martes, 24 de diciembre de 2013

Capítulo 28. Nueve días.

"Más o menos, se puede decir que la sociedad es una mierda. Te juzgan por tu aspecto y olvidan lo de dentro. Todos creen que te quieren y pelean por ti. Mientras unas te envidian, tú te sientes una mierda, una maldita mierda. Y mientras, ellos destruyen su amistad a puñetazos." Gema.

Aquella charla con Unai me había refrescado la mente. ¿Por qué me daba tanto mal en hacer "lo correcto"? Había que solucionar las cosas y ya está. Era un nuevo día y... sí, quedaban nueve días para terminar con todo. Y había que acabar bien. Salí a dar un paseo. Siempre acababa paseando por la playa, claro, calles ya tenía en su ciudad, la playa era lo que no tenía. Estaba segura de que iba a echar de menos esa brisa marina...

Decidí ir a la caseta del socorrista, a ver si estaban Estitxu o Irantzu. Como ahora Estitxu era aprendiz seguramente estarían ahí. Mientras caminaba por la arena, sentía que si quería acabar bien tenía que hablar con todos, pero cómo iba a asegurar que no me odiarían. Estaba claro: Iban a odiarme. Mientras caminaba, me dio por cerrar los ojos y sentirme libre y entonces... Escuché que algo se rompía en la caseta. Abrí los ojos. Empecé a oír voces pero no las distinguía. Fui corriendo hasta la caseta, otra vez se rompió algo, abrí la puerta y... Allí estaban. Jon y Unai estaban peleándose.
-Serás... ¡yo te hablé de ella! ¡Te dije lo que sentía! - dijo Jon dándole un puñetazo a Unai.
-¡No puedo dejar de quererla porque tú la quieras! - le dijo Unai a Jon devolviendo el puñetazo.
-Te voy a... - dijeron los dos a la vez mientras se lanzaban el uno contra el otro. No podía más. Ni si quiera me habían visto abrir la puerta. No se habían parado a mirar hacia la puerta y ver mi cara de horror. No podía decir nada, mis labios temblaban y mis ojos supuraban lágrimas de dolor. De un dolor que jamás había sentido. Cerré los ojos. Tragué saliva. Los abrí. Y me lancé a separarlos.
-¡Ya vale! ¡Sois unos animales!
¿¡Gema!? - dijeron los dos.
-¿Cómo habéis podido?-preguntó Gema entre lágrimas. - ¡Sois como hermanos!
-Gemas, ¿has estado llorando?- dijo Jon.
-Gema... no pretendíamos... - dijo Unai. Gema le cortó las palabras.
-¿Qué es lo que no pretendíais? ¿Romperos algo? Porque llevabais camino de mataros a golpes.
-Gema. - dijo Jon cogiéndome el brazo.
-¡No me toques! - respondí soltándome el brazo. - Ni tú, Unai.
No se movieron.
-¿Cómo se os ocurre? ¿Es que no podíais olvidaros de mí?
Jon y Unai cambiaron la expresión de su cara.
-¡Quedan nueve días! ¡Nueve malditos días, joder...! Y no podéis dedicaros, tú a tu novia, - dije a Jon. - y tú a ayudar a tu hermano a ser socorrista. - esta vez hacia Unai. Caminé de espaldas a la puerta. - ¿No podemos pasarlo bien?

Me decidía a salir cuando, al girarme, vi a Irantzu llorando y a Estitxu tapándose la boca con las dos manos: lo había visto y oído todo.

Mi cara de asombro siguió con la mirada a Irantzu que se iba corriendo. Su figura se alejaba poco a poco por la playa.
-Iran, ¡Iran! - grité saliendo a correr detrás de ella. No lograba alcanzarla, las dos estábamos llorando y ella, se cayó  a la arena. Aproveché y corrí hasta ella.
-¿Estás bien?
-...
-Iran... no ha pasado nada.
-...
Me sentía una mierda. Una grandísima mierda. Tenía que enterarse, pero no así. Me dejé caer de rodillas a su lado y la abracé.
-Te juro por todo, que no ha pasado nada. Ya sabes que tengo novio y que no quería romper vuestra relación yo...
-Calla. Es qe yo ya lo sabía...
Me quedé sorprendida, muy sorprendida.
-¿Cómo dices?
-Que ya sabía que Jon te quería.
-¿Y eso?
Irantzu se sentó a mi lado.
-Cada vez que estabais juntos queriendo ser amigos, saltaban más chispas que cuando él y yo estábamos queriendo ser novios. Tú le quieres, pero como tienes otro novio y no querías traicionarme ni hacerme sufrir, pasaste de él. Bueno, lo intentaste. Porque cada vez que os veo...
-Iranztu, lo siento muchísimo, de verdad.
-No, tranquila. Sé que él te insistió. La única razón por la que no corté con él fue porque sabría que le iba a dar igual, y que no volvería.
-Eso no es verdad.
-Sí lo es.
-¡No! Me ha dicho un millón de veces que te quiere. Eres muy importante para él. Pero se ha enamorado de mí...
-¿Enserio?
-No es un truco, en serio.
-Pues me alegro, vaya. No lo esperaba. Aunque... ahora ya no le quiero tanto. ¿Sabes? - me dijo secándose las lágrimas. De repente empezó a reirse. - Qué alivio.
-¿Perdón?
-No tenía claro si le seguía queriendo porqe cada vez que me decía algo bonito, pensaba en ti, lo sé. Y... al menos sé que en su momento, él me quiso casi tanto como a ti ahora.
-Créme, te quiso mucho.
Las dos nos reímos y nos abrazamos. Nos levantamos y volvimos a la caseta. Jon y Unai se habían perdonado en ese rato y Estitxu, como siempre, estaba con su infantilismo repartiendo alegría. Entramos y ni nos preguntaron qué había pasado. Era un día que había que continuarlo todos juntos y felices.

Decidimos comer en la caseta. ¿Por qué no? Encargamos unas pizzas y Unai sacó bebidas que había allí mismo, en la nevera. Todos empezamos a comer y a beber y cuando menos los esperábamos, Irantzu levantó su botella y dijo:
-Quiero proponer un brindis.
Todos nos quedamos perplejos y Estitxu preguntó:
-¿Por la amitas?
-No. - dijo Irantzu. Entoces sonrió, señaló a Jon. -¡Porque hemos cortado!
Todos nos quedamos boquiabiertos. Le guiñe un ojo a Jon y todos brindamos.
-¡Por Jon y Irantzu que han roto!

El resto del día estuvimos bañándonos y bebiendo zumos en el mar. Llegó la noche y todos salieron. Todos menos Jon y yo. Él se acercó a mí y me dijo:
-Al final todo ha salido bien.
-Sí. Supongo.
-¿Supones?
-Sí... -dije mirando a la luna.
-Estás preciosa a la luz de la luna, ¿sabes?
-Gracias... - bajé la mirada. Me cogió de la barbilla y me besó. Puse mis brazos por detrás de su cuello y él los suyos sobre mi cadera. Seguimos besándonos hasta que vimos que ya iban a salir de la caseta.
-Esto... queda entre nosotros, ¿no? - me preguntó.
-Por el momento sí. -le dije.
-Te llevo a tu apartamento.
-Vale.
-No era una pregunta.
Sonreí y nos fuimos. Irantzu, Estitxu y Unai silbaban detrás de nosotros. ¿Lo habían visto? No lo sabíamos pero decidimos reírnos y dejar que ellos pensaran que los estábamos ignorando. En el portal, me dio el típico beso y nos despedimos.

Continuará...


¡Paramos por Navidad!                    FELIZ NAVIDAD A TODOS.
                                           (Y FELIZ AÑO NUEVO TAMBIÉN)

lunes, 9 de diciembre de 2013

Capítulo 27. Diez días.

"¿Pero por qué? ¿Por qué a mí? A mí que nunca me quería nadie... a mí que me gustaba el que jamás podría tener... ¿por qué me tenía que tocar a mí llegar ahí y poner su mundo patas arriba? ¿Por qué...?" Gema.

En los brazos de Irantzu y Estitxu, mirando a Unai... Estaba pasando algo extraño... Lo veía en sus ojos, en cómo miraba a Jon. Mientras, Estitxu me abrazaba y Iranztu me acariciaba el pelo. Se separaron de mí y nos sentamos. Miré a Jon y mentí de lo que había pasado, les dije que me había caído sin querer porque el viento se me había llevado... Pero al ver cómo Jon miraba al suelo... supe que estaba recordando el verdadero motivo por el que había saltado. La verdad es que la situación empezaba a ser incómoda, Jon tenía razón, romperle el corazón ya era malo, pero ocultarle que no le quería era peor. Me llevé a Jon a fuera con la excusa de darle las gracias y tal, pero en realidad no hablamos de eso:
-Jon... Tienes razón... tenemos quedecírselo...
-No, espera. Tú también tienes razón.
-¿A qué viene eso? Sabes tan bien como yo que ocultárselo más es peor que romperle el corazón.
-Pero... No quiero que lo pase mal...
-Jon, ¿qué está pasando? He visto cómo te miraba cuando estábamos adentro...
-Es mi novia y he salvado a su amiga, ¿cómo quieres que me mire?
-¡No ella! Él...
-¿Unai? - Jon se dio la vuelta y empezó a ponerse tenso. Me acerqué y me apoyé en su hombro.
-Sí, Unai. ¿Qué ha pasado?
-No puedo contártelo, Gema... - Me separé de él.
-¿Qué? ¿Y eso por qué? - Se giró hacía mí.
-Porque... es una cosa de... chicos.
-¿Una cosa de chicos? Jon, si habéis discutido... tenéis que arreglarlo. Sois amigos.
-Es que no puedes entenderlo...
-Puedo intentarlo.
-Está bien. Te lo voy a decir en dos palabras: Te quiere.

Me sentí... por dentro... sentí como... Aquellas palabras me mataron. ¿Qué? ¿Podía ser cierto? Eso explicaría por qué me miraba así pero... No, no era posible. Y también explicaría por qué miraba así a Jon pero... Pero era imposible. No dije nada más y volvimos con una gran sonrisa falsa a la caseta. Entonces lo supe. Tenía que irme de allí inmediatamente. Así Jon no tendría que decirle nada a Irantzu y se acabaría la tensión entre Jon y Unai. Era lo correcto. Noté que al pensar eso se me escapó una lágrima y para que no me vieran me fui. Puede que se extrañaran pero bueno... alguna excusa se me ocurriría. Volví al apartamento y no había nadie, como casi siempre. Hice la maleta y miré al calendario. Taché otro día. Quedaban 10 días... No iba a poder irme todavía. Miré la maleta... Menuda estupidez, sin una buena razón para mis padres no iba a poder volver a casa. Tenía que pensar una buena excusa o deshacer la maleta para que mis padres no me preguntaran. Registré los cajones, necesitaba algo de beber. Encontré una botella de algo oscuro en el salón, serviría. Salí al balcón y me apoyé en los barrotes a beber... y pensar. Miraba al horizonte, con la mirada perdida. ¿Qué podía hacer? Lo que no podía hacer era irme sin más. Me iba a costar convencer a mis padres y total, ¿para qué? ¿Olvidarlo todo? No. Tenía diez días para dejar las cosas claras y luego, ver a una nueva Anaís que me había necesitado y no había estado allí para ayudarla y le debia mi compañía. Guardé la botella y deshice la maleta... ¿Por dónde empezar?

Había quedado con Unai para hablar de lo que me había dicho Jon. Cuando llegó le vi esa sonrisa. La misma que tuve cuando el chico que me gustaba me invitó a quedar hacía mucho... La conocía. Se sentó a mi lado y al verme la cara, su sonrisa desapareció. No podía aguantar más. No podía empezar con preguntas tontas, dar rodeos. Tenía que hablar claro, le miré a lo ojos y le pregunté:
-¿Es cierto que te gusto?
Él miró al suelo y me dijo:
-No. No me gustas. Estoy enamorado de ti desde que Jon nos presentó y dijiste eso de que tenías novio. Tu sonrisa... Y tu ingenuidad... Me dejaste hipnotizado, ¿sabes?
Me quedé de piedra. Jamás me habían dicho algo así a la cara. Jon me había dicho que me quería pero... no era lo mismo. Aunque le costó. No sabía qué responderle.
-Unai. Tú... sabes que Jon me está presionando, ¿no?
-Sí.
-Pues bueno, quiero tu opinión. Pero que sea sincera.
-Dime.
-A mí... como ya sabes, también me gusta él.
-Sí.
-¿Qué es lo correcto? ¿Renunciar a lo que quiero o seguir adelante y que dentro de diez días... todo acabe?
-Gema, lo que me pides es...
-Lo sé. Pero sólo puedo preguntarte a ti.
-¿Por qué?
-Porque... con ellas no puedo y Jon...
-...Jon te dice que le quieras... que estés con él.
-Sí.
-Eres la única que se escapa. Eso te hace especial a sus ojos. ¿No crees?
-Sí, pero me quiere.
-Eso es verdad. Pero... ¿no crees que para diez días va a ser mucho?
-Exacto. Eso había pensado yo.
-Pero claro, ahora pienso que si yo fuera él. - Me miró decidido - No te dejaría ir por nada del mundo.
-... - respiré hondo - ...Entonces... ¿qué hago?
-Haz lo que quieras.
-Eso no me soluciona nada.
-Nunca he dicho que sea fácil. Solo te he dado opciones y te he dado mi opinión. Pero la que elije eres tú.
Se levantó y se fue. Tenía razón. Había pros y contras así que lo mejor era hacer lo que quisiera. Sonreí.

Continuará...

martes, 3 de diciembre de 2013

Capítulo 26. Gracias.

"Que sin saber de mates, te enfrentas a los problemas del amor". Gema.

Por fin iban a ser las diez. Había estado un buen rato decidiendo qué ponerme para que al final me quedara con una camiseta de tirantes rotos blanca en la que ponía Bad is the new good y luego unos shorts negros. No era muy original pero quería ir natural para Jon. Bueno, todo lo natural que se puede ir con la raya bien negra y marchada... La verdad es que no sabía ni por qué me pintaba tanto, éramos amigos y ya. Me miré al espejo. Reflexioné, miré el reloj y vi que quedaban diez minutos para dar las diez... No me daba tiempo a desmaquillarme así que salí del apartamento y fui para allá. Durante el camino me peinaba con los dedos de las manos, aunque al llegar a la playa el viento me despeinó. Seguí el caminito y entré en la caseta. Jon estaba allí sentado y al verlo sentí que estaba triste.
-¡Hola! - le dije. Se giró hacia mí y sonrió. - ¿Qué pasa?
-Nada... es que... nada, de verdad.
-Vale... ¿qué hacemos?
-Pues quería ir a una plaza que me gusta mucho. Esta muy cerquita, ¿vamos?
-Por mí bien.
Llegamos a la plaza y era la misma plaza a la que yo bajaba con Estitxu e Irantzu.
-¿Esta es la plaza?
-Sí.
-¡No me lo puedo creer!
-¿Qué pasa?
-Pues mira, este apartamento es en el que estoy yo y bajaba con Estitxu e Irantzu muchos días. Ahora no tanto pero seguimos viniendo.
En parte estaba contento, pero cuando escuchó el nombre de "Irantzu" se puso mal otra vez. Odiaba que se sintiera así. Lo noté y lo abracé. Él empezó a llorar y me sentí especial porque estaba casi segura de que pocas más personas lo habrían visto llorar. Nos sentamos en el banco y él empezó a hablar:
-Gema... ¿cómo hemos llegado a esto?
-¿A qué te refieres? - lo sabía perfectamente, pero le pregunté.
-A que... yo creía que me querías y... me dejé llevar y ahora no siento nada por mi propia novia porque a la única persona a la que tengo en la cabeza eres tú. Siempre estás ahí. Mire a donde mire, piense lo que piense... tú estás en todas partes.
-Jon...
-No, Gema. Yo ya no sé lo que quiero, porque Iran me importa pero tú...
Me miró y la luna iluminó sus oscuras pupilas, mi corazón se aceleró. Sentí que me quedaba sin aire y cuando volví a respirar, el tiempo, mágicamente, siguió su curso y él volvió a mirar al suelo diciendo:
-Tú eres muy especial. Te conozco que cualquier otra persona de por aquí y eres la persona en la que más confío porque siento que aunque te quiero, puedo contártelo todo.
-Eso es porque somos buenos amigos...
-Sí, es por eso. Pero no niegues que no es por... Me llamarás raro pero... No me digas que no es por una conexión.
-No sé decirte... Tú también eres muy especial pero...
-Pero no de la misma manera. - dijo con la voz entrecortada. Estaba destrozada y no podía seguir con esa conversación. Me levanté dispuesta a irme pero él me sujetó del brazo y me dijo:
-No te vayas, por favor. Quédate.
Me senté de nuevo a su lado y lo miré. Él me miró fijamente a los ojos y me dijo:
-Te quiero, Gema.
No sabía qué responder, me temblaban las manos y mis labios titubeaban. Noté que mi silencio estaba siendo más incómodo de lo que los dos preferíamos así que le contesté.
-Jon... No puedo decir que no te quiero pero... Ya sabes lo que hay... Me encantaría que estuviéramos juntos pero... ¿qué será de nosotros dentro de dos semanas? Tú seguirás viendo a Irantzu y yo a mi novio y... es mejor que no les rompamos el corazón porque esto iba a durar tan solo dos semanas...
-Habrían sido las dos semanas más felices de mi vida.
-Jon, no te pongas así. Las tienes a montones. ¿Por qué yo? Me voy en nada y...
-Por eso, no puedo dejar pasar la oportunidad de hacer esto.
Se inclinó para besarme y yo me aparté y le dije:
-Me muero por besarte, pero no puedo.
Me levanté y subí corriendo al apartamento. Salí al balcón y él seguía ahí, mirando al suelo y yo no pude evitar cerrar la ventana (puerta) de un golpe y tirarme en el sofá a llorar. En cada mirada saltaban chispas y aunque nuestras palabras decían "no", nuestro corazón decía "sí". No podía creer que estuviera pasando. Me di cuenta de una cosa, él no razonaba y por más que le decía por qué no podía ser, él se empeñaba. Y todo era culpa mía por decirle que también le quiero. Si le hubiera dicho que no desde el principio hasta ahora no tendríamos este problema. Pero claro... si según Unai se nos nota... Por algo será...

Me había quedado dormida en el sofá y me desperté ya por la mañana. Tenía dos llamadas de Jon. Las borré. Tiré el móvil al sofá y fui al baño. Toda la raya se había corrido por el resto de mi cara, daba miedo. Me di con un algodón por toda la cara y me la lavé. Me fui a mi habitación y me cambié de ropa. Me aburría en la casa y mis padres seguían durmiendo así que me cogí mi mochilita de Oxford y me fui. No sabía a dónde ir, así que me puse toda mi música triste y me fui a dar vueltas por ahí.  En los últimos días estaba demasiado sentimental para mi gusto. Me gustaba parecer una chica fuerte, y comportarme como tal. De hecho solo me derrumbaba antes cosas importantes como los amigos o la familia pero jamás me había pasado por algo así. Mi fuerza estaba desapareciendo, bueno, había desaparecido hace un tiempo. No sabía por qué pero no podía mentir sobre lo que sentía por Jon, ni si quiera delante de él. Era extraño pero me gustaba. Acabé volviendo por la playa y me pasé por la caseta de los socorristas. Ahí estaban Unai, Estitxu, Irantzu y... Jon.
-¡Hola! . dije al entrar. Todos me saludaron. - ¿Qué hacéis?
-Pues nada, distribuyendo los turnos de la semana que viene. - dijo Unai.
-Ah, pues bien.
Irantzu y Estitxu se rieron y dijeron:
-¡Para nada!
Me reí y pasé a dentro con ellos.
-Hola, Jon. - le dije sentándome con él.
-Hola... - respondió sin mirarme.
-Me sentí super incómoda y Estitxu dijo:
-Uyuy, qué mal rollo. ¿Qué ha pasado?
-Nada...  dije yo.
-Nada, nada, es que... Bueno que estoy raro hoy...- dijo Jon.
-Pues vaya... transmites tristeza, chico... - dijo Estitxu sentándose.
Me levanté y Jon me dio un papel y me dijo:
-Léelo cuando estés fuera.
Asentí y me fui a fuera con la nota. Quería abrirla ahí mismo pero preferí irme a algún lado apartado para leerla con calma. Fui a un extremo de la playa y me senté en una roca. Las olas chocaban en las rocas y me salpicaban la cara. Cerré los ojos y me incliné hacia arriba. Sentí la brisa, escuché las olas romperse y a las gaviotas, olí el olor salado del mar y noté, aun con los ojos cerrados, la luz blanca de la mañana. Con mi capucha puesta, imaginaba qué podía haber escrito Jon en aquella nota. Podría haberla leído para salir de dudas, pero la sentía en el bolsillo de mi chaqueta con la punta de los dedos y no me atrevía a sacarla. Al final, abrí los ojos y miré hacia abajo, saqué la nota y la leí:
Gema, no sé cómo decirte esto pero me pasa una cosa rara contigo y es que no puedo mentirte sobre lo que siento por ti así que... lo he estado pensando y prefiero contárselo yo a Irantzu porque si se acaba dando cuenta en una de las veces que te lo suelto todo le rompería el corazón. Y la quiero. Pero estoy enamorado de ti. Puede que no quieras salir conmigo mientras estés conmigo, pero que sepas que yo te querré durante mucho tiempo, podría decir que para siempre, pero no lo creo porque el tiempo pasa y las cosas se olvidan. A lo que voy es a que, ¿y qué si se acaba este mes? Pues todo acabará, pero podrá tener final feliz o triste y eso no depende de mi. Pase lo que pase, sé que si hubiéramos salido, dos semanas habrían sido una vida entera para mí, porque el tiempo se detiene cuando estamos juntos y eso, que pase lo que pase, no te guardaré rencor, te seguiré amando.                              Jon.

Arrugué la nota y me la metí en el bolsillo de nuevo. Salté de la roca y corrí playa a través. Llegué a la caseta y entré corriendo. Aún seguían con los horarios. Hice una señal a Jon para que saliera. Él se sorprendió al verme, no me esperaba ahí, en ese momento en el que iba a quedarse a solas con Iranztu... Salió y me preguntó:
-¿Qué haces aquí?
-Impedir que hagas una locura. ¿Acaso no escuchaste lo que dije ayer?
-¿Acaso no has leído la nota?
-Mira... te voy a ser sincera... tampoco te quiero tanto. Solo es un capricho así que olvídame porque nunca te querré como tú a mi.
Me iba a ir pero él me agarró por el brazo y me giro hacia él.
-¿Es eso cierto? Dímelo otra vez y te creeré.
Me sentí muy incómoda pronunciando esas palabras mirándole a los ojos pero lo hice:
-No te quiero, eres un capricho y nunca te querré como tú a mi.
Me soltó y me fui andando con seguridad pero temblando, cuando ya no podía verme me fui corriendo de nuevo hasta las rocas. Estaba encima de la roca y me sentía fatal. Me movía nerviosa y no sabía qué hacer. Me estaba volviendo loca. Me quité toda la ropa y me quedé en ropa interior. Respiré hondo y salté al agua.

Mientras en la caseta...
-Bueno, yo me voy ya que he quedado. - dijo Estitxu.
-Yo también. - dijo Irantzu.
Unai miró a Jon, estaba muy raro. Acababa de entrar y fuera lo fuera que había hecho afuera lo había dejado más raro de lo que estaba. Así que le dijo:
-Tío, me toca el turno, pero puede que un poco de trabajo te ayude a olvidar... lo personal.
-Pues... te diría que no, pero me apetece.
-¿Sí?
-Sí.
-Vale, pues ala, toda tuya.
Jon salió y miró la escalera que subía a la silla del socorrista. Subió y miró hacia todas partes y entonces... vio una silueta saltar de la roca más alta.
-¡Unai! - gritó.
-¿Qué pasa? - gritó Unai desde lo lejos.
-¡Alguien ha saltado, alguien ha saltado!
Unai tiró todo lo que llevaba y corrió a la caseta a coger algunas cosas. Jon saltó de la silla y corrió hacia allá.

Mientras en la mente de Gema...
Sentía una extraña sensación. Estaba en un lugar blanco y... no había sonido. Estaba casi segura de que había ido al cielo. Había una extraña silla en medio de esa nada blanca. Me acerqué a la silla y había un papel en la silla. En él ponía: Sentarse en la silla para escuchar al mundo.

Mientras en la playa...
-¡Eh! ¿Estás bien? - gritaba Jon sin saber quién era.
No asomaba nadie. Contó hasta tres... 1, 2, 3... Se quitó la camiseta y se lanzó al agua desde una roca cercana. Buceó, pero no veía nada. Siguió buscando pero se quedó sin aire. Sacó la cabeza y gritó:
-¡Mierda! ¡Unai corre!
Se metió de nuevo en el agua y buceó hondo. Vio una silueta flotante. Se acercó más y... al ver a Gema se le salió el aire por la boca. Sacó la cabeza y gritó:
-¡Unai! ¡Es Gema! ¡Corre!
Unai estaba a pocos pasos con todo el equipo de auxilios. Corrió y tiró todo por el suelo. No podía creer que era Gema. Se metió en el agua y ayudó a Jon a sacarla.

Mientras en la mente de Gema...
Tras pensarlo un rato cogí el papel y me senté en la silla. Cerré los ojos y me senté a escuchar. Escuchaba el agua correr muy agitada. De repente, el agua se dejó de escuchar como 'estéreo' y escuché a dos chicos hablando...
-Vamos, ponla aquí. ¡Vamos trae algo!

Mientras en la playa...
-¡Joder, joder! ¡Gema! ¡Venga!
-Dios... ¿cómo ha podido...?
-¡Eso ahora no importa! Vamos, ¡pide ayuda!
-Voy.
Unai se fue corriendo a pedir ayuda. Mientras, Jon intentaba reanimarla.
-¡Vamos! Gema... ¡no me dejes! ¡Vuelve!
Jon empezó a llorar mientras seguía intenándolo.
-Vamos... ¡Gema! No me dejes, por favor. No me dejes...

Mientras en la mente de Gema...
-¿Es Jon?
-Sí. - habló una voz.
-¿Qué hace él aquí?
-Él no está aquí. Está salvándote.
-¿De qué?
-Has saltado al agua y no te despiertas... de no ser por él estarías muerta.
-¿Y cómo se supone que estoy?
-Estás... dormida.
-Y... ¿cómo vuelvo con él?
-Eso ya no depende de ti.
-¡Jon! ¡Te quiero!
-Buen intento, pero no  puede oirte.
-¡Jon!
Me levanté de la silla y empecé a correr por todas partes.
-No, no. Si no te sientas no puedes escuchar.
Me senté avergonzada en parte por haberme lanzado de repente. Nada más sentarme pude oír de nuevo a Jon.
-¡Gema! Gema... Gema...

Mientras en la playa...
-Gema... ¿Por qué has hecho esto? Entiendo que no me quieras... de verdad, lo acepto, no volveré a molestarte, lo prometo. Pero vuelve... porque si no no podré cumplir mi promesa...
Jon estaba débil, ya no tenía fuerzas para seguir.

Mientras en la mente de Gema...
Estaba llorando. En esos momentos sí que me sentía cerca pero lejos de él. Porque me moría por hablarle, por decirle que no era su culpa, que todo había sido porque le quería tanto que no podía estar así, alejándole de mi constantemente...

Mientras en la playa...
Jon seguía hablando cuando...
-Una... ¿una lágrima? ¡Gema! ¿Me escuchas?

Mientras en la mente de Gema...
-¡Sí! - grité y seguí llorando como una niña.

Mientas en la playa...
Jon agarró todas sus fuerzas y siguió intentándolo. Cogió aire y le hizo el boca a boca.
-¡Vamos! ¡Vuelve!

Mientras en la mente de Gema...
-Es hora de irse. - dijo la voz.
-¿Qué?
-Lo está consiguiendo. Levántate y camina hacia adelante... Buena suerte.
-Gracias... supongo.
Me levanté y caminé hacia adelante como me había dicho la voz, entonces, una bocanada de aire entró por mi garganta y sentí la vida en mi otra vez. Cerré los ojos y...

Mientras en la playa...
Me desperté escupiendo agua.
-¡Gema! ¡Gema! ¿Estás bien?
-¿Jon?
-Estoy aquí, tranquila estás conmigo.
-Mi ropa. - dije señalando a la roca.
Jon me la trajo y me cogió en brazos. Me llevó corriendo a la caseta y allí me sequé y me vestí. Jon me miraba con tristeza. Yo pensé ne decírselo todo pero... no me creería así que solo le dije:
-Gracias.
-No, de eso nada. Todo ha sido mi culpa. Te presioné para que estuviéramos juntos y...
-Para, para. No digas más. Eso no es verdad. Te quiero pero no puedo quitarte de mi cabeza si me insistes tanto. Por eso te dije que no te quería y... me sentía tan mal... tan nerviosa que... salté.
-Dios, mío, Gema.
Me abrazó y después de un rato le besé la mejilla y volví a darle las gracias:
-Gracias.
Iba a salir de la caseta y de repente entraron Unai, Irantzu y Estitxu. Las chicas me abrazaron haciéndome todo tipo de preguntas. Miré a Unai y vi cómo miraba a Jon... era extraño. ¿A qué venía esa mirada?

Continuará...

lunes, 2 de diciembre de 2013

Capítulo 25. Uno la tiene a ella y otro su corazón.

(He añadido una cosa escrita en tercera persona para saber cosas que no le pasan a Gema).

"Que tu boca dice una cosa, y tu corazón otra". Gema

Lo que había pasado por la mañana me tenía tocada. No podía dejar de pensar en lo que estaría pasando en esos momentos si ninguno de los dos tuviéramos pareja... Pero la teníamos y tenía que sacármelo de la cabeza. ¿Pero cómo haces eso si él va detrás de ti y encima más gente lo sabe? Eso es imposible. La única manera de olvidarle era esperar dos semanas y todo habría acabado. Jamás volvería a verle... ni a él ni a todos los maravillosos amigos que había conocido. Tampoco quería eso. No podía estar tanto tiempo allí y no volver a verles nunca. Pero estaba muy depre para pensar cosas bonitas, de hecho estaba por la tarde tumbada en el sofá del apartamento. Entonces sonó el WhatsApp:

-Holii.
-Hola, Alex.
-¿Qué tal?
-Pues aquí. ¿Qué tal por ahí?
-Pues todo bien. Ana está genial.
-¿Sí?
-Sí. Todo va perfectamente.
-Entonces, ¿que quieres?
-Nada. ¿Qué pasa? ¿No puedo hablar con mi novia?
-Nada, nada.
-Ah vale. ¿Qué te pasa hoy? No será... ¿no será por mi culpa?
-No. ¿Por qué? ¿¡Qué has hecho!?
-Nada, nada tranquila. Pensaba que podía ser porque no hablamos mucho...
-Ah, no. Tranquilo, he hecho amigos geniales aquí que no me dejan en paz, jaja.
-Pues me alegro. Oye.
-Dime.
-Tú... sabes que te quiero mucho ¿No?
-Pues claro.
-Vale.
-¿Pasa algo?
-No... Es que estás rara hoy y... no sé... por si pensabas...
-¡No voy a cortar contigo!
-¿Cómo...?
-¿Que cómo lo he sabido? Pues igual que ahora. Te conozco porque eres mi novio y he pasado tanto tiempo contigo que eres predecible.
-Vaya párrafo, jaja. Bueno, me alegro.
-Jaja.
-En serio.
-Y yo, jaja.
-Bueno, me tengo que ir carii.
-¿Carii?
-Es que no sé cómo nos podríamos llamar.
-Pues...
-¿Ideas?
-¿Sabes en las series?
-¿El qué?
-Eso que hacen de juntar los nombres.
-Ah, ¡sí!
-Bueno, pues seríamos... ¿Gemalex?
-Sí, jaja.
-Pues, ¿qué te parece?
-Bien, bien. Adiós amor.
-Adiós♥

Me metí a twitter algo más animada y me cambié el nombre por "Gemalex". Era raro, pero era una cosa de mi chico y mía, nuestra... Al fin estaba sonriendo. Dejé el móvil y fui al baño. Me miré al espejo y me fijé en lo guapa que estaba sonriente. Hacía bastante que no estaba tan feliz. Había tenido mis buenos momentos, pero habían sido un segundo de felicidad. Nada más. ¡Podía sentirme libre! Encendí el móvil y conecté el altavoz para poner música. Empezó a sonar una de mis canciones favoritas, No sleep till Brooklyn, y empecé a hacer el loco. Pude liberarme completamente. Acabó la canción y me tiré al sofá satisfecha. El resto de canciones siguieron sonando y así pasó el resto del día. Cené con mis padres y me fui a dormir.

Al día siguiente, me levanté y salí a correr. Desde el pequeño esguince que me había hecho no había vuelto a correr. Hice la misma ruta. Me pareció bien utilizar la positividad que me invadía para hacer frente a lo que pasó y no olvidarlo, pero sí aceptarlo. Me sentía tan bien que debía de llevar una cara... Jajaja. Volví a pasar por el camino que lleva a la caseta de los socorristas y al chiringuito de los zumos y... ahí estaba Jon. Se me quitó la sonrisa, lo noté. La tirantez que llevaba de sonreir desapareció. Él se giró y cuando me vio sonrió, pero al ver que no le sonreí volvió a lo suyo. Giraba y giraba el cubito de hielo. Parecía que no le hacía efecto el tocarlo. Me había alejado unos metros y seguía mirándolo... no podía dejarlo así, así que me acerqué a él y le pedí un zumo con una sonrisa. Me miró y sonrió. Se levantó de buena gana y me preguntó:
-¿De qué lo quieres?
-Mmm... ¿qué sugieres?
-Pues... ¿qué tal de piña y fresa?
-¿Eso está bueno?
-Tú te lo bebiste muy rápido...
-¿Fue el que me diste cuando me caí?
-Exacto. Justo cuando nos conocimos.
-Si te soy sincera me lo bebí rápido porque quería irme.
-¿Sí? Nadie lo hubiera dicho.
-¿No?
-Jajaja, se te notaba mucho. Estabas muy tensa.
-Ya, fue una mala caída.
Me sirvió el zumo y se apoyó en la barra con los brazos y dijo:
-Ya, claro.
Le vi, sonreír. Sabía que él quería que lo hiciera y aunque quería no hacerlo, lo hice. Le pegué el el hombro y le dije:
-¡Sí! ¡Fue por eso!
-No me lo creo.
Los dos nos empezamos a reir.
-Pues no te lo creas pero fue por eso.
-Pues vale... ¡es que no hay quien se lo crea, jaja!
Le volví a pegar. Salió de la barra y vino a mi lado y se sentó. Le pegué esta vez sin fuerza y él sonrió.
-Fue por eso. ¿O acaso no fuiste tú el que vino corriendo para ver si podía conseguir algo?
Empezó a reirse y le tiré lo poco que me quedaba de zumo por encima. Me empecé a reir y salté de la butaca y empecé a correr. Él me siguió y me cogió por la cintura. Me dió la vuelta y me quedé mirándole. Nos reimos y le dije:
-No me sueltes.
Si se le ocurría moverse nos íbamos a caer y entonces él me dijo:
-Te diría "nunca", pero no puedo dejar pasar la oportunidad... ¡de vengarme!
Estaba convencida de que me iba a besar pero me tiró contra la arena y él se me puso encima. Me di la vuelta y le lancé arena. Se le quedó pegada por la cara porque la llevaba pegajosa por el zumo y me empecé a reir. Me dejé caer en el suelo y él me tiró arena. Me fui corriendo hasta el agua pero no entré y le lancé arena. Entonces, Jon se paró y me dijo:
-Joder, me has metido arena en el ojo...
-Perdona. ¿Estás bien?
Me acerqué y cuando estaba en frente suyo, pude ver su sonrisa. Me cogió y se tiró conmigo al agua.
-¿¡Qué haces!? ¡Voy vestida! Con el día malo que hace... ¡luego tendré frío!
-La venganza se sirve fría y... tranquila, sólo lloverá por la noche.
 Se me acercó y me cogió por la cintura.
-¿Ah sí? - le pregunté - ¿Y cómo lo sabes?
Pegó su frente con la mía y me dijo:
-Me lo ha dicho el hombre del tiempo...
Terminó la frase riendo y yo con él. Entonces, se sumergió y me sacó hacia arriba con fuerza y me soltó. Parecía que estaba saltando como un delfín. Y justo cuando caí al agua me cogió. Fue una cosa rara, pero fue muy divertido. Salimos del agua riéndonos escupiendo agua y totalmente mojados. Fuimos a la caseta de los socorristas y me dio una toalla. Me sequé un poco pero la ropa seguía igual así que le dije:
-Toma la toalla, que me voy a fiar del hombre del tiempo
Los dos nos reímos. Entonces me di cuenta. Había perdido el móvil. Recé para que no estuviera en el agua. Salí de la caseta y lo vi en la arena. Corrí hasta él. Fue un alivio. Volví a la caseta y Jon me miró extrañada. Levanté el móvil y le dije:
-Mi móvil. Lo había perdido en la arena.
-Menos mal que no se ha mojado.
-Pues sí.
-Sí...
-Bueno, me tengo que ir. Tengo... que cambiarme de ropa.
-Vale, adiós.
-Adiós.
Me recogí un mechón de pelo detrás de la oreja y salí de la caseta.

Llegué a mi casa mojada y llena de arena. Me duché y me cambié de ropa. Estaba confusa, pero feliz. Jon era genial y no quería perderlo por tener novio. Pero él tenía que entender que sólo podíamos ser amigos. Había sido genial y no había pasado nada en plan "amor". Pensé que él ya lo estaba aceptando y me gustó la idea. Salí a la galería y respiré el aire fresco y salado que venía de la playa. Al rato empezó a chispear así que entré a dentro. Me tumbé en el sofá y vi un mensaje de Jon que decía:
El hombre del tiempo se ha equivocado. Si llueve ahora... por la noche no lloverá. ¿A las 22:00 en la caseta?
No pude evitar sonreir. Y le contesté con un:
Por supuesto.
 Apagué la pantalla del móvil y lo puse en la mesilla.

Mientras tanto en la caseta...
Jon estaba recogiendo las cosas y entonces entró Unai en la caseta.
-¿Qué hay? - le preguntó Jon.
-Nada, tío. Que estaba lloviendo y yo estaba cerrando el chiringuito y al ver las luces pensaba que alguien se las había dejado encendidas.
-Ah pues no. Estoy yo jaja.
-Eso ya lo veo, jaja. Esta cayendo una buena. Mejor nos quedamos hasta que pare, ¿no?
-Por mí bien.
-Oye, hoy te he visto con Gema.
-Sí, se ha tomado un zumo.
-Bueno, se ha tomado lo que no te ha tirado por encima.
-¿Lo has visto todo, o qué?
-Tío, si hasta lo he grabado en vídeo.
-Será una broma, ¿no?
-Pues sí jajaja.
-Puff, me lo había creído, te lo juro.
-¿Y qué pasa? ¿Hay algún problema? ¡Ah claro! Se me había olvidado, tienes novia, tío.

Jon había notado la ironía, pero tenía razón.
-Oye, no. Por ahí no sigas.
-¿Por qué? Se ve que te gusta y si todos lo ven, al final tu novia se va a enterar. No hace falta que yo le enseñe nada.
-Unai...
-No, tío. Eres mi amigo, y te lo digo por tu bien.
-Mira, Gema me gusta muchísimo y no la voy a olvidar básicamente porque la veo cada día. Pero lo nuestro es imposible porque aunque yo cortara con Irantzu, ella no va a cortar con su novio. Y además, yo quiero a Iran, es genial y me quiere mucho así que no la voy a dejar por una que ni me mira.
-Te equivocas, ella te quiere, me lo confesó el otro día. Pero no va a cortar con su novio porque lo quiere. Así que lo mejor es que no os olvidéis. Que solo seáis amigos y ya está.
-Tienes razón. No hace falta que la olvide, solo que seamos amigos.
-Claro.
-Pero... una cosa. ¿Qué es eso de que hablásteis?
-Nada, que se sentía mal y hablamos.
-Ah vale...
-No te pongas celoso que ya sabes que su amor es I-M-P-O-S-I-B-L-E.
-Unai, que ya lo sé. ¿Por qué te tomas tantas molestias con...eso? Tío, no me lo puedo creer.
Jon se levanto y se acercó de frente a Unai.
-Jon, ¿qué dices?
-¡Te gusta Gema! Por Dios, ¿cómo no me he dado cuenta?
-Jon, ¿qué dices? A mi no me gusta Gema.
-¡Claro que sí! ¿O es casualidad que estuvieras mirando todo lo que hicimos?
-Jon...
-¡No me digas que es mentira porque no me lo creo!
-No te voy a decir que no. -dijo Unai sentándose. Jon se sentó a su lado. - Tienes razón... todo esto que te digo me lo repito cada mañana a mi mismo.
-Unai, lo siento, pero todo eso es cierto. Es imposible.
-Sí, lo sé. Pero lo peor es que aunque sé que es imposible, no me gusta veros juntos, no sé cómo explicarlo.
-Estás celoso.
-No solo eso. Me duele que si no tuviera novio, estaría contigo y no conmigo.
-Joder, ahora mismo me siento mal.
-No lo hagas, Gema no nos pertenece a ninguno.
Unai se levantó y salió de la caseta. Había dejado de llover pero él se iba a quedar a dormir en la caseta. Necesitaba tiempo para reflexionar. Sobre Gema, sobre Unai... y sobre Irantzu...

Continuará...


domingo, 1 de diciembre de 2013

Capítulo 24. Con el agua al cuello.

"Cuando crees que lo tienes todo, llega alguien y te hace ver que no tienes nada". Gema.

Todo había acabado bien, o eso pensaba. Habíamos cenado las tres juntas (Irantzu, Estitxu y yo) y nos lo habíamos pasado genial. Estitxu y yo estábamos tranquilas, Ana estaba en buenas manos y en un par de semanas la vería por fin. Había hecho limpieza de mensajes, pero había uno que me tenía confusa. El de Jon. Si algo podía empeorar la situación era Jon. Para ser un socorrista estaba dejándome con el agua al cuello.

Quedé con Estitxu e Irantzu para dar una vuelta, pero Estitxu hablaba de sus cosas de socorrista, Irantzu hablaba de Jon y yo no podía parar de pensar en ese mensaje. Lo que había pasado había quedado en el olvido pero al parecer él quería algo más o estaba muy confuso. Entonces, escuché cómo Irantzu hablaba de Jon. Hablaba de él como si de un dios se tratara y decidí por Jon. Borré su mensaje y seguí hablando con mis amigas. Si Jon quería algo conmigo que hubiera roto con Irantzu antes de que estuviera tan colada por él. Una traición así es impensable. Rompieran o no Jon era inalcanzable y desde luego, si llegaba a romper con mi amiga por mí me daría asco. Así que...

Llegamos a la playa. Jon no estaba porque no era su turno. Estitxu estaba muy contenta, el hermano de Unai le había dejado su turno porque él también estaba en pruebas, por así decirlo. Mientras Estitxu vigilaba como toda una pro, Irantzu y yo hablamos.
-Gema, me alegro de que tu amiga esté bien.
-Gracias, aunque ya me lo dijiste.
-Es que me habría gustado ayudar, estar ahí...
-Ya te disculpaste al vernos y en la cena. Todo está bien.
-Ya pero...
-Nada de peros. Amigas y punto. De hecho no me enfadó que no vinieras, no te procupes.
-Gracias.
-De nada. Para eso están los amigos.

Nos abrazamos y entonces... apareció Jon... Irantzu fue a besarle y yo les miré. Y entonces, vi como Jon me miraba. Le miré fijamente a los ojos... sus ojos marrones miel y... el tiempo se paró... Fue como un instante largo. Aparté la mirada sonrojada. No era posible. Me lo quité de la cabeza por un segundo pero tenía que comprobar algo. Volví a mirarle con disimulo y así era, él seguía mirándome. Bajé la mirada y me puse el pelo por detrás de la oreja. El beso terminó y Irantzu se fue a por dos zumos, para Jon y para ella. Jon se me acercó y apoyó una mano al lado mío en la estructura del socorrista. Lo miré y él me sonrió. Yo le dije:
-Jon, no es tu turno.
Él rió y me respondió:
-He venido por tí. Ya sabes ese dicho. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma.
-¿Qué? ¿Por mí?
-Sí.
-Jon... - enfurecí al mismo tiempo que me sentí débil. - Tienes novia, ella te quiere y...
-Pero yo te quiero a ti.
-Si eso es verdad, ¿cómo puedes estar con ella? Le estás haciendo daño.
-Yo le gusto, eso es todo. Pero lo que yo siento por tí es...
-Para, para, para. Irantzu está coladita por ti. No tienes ni idea de cómo habla de ti.
-Lo hace porque todas las de la playa están coladas por mí.
-Mira, lo que importa no es eso. Lo que importa es que ella te quiere mucho más de lo que tú crees y tú te centras en mí y te estás perdiendo todo su amor. Así que mira, ahí viene, Te vas a tomar el zumo con ella y te vas a olvidar de mí.
-Pero...
-No. Ni peros ni nada.

Jon me miró con despecho y le miré con pena. Cambió su cara y se giró hacia Irantzu. Sentí que se me paraba el corazón. Todo había pasado tan rápido que apenas me había dado cuenta de que había pasado. Le dije a Estitxu que tenía que irme. No podía estar más allí viendo cómo Jon me miraba de vez en cuando.
Para él era difícil, pero para mí...

Me estaba yendo y vino Unai por detrás de mí.
-¡Gema!
-¿Unai?
-¿No tenías que estar con tu hermano?
-Sí, pero... Gema. ¿Te das cuenta de lo que estáis haciendo?
-¿De qué hablas?
-Venga ya, Gema. Lo sabes perfectamente.
-Pues no, no tengo ni ide...
-Jon.
No había terminado la frase y él me interrumpió. Se me paró el corazón. ¿Tanto se notaba? Eso no era bueno.
-Dios...
-¿No esperabas que me diera cuenta? Ha sido mirar a Jon y mirar en esa dirección. Te ha estado mirando el 90% de las veces.
-Eso no es verdad.
-Lo es. ¿Y sabes qué?
-A ver.
-Que la manera en que lo mirabas te delataba.
-Vale, sí. Él me quiere pero es imposible porque yo tengo novio y por si él no lo sabe, él también tiene novia.
-Te dejas lo más importante.
Bajé la mirada. Y Unai dijo:
-Que a ti también te gusta. Es más, te gusta mucho.
No podía responder. Unai me cogió por el brazo y me abrazó.
-No te preocupes. - me dijo - Si todas las coladas por Jon estuvieran así la playa parecería un cementerio. Se te pasará.
-Gracias, pero creo que lo mío va más allá.
Me solté y me fui. No podía creerlo, lo había reconocido. Si hasta yo me había desengañado...

Continuará...