sábado, 26 de julio de 2014

Capítulo 12 (55). Helados y besos.

-Y básicamente esa es la historia - dije concluyendo mi relato.
-Madre mía, Gema. ¿Y por qué no lo habías contado? - preguntó Alberto.
-Bueno, Ana sabía parte de la historia pero la verdad es que no tengo ni idea. Además... - dije.
-¿Además? - preguntó Anaís.
-Además... queda muy poco para que tenga que irme... - dije.
Se callaron y miraron al suelo. Todos sabíamos lo que iba a pasar. Primero, llegaría allí y estaría sola, después buscaría a mis amigos o lo que sea que fueran y me llevaría alguna que otra sorpresa. Pasaría las peores vacaciones de mi vida y, finalmente, volvería para comenzar mi último año de instituto. El peor. El más difícil y estresante. De lujo, vamos.

-Puedes llamarme todos los días, las veinticuatro horas del día - dijo Anaís mirándome de nuevo.
-Llamarnos. Puedes llamarnos a los dos - corrigió Alberto a su novia.
-Vale, una cosa... ¿Os importa que haga una llamada? - pregunté levantándome de la mesa.

Necesitaba llamarlo. Necesitaba oír su voz. Si volvía a pensar en Jon una sola vez más, mi cabeza iba a explotar. Solo necesitaba oír su... "Mierda", pensé. No tenía su número de teléfono. Nunca habíamos llegado a darnos los números. "Mierda, mierda, mierda", pensé dando vueltas. Anaís y Alberto me miraban extrañados así que me puse el móvil en la oreja y fingí que hablaba con mi madre. Más tarde volví a sentarme y vi sus caras esperando una explicación.
-Tenía que llamar a mi madre porque bueno, nada, nada, son cosas suyas... Perdonadme, chicos pero creo que debería volver a casa... Voy ha llevarle un helado a mi madre... - dije levantándome de nuevo de la silla. Cogí dos helados de nata y me despedí de mis amigos. La mentira de mi madre coló, hasta que me vieron irme del parque por el lado contrario por el que se iba a mi casa.

-¿Qué haces aquí?
-Traigo helado - dije con una sonrisita falsa-. Bueno, en realidad no sé qué hago aquí.
-Pasa - dijo él.
Entré y vi el mismo pasillo que... aquella noche. La misma cocina... Dejé los helados en la mesita que había entre la tele y el sofá y me senté. Él se quedó de pie y me di cuenta de que acababa de ducharse porque tenía el pelo mojado y sólo llevaba puesta una toalla.
-Adrián... Perdona que te moleste pero es que necesitaba verte - dije.
-No pasa nada. Tú nunca me molestas -dijo sonriéndome y sentándose a mi lado.
Sonreí.
Él continuó mirándome, fijamente, con las gotitas de agua cayendo por su cara. Quería decirle algo, pero no podía. Por alguna razón me sentía intimidada y entonces, descubrí por qué. Lo necesitaba, había ido hasta allí solamente para verle. Había dejado una reunión con amigos para... sí, para verle. Lo necesitaba y al ver lo imposible que parecía todo, me sentí de piedra.
-¿Te pasa algo? -preguntó al ver el miedo reflejado en mis ojos.
-No, es solo que... - dije temblando.
Me pasó un brazo por los hombros y me acercó a él. Después, simplemente me abrazó y me dio un beso en la frente. Una vez más quería besarlo. De verdad que quería, pero simplemente, no podía. Lo abracé fuertemente y le di un beso en la mejilla. Creo que fue instantáneo, porque mi corazón se aceleró.

Rápidamente, nos miramos a los ojos y me soltó. Esta vez, me sujetó la cara entre sus manos y me besó. Lo abracé fuertemente una vez más y él me soltó la cara. Me inclinó hacia atrás mientras me desabrochaba los botones de la camisa. Acto seguido, terminé de tumbarme y él comenzó a besarme el cuello. Miré hacia la mesita y vi los helados.
-Se van a derretir - dije.
-Tranquila, podemos aprovecharlos - dijo él con una sonrisa específica. Esa sonrisa que me volvía loca. Y lo besé. Pasé mis brazos por su cuello y toqué su pelo rizado y mojado. El pasó su mano por detrás de mi cabeza y me levantó un poco. Rápidamente, aproveché el pequeño espacio entre los dos para desabrocharme los shorts y quitármelos. Después, aproveché que se giró para quitarme la camisa y, cuando me tumbé, descubrí por qué se había girado. Tenía uno de los helados en la mano y empezaba a gotearle por los dedos. Me senté y cuando me disponía para chupar el helado, me dio con el helado en la cara y empezamos a reirnos. Me dejé caer sobre el sofá y, al instante, comenzó a besarme el cuello hasta que llegó a mi barbilla, donde tenía toda la nata. Mientras me besaba. descubrí sus manos recorriendo mi espalda y después, sentí que mi sujetador ya no apretaba. Me lo quitó y lo tiró al suelo.
-Menos mal que has venido - me dijo al oído antes de... bueno, sujetar mis muñecas contra el sofá.

Nos despertamos y ya eran las nueve así que me vestí y él fue a la nevera, a ver qué tenía para cenar. Sacó unos macarrones que, aseguraba, eran del día anterior, y puso la mesa. Me senté en frente de él y entonces me dijo:
-Ten.
-Gracias - dije al ver que me estaba dejando una camiseta para que me cambiara.
Fui al baño para asearme un poco y cambiarme. Me gustaba cómo olía su camiseta y cómo me quedaba. Era enorme pero también lo más cómodo. Salí y me senté.
-Te queda bien - dijo sonriendo.
-Ya, claro. Me queda cuatro tallas grande pero me queda bien - dije después de reirme.
-Jajajaja - dijo y de repente se cayó -. ¿Qué insinúas?
Enseguida vi que se reía y me reí yo también.
-Te parecerá bonito, me había duchado y has venido aquí a fastidiar - dijo entre risas.
-¡¿Yo?! - dije entre risas -. Pues nada, a fastidiar.
Cogí el tenedor, pinché unos macarrones y le di en la nariz.
-¡JAJAJAJAJA! - exclamé.
-Serás... - dijo lanzándome un macarrón.
Seguí riéndome y le lancé un macarrón pero le di en el ojo.
-Mierda, mierda. Perdón. ¿Estás bien? - pregunté acercándome a él.
-Sí - dijo él agarrándome y besándome.
Me senté con una sonrisa y una mirada vengativa y él se rió.
-No quiero que este día acabe nunca - dije.
-Pues... hemos dormido toda la tarde... así que... ¿Salimos? -propuso.
-¡Genial! Pero... ¿Qué me pongo? No puedo llevar la ropa de antes, está sudada - dije.
-Espera aquí - dijo.

Al rato, volvió con un vestido precioso, unos tacones y un bolso negros. En el bolso había una laca de uñas, un pintalabios y una sombra de ojos.

-¿¡De dónde has sacado eso?! - grité al verlo todo.
-Mi hermana vino ayer a dormir después de una fiesta porque está pasando unos días aquí y bueno, los demás vestidos (uno para cada noche para irse de fiesta) no los ha llevado pero creo que no le importará que te lo deje. Además, lo acabo de lavar así que mañana lo lavo y listo -dijo.
-¿Tienes una hermana? ¿Dónde está? ¿Seguro que no le importará? Bueno, me parece un poco mal pero me lo voy ha poner - dije.
-Jajaja. Sí, tengo una hermana. Ha venido con su novio y hoy van a pasar la tarde y la noche con unos amigos así que no hay problema. Tranquila, que lo lavaré. Venga, póntelo.

Solo había una cosa que podía estropear el plan; que el vestido no fuera de mi talla. Pero no, el vestido me quedaba muy bien y era super bonito. "Ojalá fuera mío", pensé, "Y a saber qué más vestidos tendrá..."

Bajamos al NBM de la mano y, por una vez en mucho tiempo, sentí que el día estaba siendo perfecto. Me olvidé de todo. De ir a Vizcaya, del rollo de Alex y su hermano... Todo. Sólo quería pasármelo bien con mi chico.

Adrián me sacó a la pista de baile. Todo era nuevo para mí. Jamás me había sentido así y no exagero. Jon era el único chico que me había hecho sentir tan bien en toda mi vida. Pero luego, luego llegó Adrián.

Y de verdad que yo quería. En serio. De verdad que quería mantenerme con la actitud positiva con la que había llegado pero es que me había prometido a mí misma pasarlo bien y no pensar en Jon y ya había incumplido la promesa. Con el vestido de la hermana de mi novio... Bailando con él... ¿Acaso no era suficiente? Había peleado mucho por aquello. ¿Qué me pasaba? Y entonces sentí algo que ya había sentido antes. Sí. Lo mismo que sentí el día en que nos dieron las notas cuando Alex me preguntó por Jon: sentí que me ahogaba. Y caí al suelo.

La oscuridad no era siniestra. Al contrario: era muy confortable. Todo era confuso, pero al ser tan suave y leve, era soportable. De repente, una figura rectangular irrumpió en mi oscuridad. Era un libro. "Mi libro". Era irónico: Hace unos días, yo me identificaba con la protagonista, Ana, pero ahora ya no. Ana, precisamente, acabó saliendo de esa incertidumbre en la que se encontraba y acabó con el chico de sus sueños sin importar lo que los demás pensaran... Yo había peleado por un chico. ¿Pero era el amor de mi vida? Era demasiado joven como para determinar a una relación así "amor de mi vida". Simplemente, era que no estaba segura de haber hecho bien. Pero... ¿por qué? Ahora todo estaba bien... O no. El problema era Jon. Tenía un muy mal presentimiento sobre él. Ya no era que lo quisiera o no; era que temía que me hubiera engañado, o que hubiera cambiado y ahora fuera una persona completamente diferente. Y lo sabía. Sabía que hasta que no lo supiera no iba a poder olvidarlo. Necesitaba ir a Vizcaya, ¿pero cómo? Todavía no podía. Me pedí paciencia a mí misma. Entonces me di cuenta. "Para ir a Vizcaya, primero tengo que salir de la oscuridad", pensé. Y entonces fue cuando me sentí demasiado consciente y despierta. Y abrí los ojos.

Una figura masculina se me acercó rápidamente. Recordé el día de las notas. Cuando Alex se me acercó rápidamente en la enfermería y me hizo sonreír...
-Alex... - dejé escapar de mi boca.
Y ya está. Ya la había cagado.
La masa de gente a mi alrededor de disipó y pude ver que estaba en el baño del NBM. Sólo quedaba una persona. Y esa persona estaba mirándome fijamente.

Me incorporé y me levanté.

-¿Quién es? - preguntó seriamente.
-¿Quién es quién? - pregunté haciéndome la tonta. Sin duda ya no era Ana. La Gema de 16 años era Ana. ¿Quién era yo? Muy buena pregunta.
-Alex - respondí.
-¿Y quién es? - preguntó apretando los puños.
-Es un amigo... Seguro que te he hablado de él, de que tiene un problema y de que su hermano... - intenté explicar hasta que él habló.
-¿Por qué has dicho su nombre? - preguntó.
-¡Y yo qué sé! Adrián, es un amigo - dije nerviosa.
-¡Entiendo que sea un amigo! Lo que no entiendo es... - empezó a decir. Esta vez, yo interrumpí.
-¡Deja de rallarte por lo de los novios! Por Dios, te quiero a ti. He estado luchando por esto - dije acercándome más y cogiéndole de las manos. Se soltó.
-Gema, sé que me has sido sincera y tal... Que me has contado cosas de tus novios y eso... Pero joder, es frustrante... - dijo.
-Pero... - dije confusa. No entendía lo que me quería decir. No entendía qué estaba pasando. - ¿Sabes algo que yo no sé?
-No es eso... A ver, no es que no me fíe de ti...  - dijo mirando al suelo. Y entonces lo entendí.
Abrí mucho los ojos y di un paso hacia atrás.
-¿¡Estás insinuando que te he puesto los cuernos con mi mejor amigo?! - grité.
-No es eso... - dijo sin mirarme.
-¡Mírame! Sí, sí. Lo estás insinuando. No te fías de mi. Pero lo peor no es eso, sino que me mentiste. Tú también crees que soy una puta, incluso cuando te conté toda la historia... ¡Tú no me quieres, joder! Tú solo querías... ¿sexo? ¿O era más retorcido humillarme? - grité ya sin importarme nada ni nadie.
-¿¡Que yo quería sexo?! Gema, mírame - dijo al fin siendo él de nuevo y estirando los brazos hacia afuera -. Y ahora mírate - bajó los brazos -. Me has cambiado, y llevas el vestido de mi hermana. ¿Crees que cambiaría mi propia personalidad y dejaría ropa de mi hermana por un polvo? ¿De verdad lo crees? A lo mejor sólo estabas pensando en tí misma. Dices que no te importa lo que los demás digan, pero te importa. Dices que... dices que me quieres... ¿pero, dime, de verdad me quieres?
¿Y si él tenía razón?
¿Y si no le quería?
¿Y si yo era quien se estaba rallando?
Todos los problemas venían de Jon, de Vizcaya, del verano...
Pero eso no era del todo cierto, porque mi mejor amigo y yo habíamos perdido el contacto y ya no podía confiar en nadie. Estaba sola. ¿Y qué hay peor que una adolescente sola y loca? No estaba loca.
¿Y si... y si estaba loca... por Jon?
Muchos problemas, poco tiempo.
Y lo estaba perdiendo todo.
-¿Me quieres? - repitió Adrián haciéndome volver al suelo -. ¿O crees que ya ha sido suficiente?
No podía responder a esa pregunta. Y no era porque fuera complicado responder a eso. Sino porque ni yo misma lo sabía.
-Adrián... No te voy ha pedir que nos demos un tiempo porque no tendría sentido... Tengo muchos problemas ahora mismo. No me conoces, pero sabes un poco cómo soy y eso es más que muchas personas que me conocen desde hace más tiempo. Tú... tú has sido uno de mis mayores problemas... Pero ahora... - dije hasta que él me interrumpió.
-No hace falta que sigas. Lo entiendo. Estás liada y esta relación sin sentido es demasiado. No estamos enamorados, Gema. Teníamos problemas y nos acostamos... Nada más. Te entiendo. Entiendo que quieras dejarme y... estoy de acuerdo - dijo.
-No. Yo no iba ha decir eso - dije.
Me miró confundido y me acerqué hasta estar cara a cara con él.
-Iba a decir, que no puedo confiar en nadie. Estoy sola. Tú eres mi excepción - dije. Sonrió y me besó.

Me puso contra la pared del baño y empezó a besarme. Bajó por mi cuello hasta llegar a mi pecho. Me subió el vestido y se bajó el pantalón. Lo siguiente, fue cogerme por la cintura con un brazo y apoyarse en la pared justo al lado de mi cabeza con el otro.

Al llegar a casa, me sentí aliviada. No estaba sola.
Pero era consciente de que tenía muchas cosas por zanjar, y cuanto antes mejor. Y entonces se me ocurrió. Había sufrido demasiado ya; al día siguiente zanjaría todos y cada uno de los asuntos que me preocupaban. Sólo dejaría a Jon para el final. Quedaban días para ir a Vizcaya. Al día siguiente sería el fin de una mala etapa de mi vida.

Continuará...


viernes, 25 de julio de 2014

Capítulo 11 (54). Mi "novio" del pasado.

Anaís vino a comer.

Nos lo pasamos muy bien pero yo sabía que ella no quería solo pasar el rato. Ella quería saber quién era él. Quién era el chico que el día anterior había pasado por mi casa y al cual había tenido que ignorar. Prometí que se lo contaría. ¿Y qué mejor día que ese si aquella tarde había quedado con él?

El día anterior, lo había ignorado y él se había enfadado mucho. En efecto, teníamos que hablar, pero Anaís no podía saberlo. De hecho, me sorprendió que no reconociera su voz, ya que se trataba de su novio.

Alberto había descubierto algo de lo de Alex y yo quería saberlo. Me dijo que un día se pasaría por mi casa y justo eligió el día en el que Anaís había decidido venir. Todo genial. Quedamos en vernos al día siguiente y Anaís me había convencido para que se lo contara todo. No quería traicionar a mi mejor amigo, ¿pero qué podía hacer? Todos queríamos ayudar.

-Entonces, ¿Alex y Marco están enfadados porque saben un secreto el uno del otro y temen que el otro cuente su secreto y el secreto de Marco es que está enamorado de ti?
-Exacto - respondí a la pregunta de Anaís tras contarle todo, más o menos.
-Vaya... ¿Marco, enamorado de ti? - preguntó perpleja.
-Ya ves. Yo me quedé igual - dije.
-Gema, ¿por qué todos se enamoran de ti? ¿Cuál es tu secreto? - preguntó Anaís riéndose.
-Y yo qué sé... Ni que fuera la chica perfecta. Si por amor he hecho muchas locuras y por tonterías he llegado a desmayarme. Ya no sé si soy fuerte, frágil o bipolar, sinceramente - dije bastante desconcertada.
-Venga, que no pasa nada. Bueno, gracias por la comida pero mi madre quiere ir a comprar ropa así que... - empezó a decir cogiendo sus cosas.
-Vale. Pásatelo bien y cómprate muchas cosas - dije sin ganas pero de verdad.

Llamé por teléfono a Alberto:
-Al fin llamas - respondió su voz al teléfono.
-Perdona. Ana estaba en casa y no quería que lo supiera todo... Aunque se lo acabo de contar - dije.
-¿Qué? ¿Me ignoraste el otro día para contárselo hoy? ¿De qué vas? Fijo que hoy rompe conmigo - respondió bastante molesto.
-No, no. No le he dicho que lo sabes - lo calmé.
-Ah, vale. Entonces... ¿quedamos? - preguntó él.
-Claro. ¿Vamos al parque? - propuse.
-Por mi bien. ¿Allí en una hora? - propuso él esta vez.
-Perfecto. Nos vemos  dije.
-Vale, nos vemos - dijo.
Y colgamos.

Me dolía ocultarle estas cosas a Anaís pero es que ya había traicionado lo suficiente a Alex. De hecho, tendría que explicárselo en algún momento. Pero bueno, por el momento tenía que lidiar con Alberto, que seguro que quería saber qué sabía exactamente Anaís.


Me puse una camisa sin mangas que simulaba la bandera de Estados Unidos y
unos pantalones cortos vaqueros con las estrellitas de la bandera de Estados Unidos.
Luego, me puse unas sandalias planas que encontré. 
Por último me puse un collar, unas gafas de sol
y cogí mi mochilita azul.

Llegué al parque y estuve esperando un rato a que llegara Alberto. Anaís me habló varias veces por WhatsApp pero tuve que mentirle sobre todo lo que estaba haciendo (y lo que iba ha hacer). Al fin Alberto llegó y se sentó a mi lado.

-A ver, qué está pasando - dije para no dar rodeos. Ambos queríamos conocer la información del otro.
-Puff... Anda, dime tú primero lo de Marco... - pidió.
-Mmm, vale - empecé extrañada. Total, a mí me daba igual -. Pues resulta que él estaba enamorado de una chica... Y no quería que ella lo supiera por nada del mundo.
-Vaya. ¿Tan importante es? - preguntó extrañado, como yo.
-Pues... no es importante es... Complicado - respondí.
-¿Complicado? - preguntó.
-Sí... Porque esa chica es la exnovia de Alex - respondí.
-Entonces, ¿ella es menor que él? - preguntó.
-Exacto - respondí.
-Y es una exnovia de Alex... - dijo pensativo.
-No - dije tragando saliva -, ella es la exnovia de Alex. 
-Es lo mismo, ¿no? -preguntó mirándome fijamente.
-No lo es... Porque es la última exnovia de Alex... - dije apartando mi mirada de sus ojos y desviándola hasta el suelo.
De repente, él abrió mucho los ojos.
-No me digas que eres tú - dijo.
-Premio -dije mirándolo de nuevo.
-¿Por qué todos se enamoran de ti? - preguntó.
-Yo qué sé... ¿Y por qué todos preguntáis lo mismo? - dije molesta.
-Joder, Alex, ese tal Jon, yo... - dijo y se arrepintió al instante. Su mirada lo decía a gritos.
-Bueno - dije tragando saliva -. tú y yo no fuimos "novios". Solo nos... liamos...
-Ya. Bueno. Eso - dijo él muy incómodo.
-Bueno, te toca. ¿Cuál es el secreto de Alex? - pregunté con ganas de cambiar de tema y de saber su secreto.
-Pues... -empezó a decir hasta que alguien lo llamó.

-¿Alberto? 
Se giró y automáticamente se giró hacia mí y abrió mucho los ojos.
-¿Gema?
Y entonces los abrí yo. Reconocería la voz de mi mejor amiga en cualquier lugar.
Me giré para mirarla y vino enfurecida.
-¿¡Qué estáis haciendo juntos?! - gritó.
-Nada, solo... - empezó a decir Alberto.
-¿Solo qué? Me habías dicho que no podías quedar después de que volviera a casa de compras. Ya veo por qué - dijo mirándolo con furia.
-Tranquila, solo somos amigos, estábamos... - empecé a decir.
-¡¿Y tú qué?! ¿Otra vez me has mentido? - dijo mientras se le enrojecía el rostro.
-No, no. Es que estábamos... - intenté decir.
-¿No podías elegir otro? ¿¡No podías?! -gritando mientras las lágrimas comenzaban a asomar por sus ojos.
-¡No estábamos haciendo nada malo! - gritó Alberto.
-¡Ya claro! ¡Y yo me chupo el dedo! - gritó Anaís - ¿¡Y qué se supone que habéis estado haciendo?! Mejor no me lo contéis... ¿Cuánto tiempo lleváis...? - dijo sin poder terminar. Rompió a llorar.
-Ana, te prometo que estábamos hablando. No estamos juntos ni mucho menos. Ya sabes que yo tengo novio... - dije aunque ni yo me lo creía. Lo de Alberto era completamente verdad. Es cierto que teníamos antecedentes pero ni siquiera habíamos sido novios. Y aunque así lo fuera, sería un novio del pasado. Lo que no me creía ni yo, era lo de que tenía pareja. Já. Es cierto que la última vez que nos vimos la cosa fue bastante bien pero... De eso a ser pareja... Teniendo en cuenta que Adrián cambiaba de opinión constantemente... En fin. Pero lo peor era que Alberto no sabía nada y ahora tendría que contárselo.... Por no hablar de que Anaís tampoco sabía las últimas noticias...
-¿Tienes novio? - preguntaron a la vez.
-Sí, no tenéis de qué preocuparos. Bueno, me refiero a Anaís. Te juro que solo estábamos hablando - aclaré.
-¿De verdad? - preguntó Anaís - Entonces, ¿por qué me habéis mentido?
-Porque... - suspiré - Porque es de lo de Alex y tal...
-Ah... ¿Y podéis contármelo? - preguntó. ¿Por qué no? Ya lo habíamos intentado ocultar y no había salido bien. Ya se lo explicaría a Alex más adelante. 
-Claro - dije -. Os invito a un helado.
-No, no. Eso corre de mi cuenta - dijo Alberto -. No me miréis así. Quiero enterarme de todo eso del chico este que es novio tuyo.

¿Por qué no?
Ya había sufrido bastante. 
No pensaba ocultarles nada más. De momento nos habíamos unido tres. Faltaba Alex.
Sonreí como respuesta, aunque no sabía ni por dónde empezar.
De todas formas, fuimos a por esos helados.

Continuará...


viernes, 18 de julio de 2014

Capítulo 10 (53). Tirando los trastos desde 1997.

Traspasar todo el día con Anaís, llegó la noche y una extraña meta cruzó por mi mente dispuesta a quedarse. Algo me dijo que esa noche iba a ir al NBM. El chico del cual estaba enam... pillada, del cual no sabía nada -a parte desu edad-, iba ha ir esa noche. Estaba segura. Y esa meta que quería conseguir, era saber su nombre. Quería descubrir cómo se llamaba. Ya me daba igual que no quisiera nada conmigo -bueno, no del todo-, solo quería saber su nombre para que dejara de ser un extraño, a fin de cuentas.

Estuve un buen rato pensando en qué ponerme.


Al final me decanté por una camiseta blanca de manga corta
con letras negras, una falda skater negra
y unas cómodas sandalias negras.

Llegué allí y me planté en la entrada. Al principio estaba decidida pero... Según pasaba el tiempo miles de preguntas aparecían y me hacían dudar sobre lo que iba ha hacer. Si me portaba como había pensado... seguramente no volvería a verle. ¿Y qué? Mi vida era una especie de culebrón -de los malos malísimos- en el cual no dejan de pasar cosas y cosas hasta que ya no crees que sea verosímil. Solo había pasado un año. Ni eso. Un par de meses, como mucho. Algo así como mayo y junio. 

Por aquel entonces, yo era feliz. No solo era feliz sino que mi vida era maravillosa. Tenía un novio con el que hablaba todos los días, a todas horas, y una pandilla de amigos con los que me lo pasaba genial. Mi familia seguía como siempre, nada malo. ¡Todo era genial! Pero el verano llegó dispuesto a poner mi mundo patas arriba.

De ese novio mío, no sabía nada ya hacía un tiempo. Ni de él ni de mis otras supuestas amigas. De nadie. Ya ni sabía si quería verlos y pedir explicaciones o si no volver a verlos nunca, en la vida. En toda mi vida. Mis amigos, ahora, ya no querían quedar porque estábamos de secretos hasta arriba. ¿Acaso había alguien sin secretos? Obvio no. Todos teníamos secretos, yo incluida, y eso no es lo que solíamos hacer; ocultarnos todos nuestros problemas, no dejarnos ayudar... Por no hablar de en casa, que no hago más que evitar a mis padres, mentirles y escaparme de todo por las noches para... olvidar. 

Si comparáramos el verano anterior con este... El resultado sería "error".

-¿Gema? - dijo una voz familiar detrás de mí.
-Hola - dije descubriendo, precisamente a la persona que estaba esperando.
-Será mejor que me va... -empezó a decir.
-¡No! No, quédate, por favor - dije agarrándole del brazo.
-Vale... Esto... ¿Qué tal? - preguntó muy sorprendido por mi reacción.
-Bb... Mal. Fatal - dije al final.
-Oh, vaya. Lo siento - dijo él.-
-No lo sientas. Vámonos de aquí - dije tirando de él hasta la salida (que estaba a unos pasos).

Una vez fuera fuimos a sentarnos a un banco. No sabía qué decir. Quería saber su nombre. Quería hablar con él. Quería desahogarme. Pero tal vez él no quería pararse a escucharme.

-Todo es tan pésimo - dije al fin.
-Puedes contármelo - dijo él.
-Es que... El año pasado, mi verano fue perfecto. Hubo alguna mala racha, pero lo bueno compensó todo lo malo - empecé -. Conocí a un chico, que se convirtió en mi novio y también hice otros tres amigos; un chico y dos chicas. Acabó el verano y todo parecía irse a la mierda... Pero mis padres compraron el apartamento así que... Así que estoy condenada a volver - dije medio llorando.
-Pero hombre, eso es bueno. Así no los perderás, ¿no crees? - dijo él extrañado.
-No. No porque hace dos meses perdimos el contacto. Siempre hablábamos, todos los días o casi todos. Y de repente, un día, todo se terminó. Dejaron de responderme, dejaron de ser mis amigos. ¡Y ahora no quiero volver!
-¿Por eso vienes aquí tan a menudo? 
-Básicamente, sí. Pero hay más. Mis amigos de aquí están muy raros, tienen secretos. Y aunque ya conozco algunos... Hasta yo he acabado teniendo este secreto y solo lo sabe una persona porque se lo he dicho hoy.
-¿Qué secreto?
-Este. Tú. La discoteca. Todo esto que hago cuando me "voy a dormir".
Me inclinó hacia él y me abrazó. Yo le abracé y tuve que preguntar:
-Ahora que lo pienso, no llegaste a decirme tu nombre.
-Porque no quisiste - dijo con una leve sonrisa.
-Pues ahora quiero saberlo.
-Pero yo no te lo quiero decir. 
-¿Por qué? - dije separándome de él.
-Porque... -empezó a decir hasta que lo interrumpí. El problema es que me sentía tan traicionada ya que salté a la defensiva antes si quiera de ser atacada.
-¿Porque nos acostamos nada más conocernos? ¿Porque tengo diecisiete años? ¿Porque vivo con mis padres? ¿Porque soy menos? ¿Porque tengo una vida de mierda ahora mismo? Dime, ¿por qué no quieres decirme tu maldito nombre? - grité levantándome del banco.
-¿Quieres calmarte? Era solo una broma. Se ve que lo estás pasando muy mal porque te estás pasando conmigo - dijo ya sin su sonrisa.
-¡Es que estoy harta de que la gente me traicione! - grité a pleno pulmón.
-¿¡Crees que yo no?! - gritó él de repente -. Yo  también tengo una vida desmoronándose. Poco a poco. Y yo lo veo. Yo veo como tengo un apartamento pequeñísimo que, dentro de poco, ya no podré pagar. Tengo un sueldo de mierda y algo me dice que pronto no lo voy a tener. Además, también estoy estudiando otra carrera en la Universidad y a lo mejor no puedo terminarla. Mis padres creen que me va bien porque no pienso ir a verlos y preocuparles con mis estudios y mi casa porque van a querer ayudarme, que para ellos es sinónimo de pagar todo. Y se van a quedar sin nada. Pero claro, no puedo dejar de verlos, así que cada semana o cada dos semanas que voy a verlos intento parecer feliz por unas horas para que ellos no sospechen y poder irme tranquilo sabiendo que les estoy engañando, claro está, hasta la semana siguiente. Y te preguntarás cómo es que vengo al NBM para gastar un dinero que me hace falta. Pues es que no lo gasto. Trabajo aquí limpiándolo todo después de que todos se vayan. Es un empleo de "medianoche y madrugada". Por eso vengo sobre los diez o las once, por si hay algún día que pueda irse todo el mundo pronto y yo pueda terminar de trabajar antes de las cinco de la mañana. Yo tenía un negocio, pero me traicionaron. Y ahora mi vida pende de un hilo. Pero no contaba contigo.
-Yo... lo siento... - dejé salir con un hilito de voz.
-No pasa nada. Todos estamos jodidos.
-¿Y qué es eso de que no contabas conmigo? - pregunté.
-Pues que... no pensaba que mientras estaba "de incógnito" me iba a enamorar- dijo-. Al principio solo me llamaste la atención pero... Cada vez que nos hemos visto he tenido que contenerme de hacer... - paró en seco y se quedó mirándome.
-Hacer... ¿qué? - pregunté mirándolo a los ojos.
-Esto - dijo. Y me besó.

-Perdona. Perdona, de verdad - dijo.
-No, no, no. No me tienes que pedir perdón - dije.
-Es que... Dios mío no hago más que liarla - dijo avergonzado.
-¿Tú? Por favor, he tenido tantos problemas amorosos en los últimos veranos que debería hacer una película basada en ellos y titularla "Tirando los trastos desde 1997". Soy guapa, ¿y qué? Hay muchas más chicas en el mundo mucho más simpáticas que yo, con mucha más paciencia, mucho más simpáticas y mucho más... equilibradas...
-¿Qué dices, Gema? No sé qué problemas amorosos has tenido, pero de lo poco que te conozco te he cogido mucho cariño. No me llamaste la atención por ser guapa sino... por los gestos que hacías... por... En fin, que eres más que una cara bonita. 
-Muchas gracias pero... últimamente creo que me estoy volviendo loca.
-Gema, según lo que me has contado, te han roto el corazón. Ese chico, pasó de ser tu novio a ser un fantasma. Dejó de existir de repente. Y que esos amigos también te dieran de lado, no creo que haya ayudado mucho. No estas loca, no eres una desequilibrada mental. Te han roto el corazón y, en vez de venir aquí a ganar más personajes para la película esa que dices que deberías hacer, deberías tratar de arreglar las cosas. Se te ve una chica fuerte, y seguro que puedes con ello.
-Dios mío, ahora entiendo por qué quería saber tu nombre a pesar de todo - dije con una gran sonrisa.
-Jajaja. Bueno pues... me llamo Adrián - dijo.
-¿Adrián? Me gusta - dije sonriendo.
-Bueno, voy a ir entrando... Se nos ha pasado la noche hablando - dijo mirando el reloj.
-¡Dios mío! Tienes razón. Debería irme - dije.
Quise besarlo, de veras que quise hacerlo. 
Pero al final, solo le dije:
-Adiós, Adrián.

Y me alejé sonriendo.

Continuará...

(Perdón por no subir... Estoy haciendo un canal de You Tube y tengo que coger el ritmo. Pero bueno, ya os explicaré el "calendario" que tengo preparado para subir los capítulos).

martes, 8 de julio de 2014

Capítulo 9 (52). Cuéntamelo, todo.

Anaís me sorprendió en mi propia casa. Habían pasado unos días desde que nos habíamos despedido y yo había hablado con Alex. Habían pasado unos días desde que había ido al NBM y había vuelto enfadada conmigo misma por haber sido tan estúpida. El caso es que Anaís vino.

-Gema - dijo mirándome fijamente.
-¿Qué? - pregunté sentándome en la cama.
-Pues... - dijo sentándose a mi lado intentando encontrar las palabras para decirme 'eso' que había venido a contarme.
-Suéltalo ya - dije.
-Quiero saberlo - dijo.
Yo la miré sin tener ni idea de qué me estaba hablando.
-Cuando volviste. Quiero saber qué pasó y por qué lo hiciste - dijo mirándome fijamente.
-¿Pero de qué...? - empecé a decir hasta que me interrumpió.
-Cuando me dejaste en casa, volviste a casa de Alex. Quiero saber qué pasó - dijo.
¿Era eso? ¿Quería saber de qué hablé con Alex?
-Gema, pensaba que me lo contarías. Pero he tenido que venir hasta aquí - dijo.
-Ana... Es complicado... Volví para saber qué estaba pasando y bueno... Luego salí de noche y... Llevo días sin salir de casa - dije.
-Madre mía, ¿qué ha pasado? Cuéntamelo, todo - dijo Anaís.
Quería pensar algo pero estaba muy cansada. Demasiado como para mentir a mi mejor amiga y luego continuar con la mentira. Así que empecé por el principio.
-Fui a casa de Alex para hablar con él porque pensaba que seguía enamorado de mí y que ese era su secreto respecto a su pelea con Marco. Pero al llegar, Alex salió dando golpes a todo y... - dije antes de que la imagen de Alex gritándome como un psicópata.
-¿Y...? - preguntó Anaís.
-Y Alex me gritó y...
-¿¡Que Alex qué?! - gritó Anaís interrumpiéndome.
-¡Baja la voz! Alex me gritó, sí. Y hasta me dio miedo - dije.
-Madre mía... Qué fuerte. ¿Y qué pasó después? - preguntó.
-Se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se calmó y luego... - y entonces me acordé de que le había dicho a Alex que le iba a ayudar a guardar el secreto. ¡Pero no podía seguir mintiendo a Ana! Estaba echa un lío.
-¡Y luego qué! - dijo Anaís impaciente.
-Es que... Anaís le prometí que le ayudaría a guardar el secreto...
-Oh, vaya, como no somos amigos ni nada... - dijo irónica.
-Anaís, entiéndeme, se lo prometí - dije.
-Vale, vale, no me lo cuentes. Pero dime al menos de qué va, así por encima - pidió.
-Bueno, pues Alex tiene un secreto y Marco otro y este último creía que Alex me lo había contado pero era mentira. Ambos estaban hartos de discutir cada vez que uno de los dos pensaba que el otro lo había revelado por eso Alex estaba tan cabreado. Al final me contó el secreto de Marco, el cual... me dejó de piedra, sinceramente y bueno, prometí guardar el secreto y ayudarlo a guardarlo y por la noche salí - dije.
-Mmm, ya veo. Jo, a saber cuál es el secreto - dijo Ana -. Continúa. ¿Qué pasó por la noche?
-Pues todo malo, para terminar el día completito - dije.
-¿Malo? ¿Te encontraste al chico ese? - preguntó.
-Es complicado... Ya me lo encontré hace tiempo y la cagué. Dimos una vuelta y le dije cuántos años tenía...
-¿¡Y qué dijo?! - preguntó Anaís eufórica.
-Pues que el tenía veinticinco... Y que lo nuestro no podía ser... - dije.
-¡¿En serio?! Veinticinco años, ¡madre mía! - gritó Anaís.
-¡Baja la voz! - grité.
El pomo de la puerta de mi habitación se giró.

-¿Gema? - preguntó mi madre que todavía estaba durmiendo.
-Perdona, ¿te hemos despertado? - dije.
-Sí, bueno, pero no pasa nada. Hola, Ana - dijo mi madre.
-¡Hola! - dijo Ana.
-Bueno, bajad la voz, chicas - dijo mi madre cerrando la puerta.

-¿Crees que ha oído algo? - preguntó Ana.
-¿Estás de coña? No ha oído nada, pero tenemos que tener cuidado, ahora está despierta y podría escuchar -dije.
-Vale, bueno sigue - dijo Ana.
-El caso es que discutimos por el tema de la edad y me fui. Pero el otro día, cuando volví a salir, me lo encontré de nuevo y me pidió perdón...
-¿Y eso? ¿¡Estáis juntos?! - dijo Ana bajando la voz al terminar la frase dándose cuenta de que no debía gritar.
-No, qué va. Yo creía que se lo había pensado y que ahora querría estar conmigo pero nada de eso. Quería disculparse por haberme tratado así pero no quería nada conmigo.
-¿Y por qué te importa tanto? Ni si quiera sabes su nombre - dijo Ana. Y tenía razón.
-Pues porque... No lo sé...  -dije dejándome caer sobre un cojín.
-Madre mía. Te has enamorado de un chico de veinticinco años - dijo Anaís.
-Hombre, yo no diría que me he enamorado. Lo he visto tres veces - dije justificándome.
-Ya, ¿y entonces por qué te importa tanto lo que piensa de ti? ¿Y por qué estás deseando que quiera estar contigo? ¿Y por qué...? - dijo Anaís hasta que me levanté de un salto y la interrumpí.
-¡Vale, vale! Lo he pillado. Tal vez tienes razón... - dije sentándome de nuevo.
-Gema, lo tuyo no tiene solución, ¿eh? Con qué facilidad te enamoras - dijo Anaís.
-Yo creo que nunca me he enamorado. Que me han llegado a gustar y eso, pero creo que nunca me he enamorado... - y esas palabras, me recordaron a Jon... ¿Qué había pasado con él? Ya ni lo sabía. Jon era como un espectro, un débil recuerdo de una vida pasada.
-Pues creo que lo que te ha pasado es que lo de Jon te ha desorientado - dijo Anaís sin darse cuenta de que la había cagado -. Ups... Perdón...
-No, si tienes razón. Todo esto es muy extraño y sin duda tiene que ver con 'lo que pasó' el verano pasado. No sé si quiero volver a ver a Jon pero sé que me ha dolido mucho que dejara de hablarme y ahora, me importa más... Mierda, ni si quiera sé su nombre - dije.
Anaís me abrazó y me dijo:
-Mira, olvídate de todo y recuerda que siempre estaré ahí, ¿vale?
La abracé y entonces alguien gritó bajo mi ventana.

-¡Gema! Tenemos que hablar - dijo la voz. La voz de un chico.

Continuará...

(¿Quién creéis que es el chico que ha ido a casa de Gema?
¡Besos!)

viernes, 20 de junio de 2014

Capítulo 8 (51). Dos no bailan si uno no quiere.

Lo recordaba perfectamente. Todo. Hasta el último detalle.
Hacía unas horas, Alex y yo habíamos estado hablando de algo que me había dejado de piedra. Su hermano mayor, Marco, había estado hablando conmigo anónimamente desde hacía muchísimo tiempo. Se había inventado una personalidad. Me había hecho odiar a Alex; me quería hacer romper con él. Y todo era porque estaba enamorado de mí. Nos conocíamos desde pequeños, pero nunca me imaginé saliendo con él. Con Alex, al contrario, sí, porque éramos de la misma edad. Pero él me sacaba dos años, que aunque no es mucho, bastó para que yo lo viera como un hermano mayor. Y resulta que llevaba enamorado de mí... Pues supongo que desde que me vio salir con Alex y se dio cuenta de que me quería. O yo qué sé.

Habíamos estado hablando de toda la movida que se llevaba con su hermano. Pero una vez más, no me contó su secreto. No quería saberlo. Tan solo quería que ese distanciamiento terminara. Al final, nos habíamos despedido y bueno, ahí estaba yo. En mi casa, mirando por la ventana las vistas de una cálida noche de verano.

¿Y qué se hace en las buenas noches de verano?
Efectivamente. Salir.


Elegí un conjunto normalito.
Una camiseta negra de tirantes con letras doradas que decían "Go on",
unas mallas color beige largas y unos zapatos de tacón negros.
Para complementar un poco me puse unas pulseras doradas
y cogí un bolso de mano (lo que viene a ser un clutch) dorado.

Como siempre, fui al NBM deseando que, por lo menos una noche, pudiera pasarlo bien sin líos ni nada. No quería encontrarme a aquel tipo. ¿Por qué engañarme? No sabía su nombre ni quería saberlo. En cambio, aquel otro chico, Raúl. Él sí era simpático y parecía que quería ser mi amigo, no mi rollo de una noche. Si tenía que ver a alguien, debía ser él.

Llegué y como siempre pasé desapercibida. Los tacones y que solo me quedaba un año para ser mayor de edad ayudaban bastante. Me puse a bailar y, por extraño que parezca, me vino a la mente el momento en el que el chico este, el que no quería ver, el que no conocía, me quitó el sombrero. No lo llevaba aquel día. Justo pusieron canciones que no me gustaban mucho pero que tampoco estaban mal así que decidí quedarme a bailar y a pasármelo bien. Era raro irme siempre por mi cuenta pero llamar a Anaís para salir por la noche no me parecía una buena idea, sinceramente. Querría volver pronto a casa y querría ir por sitios plagados de gente. Querría ir a una cafetería y dar una vuelta. No. A mi me gustaba ir a discotecas, a pubs... Y no sé pero prefería ir sola aunque me daba un poquito de vergüenza a ir con alguien y aburrirme toda la noche. 

Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta de que alguien se puso a bailar conmigo detrás de mí. De hecho, no lo noté hasta que me abrazó y después me tapó los ojos. "No", pensé. "No puede ser él, otra vez no", gritaba mi mente. Tragué saliva y levanté mis manos para tocar las suyas. Claramente eran manos de hombre. Mi corazón empezó a latir a mil por hora y, con un movimiento decidido, despegué sus manos de mi cara y me giré. 

Mi reacción tuvo que ser extraña porque me giré enfadada pero mi expresión cambió al instante. ¡No era él! ¡Era Raúl! Estaba tan contenta que hasta le dediqué una sonrisa y bueno, una conversación. ¡Ah! Y un baile.
-¡Hola! ¿Qué tal? - pregunté.
-¡Hola! Pues muy bien, ¿y tú? - dijo Raúl.
-Bien también, gracias - dije yo.
-Ya tenía ganas de volver a verte. Sobretodo hoy, que todos mis amigos me han dado plantón - dijo riéndose.
-Yo también tenía ganas de verte. Genial, así te tengo para mí sola - dije. Me arrepentí al instante.
-Bien, eh... - dijo él.
-Perdona ha sonado raro. Quería decir que yo también he venido sola - dije riéndome. Él también se rió y el momento incómodo se esfumó.
-¿Quién era aquel tío? - preguntó de repente.
-¿Qué tío? - pregunté extrañada.
-El del otro día. Te estabas yendo y un tío entró y te habló y bueno... Parecías muy molesta - dijo.
-No era nadie... Pero gracias por preocuparte - dije sorprendida de que se hubiera fijado.
-Siento no haber intervenido pero... - empezó a decir.
-Da igual. Mejor así - dije rápidamente. A saber qué hubiera pasado si Raúl se hubiera metido en medio. 
-Pues me alegro de que no te haya hecho nada - dijo.
-Y yo, jaja - dije. Y él también se rió.

Pasaron las horas y nos lo estábamos pasando genial... Pero Raúl recibió una llamada.
-Mierda. Oye, Gema, lo siento pero tengo que irme. Me acaba de llamar mi hermana, le ha pasado una cosa... Y bueno, que tengo que ir a verla, lo siento - dijo. 
-No pasa...  - empecé a decir. Pero él, con un gesto rápido, me dio un beso en la mejilla y salió pitando.
¿Acababa de...darme un beso? Me llevé la mano derecha a la mejilla, justo donde sus labios habían estado hacía segundos, y no pude evitar morderme el labio inferior. Como siempre. 
"Cálmate, Gema. Ha sido un beso de amigos. Además, ya tienes bastante culebrón amoroso, ¿no crees?", me dije a mí misma... Y entonces... Me acordé de Jon.
Ya nada me retenía en el NBM así que cogí mis cosas y caminé hasta la puerta. 

Pero la suerte, seguía sin estar de mi parte.

-¡Hombre! ¿Pero a quién tenemos aquí? - dijo mi amiguito.
- Vaya, voy ha tener que pedir una escolta porque parece que me estás siguiendo - dije seria. Muy seria.
-¿Yo? ¿Siguiéndote? Ni lo sueñes - dijo con un tono de arrogancia que hizo que me entraran arcadas.
-No, si no sueño contigo. Casualmente solo apareces en la vida real. ¿Será por qué no te necesito en mi mundo de ensueño? - dije en tono de burla.
-Vamos, nena, no seas tan cínica. ¿Por qué te portas así conmigo? - dijo pasándome el brazo por los hombros.
-Me porto así contigo porque es lo que te mereces - dije quitándome su brazo de encima y dejando por completo ese juego estúpido.
-Oye - dijo agarrándome del brazo -. Quería... Disculparme por lo que pasó la otra noche.
-Da igual- dije sin más. Aunque importaba, y mucho.
-No, enserio. Vale que seas menor y tal... Pero no debería haberte tratado así - dijo con una mirada triste.
-Mira, de verdad, ya está, lo dejaste claro. Lo nuestro, si es que existe, es imposible y por ello vas a pasar de mí - dije.
-No, no, no. Ni hablar. Mira, al entrar y verte no sabía cómo actuar... - dijo.
-Así que has recurrido a ser un tipo arrogante de mierda - dije interrumpiéndolo.
-Básicamente - dijo él con una sonrisa.
Pero esta, era una sonrisa sincera.
Yo también sonreí y estuvimos un rato mirándonos.
-¿Vamos afuera? - dijo él finalmente.
-No creo que sea buena idea. La última vez que hicimos eso acabé llorando como una niña tonta - dije. Aunque me arrepentí al instante.
-En ese caso... ¿Me concederías un baile? - dijo con una gran sonrisa.
-Bueno... Solo esta canción. Luego me voy - dije devolviéndole la sonrisa.

-Gema... No voy ha negar que... eres distinta - dijo. Y parecía estar hablando con mucha sinceridad.
-¿Distinta? -pregunté.
-Sí... No podía ser que fueras una chica guapa, lista, irresistible y de mi edad. No podía ser. Era imposible que una personalidad tan fuerte como la tuya pudiera acabar conmigo. Siempre me pasa. Algo tiene que estropearlo todo. Estoy harto de que... Joder. De que todas las chicas de las que me enamoro acaben dejándome. No es que sea un mujeriego... Ni un canalla. Es solo que creía que actuando así, atraería a más chicas. No me malinterpretes. Solo quería encontrar a alguien. Yo... - dijo reflejando tristeza con su mirada.
-Shhh... - dije mirñandolo fijamente -. Da igual. Pero que sepas, que es el peor método de ligar del mundo jaja - dije.
Él sonrió.
-Eres increíble - dijo mientras sonreía. Esa sonrisa...
Me mordí el labio.
Y le besé.
-Lo soy - dije sonriéndo.
-Pero... - dijo. ¿Por qué? ¿Tenía que haber un pero? Ya lo había perdonado.
-¿Pero qué?  - dije confundida separándome de él.
-Pero no puede ser... Yo tengo veinticinco... Tú diecisiete... Es una locura - dijo mirando al suelo.
-Pero... Acabas de decir que soy distinta - dije sin poder evitar que mi voz se entrecortara.
-Sí - dijo sin mirarme.
-Y que te has enamorado de mí - dije casi llorando.
-Yo no he dicho... -empezó a decir. Pero le interrumpí.
-¡Lo has dicho! - grité -. No directamente, pero lo has dicho.
-Sí - dijo, aunque esta vez me miró.
-¿Por qué has hecho eso? ¿Por qué? -pregunté ya llorando.
-Perdona, es que... Joder, no puede ser, de verdad. Yo quería disculparme por lo del otro día, no quería... - empezó a decir.
-¡Déjame! No sé qué coño hago bailando contigo - dije cogiendo mis cosas.
-Dos no bailan si uno no quiere - dijo.
-Ya. Pero es que los dos queríamos. Solo que tenías que estropearlo - dije. Y me fui. 

No estaba triste. Ni seguía llorando. 
Lo último que le había dicho era una verdad como una casa; Ambos queríamos estar con el otro. Pero entonces, se le habían cruzado los cables y lo había mandado todo a la mierda. Estaba enfadada. Frustrada, tal vez.
Pero no triste.

Fui hasta casa andando, como siempre, y creo que no dejé de pensar en lo mismo hasta que finalmente me dormí. No podía dejar de pensar en lo que me había dicho.

Y en que estaba enamorado de mí.

Continuará...

(Perdón por no haber subido nada pero me fui de vacaciones. Espero que os guste este capítulo y que me comentéis cualquier cosa. ¡Ah! Y gracias por seguir leyendo mientras no estaba).



miércoles, 11 de junio de 2014

Capítulo 7 (50). Shock.

No podía creer que me hubiera estado ilusionando con salir con un chico mayor que yo. A ver, ¿cómo se me había ocurrido? Había conocido a otro chico genial en la discoteca y... Y no podía dejar de engañarme a mi misma. No quería otro chico, no quería borrar de mi vida a Jon. Quería volver con él. Sólo quería que pasara una semana para poder volver con él. Si él aún me quería, claro.

Mi madre irrumpió en mi habitación y se sentó a mi lado. No tenía cara de buenas noticias así que me autosugestioné que me iba a dar una mala noticia.
-Gema.
-Dime - dije esperando que lo soltara de una vez.
-No vamos a ir a Vizcaya todavía - dijo mirando al suelo.
-¿¡Qué?! - no me lo podía creer - ¿Por qué?
-Porque nuestro apartamento se ha inundado... Hasta el segundo piso.
-¿Cómo puede haber pasado eso?- Me parecía imposible que la lluvia hubiera hecho eso.
-Pues el vecino del apartamento del tercer piso se dejó la bañera llenándose y se le olvidó. Salió a dar una vuelta y el agua se le salió por todo el apartamento y bajó escaleras abajo. También entró al apartamento del segundo piso y luego al nuestro. Cuando volvió dice que se encontró las escaleras llenas de agua y vio que estaban todos los pisos afectados así que llamó al seguro y después nos ha llamado a los propietarios afectados.
-Madre mía... - dije casi sin creerme esa historia. ¿Entonces cuándo íbamos a volver? Mi madre pareció leerme la mente.
-Volveremos en Agosto. Todo el mes, claro.
-Entonces nos queda todo un mes aquí.... - dije casi sin creérmelo.
-Exacto. Lo siento, Gema -. Y se fue.

Llamé a Anaís para que viniera inmediatamente a mi casa. No podía aguantármelo más. Tenía que contarle todo lo del chico este y lo de Jon y lo que sentía y tantas cosas que si no llegaba en dos segundos me iba a dar un ataque.

Anaís llegó al poco rato y entró en mi habitación como si se tratara de una emergencia. Puso el pestillo porque sabía que yo querría tener intimidad y se sentó a mi lado en mi cama.
-¿Qué pasa? - preguntó.
-Todo - dije con desgana.
-Cuéntame - dijo ella mostrándose comprensiva.
-Te mentí. Con lo del chico ese... El que era mayor que yo... Te mentí... - dije para empezar. Total, ¿por qué dar rodeos?
-Mmm, vale... ¿En qué me mentiste exactamente? - preguntó.
-En lo del beso - respondí.
-¡Pero Gema eso es maravilloso! - dijo ella sin entender por qué estaba mal -. Si no lo besaste no tienes de qué preocuparte.
-No me refiero a que no le besé. Me refiero a que primero le besé... Y luego me acosté con él... - dije. Genial. Silencio.
-¿Te... te acostaste con un extraño? - preguntó Anaís casi sin voz.
-Bueno, no es un extraño - dije.
-¿Lo conocías? - preguntó rápidamente.
-No - respondí.
-¿Sabes su nombre? - preguntó.
-¡No! - respondí.
-¡Entonces era un extraño! - gritó Anaís antes de pensar que mis padres podrían haberla escuchado.
Pero no lo hicieron.
-Ana... No sé qué me pasó. Ni si quiera había bebido y la primera impresión que me dio fue odiosa. Pero me besó y... Bueno, nos besamos, y salimos y todo era genial... Y... No sé... Y ya - dije.
-Madre mía, Gema. No sé cómo lo haces - dijo.
-No, si yo tampoco - dije pensando que esa no era yo.
-En fin... - suspiró Ana -. Podríamos ver alguna peli o...
-¿Te apetece salir? - dije interrumpiéndola y girándome bruscamente hacia ella.


Estábamos cerca del parque y hacía un calor insoportable. La camiseta blanca que llevaba se me empezaba a pegar a la piel y me daba la sensación de que se me veía todo. Al menos llevaba falda (una falda naranja), por lo que iba la mar de cómoda. También resultaba cómodo el moño que me había hecho; hacia tal calor, que habría sido horroroso llevar el pelo suelto. 

Llegamos al parque y fuimos hacia la fuente. Caminando lentamente y llenándonos de vida cuando una ráfaga de aire (caliente, bueno, templado) nos alcanzaba. ¿Cómo podía hacer tanto calor? Anaís sacó el móvil y miró la aplicación del tiempo. "38º", leí mirando el móvil de Anaís. Al llegar junto a la fuente metí la mano en el agua y, de repente, me sentí viva. Me quité las sandalias y me metí en la fuente. Empecé a salpicar agua a todas partes y Anaís se quejó. Pero luego, no pudo resistirse.
-¡Amo el agua!- gritó Anaís a los cuatro vientos (por supuesto eso era un decir, no había nada de aire, y si lo había, era caliente).
-¡Jajaja! Mira que eres payasa - dije mientras le echaba agua.
-¡Ah! ¿Desde cuándo esto es una guerra de agua? - preguntó tras dar un saltito.
-Desde... ¡Ahora! - dije echándole agua.

Acabamos empapadas.
Anaís acabó calada hasta las bragas y lo sé porque gracias a su vestido blanco, ahora se le veían. Y yo, acabé con una camiseta transparente pegada al cuerpo y con el pelo suelto y chipiado. Cogimos nuestras cosas y nos fuimos casi corriendo, por miedo a que nos viera alguien. No es que nos diera vergüenza lo que habíamos hecho; era simplemente que se nos veía todo. 

Dejamos el parque atrás dando rodeos cada vez que veíamos que alguien venía.
Yo lo tenía fácil; me bastaba con taparme con el bolso.
Pero Anaís no podía taparse entera así que dimos el gran rodeo por la calle de Alex.

-¡Cállate!
-¿¡Quieres bajar la voz?!
-¡¿Es que no te das cuenta?!
-¿¡De qué?!
-¡Lo sabe, lo sabe!
-¿¡Cómo va a saberlo?! ¡No desvaríes!
-¡Que sí! ¡Que te digo que lo sabe!
-¿¡Y qué pruebas tienes de que es por mi culpa?!
-¡Sólo lo sabes tú!
-¡No estés tan seguro! ¿Acaso no puede haberse enterado sola?
-¿Cómo? Tan solo le he hablado un par de veces y... Además... Es imposible...

Fueron bajando el tono hasta que sólo pudimos escuchar palabras sueltas.
Y sí,eran Alex y Marco, que estaba discutiendo.
Otra vez.

-¿Eran ellos? - preguntó Anaís.
-Me temo que sí - dije.
-¿Deberíamos...? - empezó a preguntar.
-No - la corté-. Es mejor así.

Al rato me di cuenta de que nos habíamos secado y no había tanta prisa por escabullirnos hasta la casa de Anaís unas calles más arriba y cambiarnos de ropa. Pero sabía que Anaís no estaría de acuerdo en volver y yo tampoco quería hacer eso exactamente así que la acompañé hasta su casa para luego retroceder sobre nuestros pasos. 

No sabía cómo hacer que Alex bajara pero lo único que se me ocurría era mandarle un WhatsApp diciéndole que bajara. Me disponía ha hacerlo, aunque sabía que, seguramente, había una manera mejor, cuando el propio Alex salió echo una furia de su casa. Lo seguí y vi cómo pegaba patadas y puñetazos a todo lo que encontraba. Cuando se calmó, decidí salir de las sombras.

-Hola... - susurré rompiendo el silencio.
-¿Qué haces tú aquí? - dijo girándose sorprendido.
-Bueno yo... Pasaba por aquí... - dije.
-¿Qué has oído? - dijo con una mirada fría.
Nunca lo había visto actuar de esa manera. Incluso me dio algo de miedo. Me bloqueó por unos instantes.
-Gema, ¿¡qué narices has oído?! - dijo acercándose a mi como un loco.
Tuve que retroceder de lo perturbado que parecía en esos momentos. Las lágrimas empezaban a asomar por mis ojos y yo empecé a negar con la cabeza mientras me alejaba de él. 
-Espera, ¡Gema! - dijo Alex al darse cuenta de lo que había hecho.
-¡Déjame! - grité corriendo al notar que me seguía.
Estaba a punto de llorar y no quería verlo. No quería ver a nadie. ¿Cómo podía haberme hablado así mi mejor amigo?

En seguida me alcanzó y me cogió del brazo. 
Me calmé y me pidió disculpas numerosas veces, pero su cara seguía atormentándome.
-¿Por qué estás así? - le pregunté cuando casi estaba calmada.
-Es... Por lo que no os puedo contar - dijo mirando al suelo.
-¿Por qué? ¿Por qué no puedes contármelo? Soy tu mejor amiga. O al menos tú eres mi mejor amigo.
-Se supone que ya lo sabes - dijo haciéndome recordar la "conversación". Mi hermano cree que te he contado una cosa.
-Pero no me la has contado.
-Exacto.
El silecio se hizo y nos dimos cuenta de que nuestras últimas palabras habían trascurrido casi en medio minuto. No, no, no. Debíamos pararnos ha hablar, tranquilamente. Así no nos íbamos a entender. 

Nos sentamos en un banco y no dijimos nada hasta que me harté.
-Mira. Siento si te meto en un aprieto. Pero, o me lo cuentas, o no volveré ha hablarte - dije con frialdad. Sabía que no era justo para él pero ya estaba harta de todo y quería saberlo. Total no se lo iba ha decir a nadie.
-¿¡Qué?! - bramó.
-Que me lo cuentes - dije manteniéndome firme a pesar de que estaba temblando.
-¿Por qué me haces esto? - preguntó confuso.
-Porque esto no hace bien ha nadie. Si me lo cuentas me calmaré, te calmará, no se lo diré a nadie y te ayudaré ha hacer que Ana y Alberto no te pregunten - dije sonando convincente. Y eso que era la pura verdad.
-Está bien - dijo tras un suspiro.
-Bien - dije.
-¿Qué quieres saber? - preguntó como si no tuviera opción y se hubiera rendido.
-Pues, me gustaría saber por qué tu hermano y tú discutís de esa manera. Y quiero la versión larga - dije.

Me lo contó casi todo. Casi.
Me contó que su hermano tenía un secreto y era que estaba enamorado de una chica de la que no tendría que estar enamorado. Al parecer le gustaba desde hacía mucho tiempo y por eso trataba mal a Alex. Y claro, ¿qué podía tener Alex que ver con esa chica? Bueno, pues tenía que ver, y bastante. Porque Alex estaba saliendo con ella. Por eso, siempre intentó que rompieran. Y por eso, lo llevó a verla de vacaciones. Porque quería que rompieran. Y bueno, resultó que esa chica... Era yo.

-Sólo hay una cosa que no entiendo - dije.
-Dime - dijo él como si me acabara de revelar algo que cambiaría el mundo.
-¿Por qué me hablabas con un número anónimo? Mira, está claro que eres tú. Siento revelártelo de esta manera pero sabía que eras tú. Me contabas cosas de las discusiones con tu hermano y... Se notaba... Acaso tu secreto es... Bueno... Pensé que... Podrías seguir enamorado de mí...
-¿Qué? Gema, ¿Es que no lo entiendes? No te he hablado anónimamente ni sigo enamorado de ti. Fue él, Gema. Fue mi hermano.

Y entonces, todo cobró sentido.


Shock.



Continuará...

(Perdón por haber tardado tanto en subir)



martes, 10 de junio de 2014

Capítulo 6 (49). Corrí porque ya no veía nada. Quería apretar la almohada y llorar contra ella.

No sabía qué hacer.
Estaba tumbada en la cama leyendo detenidamente la conversación con "Alex".
No me había cambiado de ropa en lo que llevaba en casa y ni siquiera el disco de Cher Lloyd me hacía sonreír. ¿Cómo iba a ayudar a Alex haciéndole creer que no sabía que era él?
A ver, en parte estaba bien porque si no había recurrido a mí desde un principio, me permitía involucrarme de manera que él estuviera a gusto. El problema era que, si se suponía que no lo conocía, corría el riesgo de meter la pata y contarle algo que solo "Gema y Alex" sabían.

Cené una ensalada con carpaccio (♥) y apagué el móvil.
"Gema, te estás rallando", pensé. "Te estás rallando demasiado".
Me miré al espejo y, sin pensármelo dos veces, fui a cambiarme de ropa.


Elegí una camiseta negra con un dibujo de la cabeza de un tigre,
unos shorts negros y por si acaso una chaqueta blanca.
Me puse unos zapatos negros con cuña y cogí un pequeño bolso 
que tenía a mano. Me puse un sombrero negro (¿por qué no?)
y salí a la calle dispuesta a tomarme algo en el NBM.

No pretendía hacer nada fuera de lugar, pero me tomé unas cuantas copas de yo qué sé antes de dignarme a bailar. Lo bueno era que como no llevaba tacones de aguja ni mucho menos, pude bailar sin caerme ni hacer el retrasado como tantas veces antes...
La verdad es que me avergonzaba de haber sido tan cría. Y sobretodo de que no hacía más que un año o dos de aquello. Tal vez estaba madurando. No sé. 

Un tío se me pegó cuando estaba bailando y, por una vez, dejé el cinismo a un lado y decidí bailar con él. Me lo estaba pasando tan bien, que hasta le sonreí. Y él me sonrió. No me había fijado en lo guapo que era hasta que había sonreído. Me mordí el labio y se rió. (¿¡Por qué tenía que hacer eso siempre?! ¿¡Acaso no podía limitarme a pensar?!). 

-Perdona - dije mirando hacia otro lado.
-No pasa nada - dijo riéndose.
-Dios, qué vergüenza - dije sin mirarlo.
-Ey, mírame - dijo. Y le hice caso - Lo que suponía.
-¿Qué pasa?
-Pues que eres muy guapa.
No pude evitar sonreír.
-Gracias - dije.
-Venga, que se supone que estamos de fiesta - dijo animándome a seguir bailando.
Dios, era un amor. Y guapisísísísimo. El NBM debía de ser mi disco de la suerte o algo así. Aunque esta vez era diferente. No era un guaperas arrogante que (por lo que yo creo) solo quería acostarse conmigo. Para evitar problemas, decidí solo bailar con él. 

No eran ni las 12 y, a pesar de que el nombre de la discoteca (Never Before Midnight) expresaba claramente cuando no debías irte, decidí que ya que ya no estaba bailando con aquel chico, debía irme. Localicé a este chico y le hice una seña de despedida. Vino hasta mí y me dio dos besos.
-Oye, encantado de conocerte.
-Igualmente - dije.
-Soy Raúl.
-Yo soy Gema - dije.
-Espero verte por aquí.
-Igualmente - dije.
Y nos despedimos. Él se desvaneció entre la multitud, de manera que ya no me era posible localizarlo y yo, me dirigí hacia la puerta.

Pero, justo al abrir la puerta, me encontré con una cara conocida.

-¡Vaya! Otra vez aquí. ¿Has venido a buscarme?
-Obviamente no - dije al ver lo chulito que venía -. De hecho, creo que he detectado que venías y por eso me estaba marchando.
-Venga, no me vengas con tu cinismo. Vamos a tomarnos algo - dijo pasándome el brazo por los hombros.
-Te he dicho que me estaba yendo - dije quitándome su brazo de encima y mirándolo fijamente.
-No me jodas que acabo de llegar - dijo con su sonrisa arrogante.
Joder, joder, joder.
Joder.
¿Por qué tenía que atacarme con su sonrisa?
No, no, no.
No.
-Te he dicho que no. Que me habría ido hace rato de no ser por ti.
-Bueno, hace rato... Nos acabamos de encontrar.
-¿Ves? Me aburres tanto que cinco minutos me parecen horas.
-Venga, no seas así - dijo cogiéndome por el brazo y sonriendo. Sí, de nuevo.
-Por favor... Déjame - dije seria.
Dios, si hasta me había dolido a mí. No debería haberle respondido así, pero era tarde para rectificar. 
-Perdona...
-No. Tienes razón, perdona - dijo serio.
-Tranquilo... Tus extraños trucos de ligue funcionarán con otra - dije sonriendo como cuando intentas que un niño no se sienta culpable. 
-Pero, yo quería que funcionaran contigo - dijo.
-Venga, no me hagas pucheros. Vamos a dar una vuelta, pero no esperes nada - dije sonriendo.
-¡Vale! - dijo obediente como un cachorro.

Dimos una vuelta por allí cerca y estuvimos hablando. Fue raro porque sentí que podía confiar en él y sin embargo iba de chulo la mayor parte del tiempo. Aunque bueno, técnicamente yo no podía saber eso: nos habíamos visto dos veces. Era raro porque era salir de la discoteca y se portaba bien. Tenía que probar el experimento de entrar en la disco a ver si cambiaba de nuevo jaja.

-Oye, debería irme, ya son casi la una.
-No...
-De verdad, es que de hace tarde.
-¿Qué más da? ¿Acaso tus padres van a echarte la bronca? - dijo con ironía.
Joder, obviamente él pensaba que no vivía con ellos. O, como mínimo, que era mayor de edad. Dejé de caminar y sentí un escalofrío. Pues había dado en el clavo con su ironía.
-Joder - dijo él girándose cuando vio que me había quedado atrás -. ¿Vives con tus padres?
-Sí, bueno... - dije yo.
-Qué mal, ¿no? ¿No te gustaría tener aunque sea un estudio o un pequeño apartamento? 
-Bueno... - dije esta vez.
-¿De verdad te gusta seguir con tus padres? A ver que yo los veo todos los domingos pero me gusta vivir solo.
-Hombre... - dije.
-Perdona no te he dejado hablar.
-No si no importa...
-Cuéntame tu situación - dijo mirándome fijamente.
Cogió mi sombrero y se lo puso. Se lo quité inmediatamente y me lo puse.
-No me quites el sombrero - dije.
-Vale, pero no me cambies de tema.
-Hombre, yo no veo mal vivir con mis padres.
-¿Y eso? A ver, ¿cuántos años tienes? Seguro que conozco algún sitio en que encuentres algo bonito y barato.
-No... Da igual...
-Que sí. A ver... ¿24? ¿25?
-No, no...
-Oye que te quiero ayudar a encontrar algo para ti. Si quieres puede ser cerca de donde vives. Si me das tu dirección... - dijo. Pero no pudo terminar de hablar porque le interrumpí.
-Que no, que de verdad que no quiero nada.
-¿¡Pero por qué?! Aunque ahora no lo veas claro luego te gustará.
-¡Porque tengo diecisiete años!

Y se hizo el silencio.

-Vaya... ¿en serio? - dijo tras unos minutos.
-Sí. 
-Joder - dijo mirando a todas partes.
-Eso es precisamente lo que quería evitar.
-¿El qué?
-¡Eso! Tu reacción, lo que piensas de mí ahora.
-Hombre, es que pasar de pensar que me gustaba una chica de mi edad a una menor...
-¿Te gusto?
-A ver... Sí, pero...
-¿Pero...?
-Pero joder tengo 25 años.
-Veinticinco...
-Sí, veinticinco. Así que lo mejor será que me vaya a... - dijo señalando a ninguna parte con el pulgar. Pero, de nuevo no pudo acabar, porque lo interrumpí, pero con un beso.
-¿¡Qué haces?! - dijo él apartándose de mi.
Lo miré decepcionada. O entristecida. No sé, no tenía ni idea de qué sentía. Tal vez rabia. Noté que no veía bien y es que las lágrimas estaban a punto de salir. Me alejé lentamente de él negando con la cabeza y él me miró arrepentido.
-Perdona... - dijo acercándose a mi.
-No, no. Vete, no vaya a ser que te vean con una menor - dije.
-Joder, ¿es que no te das cuenta? Ofrecí alcohol a una menor, me acosté con una menor...
-Eres tú el que no se da cuenta. El que cree que está tratando con una niña. Y vale, sé que no soy adulta ni madura ni mucho menos, pero tu actitud tampoco es muy adulta ni madura ni mucho menos, así que deja de pensar en que te has acostado con una menor y empieza a pensar en que te acostaste conmigo. Y te gustó.
Me di la vuelta y corrí. Corrí porque ya no veía nada.
Corrí porque me dolía el corazón.
Corrí porque había sido una estúpida.
Corrí porque había confiado en alguien a quien conocía de una noche.
Y corrí porque quería olvidarme de todo y que él, a su vez, me olvidara.

Llegué a casa y entré por la ventana como tantas veces antes y me quité la ropa. Me desmaquillé de malas maneras y me metí a la cama. Todo así, en dos minutos. Porque no quería estar despierta. Quería apretar la almohada y llorar contra ella. Quería dejar de pensar en por qué me afectaba tanto.
Y
en 
por
qué
me 
atraía
tan...


to.

Continuará...

(Próximo capítulo nº50 así que... esperemos que pase algo interesante)





viernes, 6 de junio de 2014

Capítulo 5 (48). Secretos y whatsapps.

Antes de nada no os asustéis por la distribución de los capítulos. Los he metido (estos últimos) en Mayo para tener el archivo del blog en mejores condiciones pero sabed que estoy publicando y que los siguientes ya los pondré en Junio. Luego ya los pondré en Julio hasta llegar a la fecha normal y ya todo será como hasta ahora.
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Pues me levanté por el ruido de los WhatsApps.
Estuve leyendo los WhastApps hasta que tuve que elegir entre el número desconocido o Anaís....
Y elegí Anaís.

-Gema, respóndeme, ¡por favor! ¡Es muy urgente! Es lo de... ya sabes... Alex.

Ni siquiera le mandé un WhatsApp, la llamé directamente al móvil mientras corría el pestillo de la puerta. Quería vestirme mientras hablaba con Anaís para salir de casa nada más colgar. Quería quedar con todos.

-¿Ana?
-¿Gema? -respondió.
-¿Qué ha pasado? Cuéntamelo todo - dije haciendo más fuerte la palabra "todo".
-A ver, a ver tranquilízate. No sabemos nada - dijo ella.
No entendía a qué venía la urgencia.
-Entonces... - dije para que me dijera algo... importante.
-No sabemos nada, por ahora - dijo con voz misteriosa.
-¿¡Por ahora?! ¿¡Qué quieres decir con eso?! - estallé.
-Pues que Alberto y Alex quedaron ayer y al final Alex acabó contando que él sabía un secreto de su hermano que nadie podía saber: Ni si quiera él. Y claro, como su hermano también sabe algo de él... no nos lo puede contar.
-Ya veo... Entonces no me visto - dije en voz baja.
-¿Qué dices? - preguntó extrañada.
-Nada, nada - dije cerrando el armario.
Y bueno, colgamos.

Me tumbé en la cama.
Tenía que habla con Alex, tenía que hacerlo. No estaba bien. Esa discusión fue más de lo que nos pareció. Él y Marco están totalmente enfrentados y... y yo tengo una mísera semana para arreglarlo...
Abrí el WhatsApp dispuesta a quedar con Alex cuado vi que no había leído los mensajes del número desconocido (aunque bueno, estaba prácticamente segura de que era el pensado de Enrique).

-Oye.
-Vaya, esta vez no me has mandado ninguna rima.
-No, enserio, necesito hablar con alguien...
-Vaya. ¿Qué te pasa?
-He... tenido una discusión muy fuerte con alguien que me importa y...
-¿Novia?
-¿Novia? Ya sabes quién me interesa...
-Cierto. Entonces, ¿quién?
-Familiar.
-Ah...
Eso no era Enrique... Sonaba como Alex.
-¿Te puedo preguntar una cosa?
-Depende de qué.
-¿Tu nombre empieza por A? Sé sincero.
-No.
-Vale... En ese caso... Cuéntame qué ha pasado.
-No. Por favor. Necesito pensar en otra cosa. Cambia de tema.
-Pues... En una semana me voy de vacaciones.
-¿Ah sí?
-Sí.
-No tenía ni idea.
-¡Claro que no! Jajajaja si no te lo había dicho cómo lo ibas a saber.
-Jajajaja.
-Una cosa. Si tu nombre no empieza por A... ¿empieza por E?
-No. ¿Vas a preguntarme primero las vocales o cómo va esto?
-Es que... estaba convencida de que eras un chico que... que se llama Enrique...
-Pues... no. Bueno me tengo que ir.
-Adiós...
-Adiós.

No era Enrique. Estaba claro. Al principio dudaba pero eso de pedirme hablar... No, no era él. Para confirmar, me metí en su blog y vi que tenía novia y todo. Vaya, ya se había olvidado de mí. ¡Bien! Pero entonces... Tenía que ser Alex. Me había debido mentir con lo de la A. Bueno, tendría que averiguarlo en otro momento porque mi madre me estaba llamando para ir a comer.

Por la tarde, estuve leyendo un rato y luego decidí quedar con Anaís pero al final me arrepentí y decidí pasarme por casa de Alex en vez de por la suya.


Me puse una camiseta color crema con rayas negras,
unos shorts vaqueros y unas manoletinas marrones con la punta dorada.
Cogí mis gafas de sol y unas pulseras. 
Por último cogí un bolso marrón y salí de mi casa.

Al llegar a su casa escuché una fuerte discusión. Venía de la habitación de Alex y se podía escuchar desde la calle porque se había dejado la ventana abierta... Y eso que vivía en un ático duplex...

-¡Vete por donde has venido!
-¡Esta también es mi casa!
-¡Pero no es tu habitación!
-¿¡Y qué?! ¡Tú me has llamado! ¡Te lo dije claramente, si dices algo lo cuento todo!
Sus padres no debían estar... Y yo tampoco debería...
Pero me quedé un rato.
-¡Mira déjalo! ¡Contigo todo son chantajes!
-¿¡Chantajes?! ¡Podría soportar que ella se enterara!
¿Ella? ¿Quién era ella? Así que el secreto de Marco tenía que ver con una chica... 
-¡Joder, es que insistes en que yo...-no se entendió lo que dijo- y no es así! 
-¿¡Entonces por qué no paras de entrometerte?!
-¡Porque no puede ser, joder!
-¡Pero amenazaste con contarlo!
-¡Pero eso lo provocaste tú! ¡Tú viniste y pensé que ibas a decirlo!
-¿¡Yo?! ¿¡Cómo iba a contarlo?! 
A partir de ahí hablaron mucho más bajo. Supongo que se había acabado todo. Eso sí, acababa de espiar. Y eso estaba mal. Así que lo mejor que podía hacer era limitarme a volver a mi casa.

De camino a casa, me llegaron algunos WhatsApps así que me paré en un banco. Total, hacía un buen día. Todos los WhatsApps venían del número desconocido.
-Oye.
-Dime.
-No puedo más... Necesito, no sé...
-¿Qué ha pasado?
-Nos hemos vuelto a pelear...
-Vaya... 
Fingí no saber nada y él me contó que no paraban de discutir y que no sabía cómo acabar con ello porque "eso" por lo que discutían les distanciaba muchísimo. Tenía bastante claro que era Alex y que él no quería que yo supiera que él quería hablar conmigo de manera que yo "no supiera" quién era. Lo único raro era cómo había conseguido ese número... Pero bueno, yo estaba decidida a ayudarlo.

Pero un momento... Si era Alex... Jon no me echaba de menos... Y Alex estaba enamorado de mí...
"Mierda", pensé.
Y me limité a guardar el móvil e ir a casa.
Tenía una semana para hacer que Alex y Marco se reconciliaran y ese número desconocido era la solución.

Continuará...