-¿Qué debería ponerme? No me aclaro nada.
-Gema, te pongas lo que te pongas le va a gustar. - me dijo Irantzu intentando calmarme.
-Iran tiene razón, lo importante no es la ropa, eres tú. - añadió Estitxu.
-Chicas, ya lo sé, pero quiero ir perfecta...
-Ponte cualquier cosa. Todo lo que has sacado te quedaba perfecto. - dijo Irantzu.
-No sé...
-Que sí. Ya verás... Uhm, ¿qué tal esto?
-Ala, ya tienes outfit. - me dijo Irantzu.
-Vaya, está realmente bien. - dije sorprendida.
Me puse el conjunto y me miré al espejo. La verdad es que ni recordaba el día que había comprado la camisa. Me gustaba mucho aunque se me notaba bastante el sujetador.
-Chicas, no puedo ir con esto. Se me ve todo.
-Ese es el truco. - dijo Estitxu riéndose.
-No quiero que piense que quiero... ya sabéis.
-¿Y eso? - preguntó Irantzu.
-Por si no lo recordáis, tengo novio. Puedo tener citas con él en plan... más que amigos pero eso otro, ya no.
-Pero... ¿entonces por qué sales con él? No entiendo esa política tuya. - dijo Estitxu. ve
-Pues a ver, no puedo negar que Jon es muy importante para mí y que quiero estar con él mientras esté aquí, pero quiero a mi novio y no voy a dejarlo por un amor de verano pero... ¿Cómo voy a volver como si nada con él después de haberme acostado con Jon?
-Joder, chica, lo tuyo es un drama gordo. - dijo Irantzu.
-Ya te digo... Pero bueno, - dije girándome al espejo - después de esta cita, y seis días, todo acabará.
Sonó el timbre. Irantzu se levantó del suelo corriendo y fue a abrir la puerta mientras gritaba por el pasillo.
-¡Ya está aquí! ¡Ya está aquí!
-¿Qué está pasando? - pregunté a Estitxu que seguía manoseando una blusa.
-Mi hermana es toda una fan de los helados... - respondió dejando la blusa en la cama.
Entonces, Irantzu entró en mi habitación con tres helados enormes con frambuesas por encima.
-¡Dios mío! Son los helados más grandes que he visto en toda mi vida. - dije cogiendo uno.
-Gracias, son cortesía de mi padre. Es muy amigo del dueño de la mejor heladería de... ¿toda España?
-Jajaja. - reímos todas.
Entonces, me manché la blusa.
-¡Mierda!
Miré el reloj, solo quedaban dos horas para la cita.
-¡Mierda, mierda, mierda!
-Joder, tía, tienes una suerte... - dijo Irantzu.
-¿Y ahora qué?- preguntó Estitxu.
-Pues, - me levanté y dejé el helado - tengo que cambiarme de ropa, y rápidamente.
Continuará...
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