días para vernos. En parte me alegré y en parte entristecí. Quería verlas, pero no quería dejar Vizcaya. No quería olvidar a mis nuevos amigos. Además, habíamos vivido tantas cosas... Seguí leyendo los Whatts y vi que tenía otra buena hilera de mensajes en el chat de "Alex♥". Antes de leerlos, me sentí fatal ¿Qué iba ha decirle? Hola, te quiero mucho. ¿Y después? ¿Qué iba ha hacer después? ¿Irme con Jon por ahí? Estaba claro que eso de no decirle nada me estaba matando. Quizá era porque no me había parado a pensar en que lo que estaba haciendo, era simplemente ponerle los cuernos. Abrí la bandeja del chat y leí todos los mensajes. La mayoría de los mensajes eran cosas como: "Te quiero mucho", "Te echo de menos", "Ojalá estuviéramos juntos", "Hace mucho que no hablamos", "Quiero verte", "No puedo esperar seis días. Y sí, llevo la cuenta.", "Te recuerdo que en cuanto vuelvas me iré yo. Deberíamos tener más días para nosotros...", "Ojalá supiera conducir para ir a verte.", y cosas de ese estilo. Está claro que eso de que quería venir me ponía los pelos de punta... Pero él lo había dicho: No sabía conducir. Seguí leyendo los WhatsApps y me llevé una sorpresa al ver que Ángel me había respondido. Me había dicho "Hola. Siento no haber hablado mucho contigo... Estaba ocupado...". Y no pude evitar responderle "Tranquilo. Yo también he tenido mis movidas". No quería que él se sintiera culpable siendo que yo tampoco  había caído en que no hablaba con él desde hacía unos días.

Apagué el móvil y lo tiré a la cama. Salí al balcón y me quedé mirando a la playa, que se veía a lo lejos como siempre. Realmente me quedaban seis días. Eso de llevar la cuenta atrás me deprimía muchísimo. Tanto, que entonces pensé en Alex y en que dentro de seis días iba a ser suya y solo suya. Pero en realidad no era eso lo que me deprimía tanto, sino el no volver a ver a Jon jamás. Miré al reloj. Eran ya casi las diez, así que me vestí con el típico outfit playero (una camiseta de tirantes azul clara y unos shorts vaqueros con una flor hawaiana en el bolsillo) y fui derechita a la caseta.

Al llegar, abrí la puerta y vi justamente a quien quería sentado en el sofá: a Jon. Me acerqué, lo besé y me senté su lado. Estaba deprimido, ¿pero por qué?
-Jon... ¿estás bien?
-Emm, sí bueno. No.
-¿Y eso?
-Venga ya. No hagas como que no lo sabes.
-Te lo digo en serio - dije muy seria - no tengo ni idea así que sé claro.
-Te vas en seis días...
-Buff. ¡Qué susto! Pensaba que me ibas ha dejar o algo así.
-¿Dejarte¿ ¿Por qué?
-Bueno... Ayer no te hablé.
-A ver, me imagino que estarás mal.
-¿Y como es que te lo imaginabas?
-Pues... porque por mucho que me quieras, tú tienes novio y le estás poniendo los cuernos y...
-Calla, calla. - le dije para que me dejara hablar - Ese asunto ya lo hemos hablado myself and I así que no te preocupes porque pienso estar genial contigo hasta que me vaya... Aunque me fastidie.
-Mira, - dijo girándose hacia mi - no te voy ha obligar.
-No pasa nada. De verdad.
-Gema, sé que lo estás pasando mal. Y... ¿recuerdas lo que pasó la última vez que te fuiste a reflexionar?
-Perfectamente.
-Pues eso.
-Tranquilízate, ¿vale? Ya he hecho las paces con las rocas y todo está bien.
-Pues me alegro pero... Yo también tengo algo que opinar.
-Pues dilo sin más.
-Me vas a llamar egoísta...
-Dilo.
-No quiero que dentro de seis días tengamos que olvidarnos.
-Jon, no te voy a olvidar nunca.
-¿Y qué vas ha hacer sino? ¿Salir con ese otro, que claramente te gusta, recordándome? ¿Casarte y pensar en mí?
-Para el carro. No digo que me vaya ha hacer monja ni nada de eso. Y cada uno rehará su vida pero, ¿no quieres que nos recordemos siempre?
-No lo entiendes. Yo no quiero recordarte siempre y que mientras yo te recuerdo, otro esté viviendo contigo.
-¿Sabes? No eres egoísta.
-No era eso lo que quería oír.
-Lo siento, pero ¿qué puedo hacer yo? ¿Qué querías?
-Tienes razón. Por eso... ¿quedamos esta noche?
Hubo un silencio horrible. Él me miraba fijamente a los ojos. Y yo intentaba esquivar su mirada mirando en otra dirección, pero me era imposible. Pensé que si pretendía hacer algo eso ya me mataría. Una cosa es ponerle unos cuernos pequeñitos a Alex y otra cosa era acostarme y todo con otro. No podía hacerle eso a Alex, pero tampoco podía decirle que no a Jon... Así que le dije:
-Sí.

-Perfecto. - dijo Jon. Acto seguido, se levantó, me dio un beso en la mejilla y se fue la mar de contento por la puerta. Y mientras, yo, me sentía mal no: lo siguiente.
Y me fui a casa, preparar algo que ponerme y ha hablar con las chicas.

Continuará...

miércoles, 8 de enero de 2014

Capítulo 30. Siete días.

"¿Por qué nos convencemos de que el amor es difícil? A ver, puede serlo pero somos nosotros mismos quienes lo hacemos difícil." Gema.

Después de aquel sueño, lo que menos me apetecía era ver, hablar, cualquier cosa que fuera interactuar con Jon. ¿Cómo iba a mirarle a la cara? ¿Y qué le iba a decir? ¿"Hola cariño menudo polvo imaginario"? ¡Ni de coña! Y lo peor era que estaba segura de que al día siguiente iba a llamarme. Sí, iba a llamarme, porque era su novia y me quedaban... ocho días con él... Pero era lo que menos me apetecía. Se me caía la cara de vergüenza solo con mirarme en el espejo. "Eres una mierda", me decía a mí misma, mirándome muy seriamente a los ojos. Decidí echarme a dormir. ¿Por qué no? Lo mejor era hacer que ese día acabara ya.

Me levanté con ganas de nada. No desayuné. No hice nada. Me quedé sentada en el sofá mirando la tele apagada. De tanto mirarla, pude fijarme en que se veía y me reflejo. Me estuve observando unos minutos y al final pensé "Me quedan siete días aquí. Vamos a aprovecharlos". Me levanté y salí a correr. Como siempre con mi música movidita para quemar calorías. Había incorporado un poco de skrillex y dubstep, no sé por qué me dio por esa música. Recorrí toda la playa al ritmo de... ¿las batidoras quemadas? Sí. Vi la caseta del socorrista, el chiringuito de los zumos... y al final las rocas... Aquellas rocas... No tenía buenos recuerdos de ahí pero, había corrido mucho y pensé que lo mejor era hacer las paces con las rocas.

Me subí a la más alta y me senté. Mirando al horizonte, aburrida pero asombrada a la vez por el infinito del horizonte. Cerré los ojos y me puse la capucha. Me encantaba ese olor a sal, la brisa marina... Era una de las muchas cosas que iba a añorar de Vizcaya. Jamás pensé que me gustaría tanto un sitio como mi propia casa, mi ciudad, mi parque... Pero claro, en lugar de mi casa tenía el apartamento que me encantaba, en lugar de mi ciudad tenía la playa y en lugar del parque, la plaza. Me encantaba aquel lugar. No quería irme nunca, quería que ese mes, ese verano, durara para siempre. Aunque parte, echaba de menos a mis amigos. Pero aún así, habría sido perfecto.

Cuando las rocas y yo habíamos forjado nuestra amistad, fui caminando al borde del agua por la arena. Con mis Vans en la mano y los calcetines en el bolsillo, sintiendo la arena entre los dedos. De repente, algo interrumpió mi trance. Mi móvil vibró, tenía un WhatsApp. Lo miré y era Jon. No me apetecía nada verlo, así que le dije que ese día quería estar sola. Gran error. Eso provocó que se interesara más todavía en verme. Se supone que debería gustarme o algo así, y de normal lo habría hecho, pero no ese día.

Volví al paseo y me puse las Vans. No había conseguido librarme de toda la arena así que fui al apartamento. Cada vez le estaba cogiendo más cariño. Era como mi segundo hogar, y me encantaba. Subí las escaleras rápidamente para llegar cuanto antes y quitarme los zapatos. Llegué y así lo hice, me quedé descalza y empecé a bailar como si nada. Me sentí loca y especial al mismo tiempo. Quería ese día para mí sola.

Continuará...
Para Paula, que hoy se ha leído toda la novela. Felicidades guapa, has leído treinta capítulos en un día.

sábado, 4 de enero de 2014

Capítulo 29. Ocho días.

"De una nube, de una nube tengo que saltar para dejar de pensar en él." Gema.

El día había transcurrido de lo más normal. Ya eran las siete de la tarde y no había echo nada interesante. Me había levantado y había desayunado. Después había estado un rato en WhatsApp hablando con Estitxu e Irantzu y después con Jon. Lo típico. Después había hablado con Anaís y el resto por teléfono y claro, me sentía mal con lo que estaba pasando, pero al ver el calendario, me di cuenta de que lo mejor era que no se enterara. Todo acabaría en ocho días. Taché el día con mi rotulador rojo. Después, estuve viendo el resto de chats de WhatsApp y me llevé una sorpresa: hacía muchísimo que no hablaba con aquel chico, Ángel. Así que le mandé un "hola". Y así todo el rato. Hablando con gente.

Mis padres, estaban muy ajetreados, se pasaban el día de aquí para allá y aún así no les daba tiempo a ver todo. Iban como locos haciendo tour aquí, tour allí, exposición aquí... Y mientras, yo, me aburría un día cualquiera. Todo parecía estar genial. No había ningún problema y parecía que iba a poder disfrutar de los últimos ocho días con mis amigos.

Eran las siete... ¿qué podía pasar? Nada, todo estaba en calma, para ser la hora que era. Salí al balcón. En esa plaza solía haber gente siempre, pero no aquel día. Era como si en vez de las siete fueran las doce. No había nadie, ni niños jugando, ni ancianas charlando... Nadie. Todo parecía un cementerio. Todo estaba tranquilo... Tanto que me entró el sueño, y me fui a dormir una siesta.

Me desperté con un jaleo tremendo. Parecía que toda la gente de Vizcaya se había amontonado en la pequeña plaza. Salí al balcón discretamente y vi a un montón de gente haciendo una fiesta. De repente, la música empezó a sonar y la gente invitaba al resto a bailar. Entonces, me peiné y bajé a bailar con todos. No tenía ni idea de que hoy hubiera fiesta. No había nadie conocido, cosa fácil ya que solo conocía a unas pocas personas. Me dejé llevar bailando una de mis canciones favoritas "Timber" y me choqué con alguien. Al darme la vuelta dispuesta a descargar mi rabia sobre esa persona, vi que era Jon.
-¿Jon?
-¿Gema?
-¡Sí! No sabía que vendrías a la fiesta.
-Ni yo, bueno, no sabía ni que había fiesta.
-Jajaja. Bueno, ¿bailamos
-Claro.

Estuvimos bailando hasta las diez. No era muy tarde pero estaba cansada así que saqué las llaves del bolsillo y me fui hacia la puerta. Al final el día había sido divertido. Pero estaba molida así que encajé la llave, la giré y entonces, Jon me abrazó por detrás. Supe que era él al instante. Acercó sus labios a mi oreja y susurró:
-¿No me vas a invitar a subir?

Automáticamente abrí la puerta, agarré su mano y tiré de él haciéndole ver que mi respuesta era un "sí". Subimos las escaleras de la mano y al llegar a la puerta, me agarró por la cintura. Apenas había reaccionado cuando él me estaba besando y yo, estaba contra la pared. No sabía cómo había empezado, pero me dio igual. Metí la llave a ciegas, ya que tenía los ojos cerrados y estaba al lado de la puerta besando a Jon, y nos metimos. Ni siquiera me di cuenta de si se había cerrado la puerta. Estábamos en el pasillo, me aparté de él y le miré a los ojos, ¿qué estábamos haciendo? Me escapé por debajo de sus brazos hasta el salón, y me pareció muy raro que no se escuchara la música de la fiesta. Me tiré en el sofá, esperando que nos besáramos o algo, pero en lugar es eso, él se puso encima mío y comenzó a besarme. Nos levantamos hasta estar sentados mientras nos besábamos. Me sentí lanzada, así que me senté encima de él y me quité la camiseta. Le miré a los ojos y le vi decidido, así que también se quitó la camiseta. Nos besamos y dejamos que todo siguiera su curso. Estábamos excitados, pero no parecía real. Era... diferente a otras veces, no sentía su calor. Tan solo me gustaba. Así que seguimos hasta que nos quedamos dormidos.

Al despertarme, estaba vestida. No entraba luz por la ventana. ¿Hasta qué hora había dormido? Lo raro era que estaba en mi cama y no en el sofá. Miré el otro lado de la cama y no estaba Jon. ¿Se había ido? Todo era... raro. Todo estaba en calma. Y no me sentía... bien. Me sentía como si no hubiera pasado nada. Me levanté y miré el reloj: eran las ocho de la tarde. Lo había soñado todo...

Continuará...