Estaba en casa con Jon. Ya había recorrido la playa otra vez para volver
-¿Qué pasa? - me dijo.
-Jon, tú ya sabías que yo... tenía novio.
-Claro.
-Y... ¿no te sientes mal?
-No. A ver, no porque te tengo a ti pero... supongo que el chico se habrá quedado mal cuando le hayas dicho que habías conocido a otro y tal.
-Ese es el problema. Que no he cortado con él.
-¿¡Qué?!
-Es que no puedo. Yo... ¡No puedo!
-No me puedo creer que no se lo hayas dicho. Al principio vale, pero ahora que hasta hemos...
-Lo sé. ¡Lo sé! Pero ¿cómo iba ha decírselo?
-No sé. Pero ahora le estás poniendo los cuernos.
-Odio admitirlo pero...
-Sí.
-Sí.
No podía creerlo. Hasta Jon me confirmaba que estaba mal.
Respiré.
-Vale, de hoy no pasa. Ya está.
-Pero, ¿tú le quieres?
-Hace una semana te habría dicho que sí.
-Pero... ¿ahora?
-No. Ya no.
-Entonces, llámale y cuéntale todo.
-No puedo.
-Si no lo haces me iré y no volveré a verte.
-¿¡Por qué?!
-Porque si yo fuera él, me gustaría saberlo.
-Joder, tienes toda la razón. Tengo que llamarlo.
-Así me gusta.
Me cogió por la cintura y me tiró al sofá. Me reí y no pude evitar quitarle la camiseta. Él me la quitó a mi y me puse encima suyo. Me agaché para besarlo y cuando levanté la vista... ahí estaba él.
-¡Sorpresa! - dijo. Y se quedó mudo.
* * *
-¿Gema?
-¿Alex?
-¿Ese es?
Los dos miramos a Jon y después nos empezamos a vestir otra vez. Alex salió por la puerta y yo detrás.
-¡Alex! ¡Espera!
-Gema, ¿cómo has podido? - decía sin volverse.
Salió del edificio conmigo y Jon detrás. Ya casi era de noche, pero no se veía ninguna estrella.
-Alex, escúchame.
-Te dije que se lo tenías que decir. -dijo Jon.
-¡Cállate por Dios! - le dije.
Paró en seco.
-Lo siento. - le dije.
-No, no. Perdona. Culpa mía. - dijo.
Seguímos corriendo detrás de Alex.
-¡Alex para ya! Te entiendo. Mereces una explicación.
-¡No hay nada que explicar! Sé lo que significa cuando una persona está encima de la otra.
Por fin había parado y se había girado hacia mí.
-Alex. No pude. De veras lo intenté pero... me enamoré de él y...
-¿No podías decírmelo? ¿Acaso no podías?
-No, no podía. Porque te quería. Pensé que decírtelo iba ha ser horrible y... como volvería en poco tiempo, pensé que podría callármelo.
-Pues he hecho un viaje para nada.
-No, no. Escúchame. No puedo dejarlo todo así.
-Gema, vete.
-No, no, ¡no!
-¡Vete! ¡No quiero que me veas llorar!
Pero enseguida empezó a llorar.
-Alex, te juro que Jon quería que te lo contara él no sabía nada.
No me miró. Al revés. Miró detrás de mi para ver a Jon. Pasó de mi y le pegó un puñetazo.
-¡¿Estás loco?! ¿¡Qué coño haces?! - dije.
Jon le devolvió el golpe con creces. Él iba al gimnasio, era atlético y Alex...
-¡Para, para! - le pedí a Jon. Pero le siguió pegando. - ¡PARA!
Paró.
-Perdona, perdona. -dijo exhausto. Y se separó de él.
Me agaché junto a Alex.
-¿Estás bien?
-No. Roto por dentro y roto por fuera. - dijo mientras se tocaba el ojo y el párpado. Se le iba a poner rojo, y morado.
-Alex, - dije medio llorando - solo espero que puedas perdonarme. Yo te quería y te puedo asegurar que siempre serás genial para mi pero... cuando conocí a Jon...
-Sí, sí, lo entiendo. Ya conoces nuestro pasado.
-Parece que nunca íbamos a ser una buena pareja.
-Cierto. No deberíamos haber vuelto. Sólo dime una cosa.
-Tú dirás.
-¿Por qué? ¿Por qué has venido hasta aquí?
-Porque yo sí que te sigo queriendo. - me saltó una lágrima.
-Joder, Alex. Te juro que ha sido hace poco. No pienses que te he estado engañando todo este tiempo.
-Tranquila. Puedo perdonarte lo que sea.
-Joder. Prométeme que seguiremos siendo amigos.
-Puedo perdonarte pero... no será lo mismo.
-Lo siento.
Entonces empecé a llorar y se le cruzaron los cables.
-No puedo.
-¿Qué dices?
-¡No puedo olvidarlo!
-Pero...
-¡Gema! ¡Me has roto! ¡Has cogido mi corazón y lo has partido en mil trozos!
Me levanté.
-Hace un momento decías que...
-¡Calla! Intentaba se amable y perdonarte. ¡Pero no puedo!
-Alex, ¡Alex! ¡Perdóname! ¡No quería que esto acabara así yo...!
Me pegó. Me pegó una bofetada y caí al suelo de rodillas.
-Alex... - dije mientras me tocaba la mejilla. Estaba caliente. Y apuesto a que roja.
Jon le pegó. Lo tumbó en el suelo. Lo paré. ¿Acaso era el infierno? ¿Acaso había muerto y había ido al infierno? Porque Alex y Jon se estaban peleando y Alex jamás me había levantado la mano. Y mucho menos, había llegado a pegarme. Que yo recordara.
Jon paró. Lo dejó. Vino junto a mí y me tocó la mejilla. Me limpió las lágrimas con el dedo y susurró:
-Qué hijo de puta...
Estuvo a punto de volver a pegarle pero le agarré del brazo y le dije:
-No. Te equivocas. Me lo merecía.
-Bueno, en parte tienes razón. Pero no debería haberte pegado.
-Vamos a perdonarlo, ¿vale? Porque dudo que me vaya a perdonar a mi.
Jon me besó y entonces vimos cómo Alex se alejaba corriendo.
-¿A dónde va? - me preguntó Jon.
-No lo sé.
Lo vimos coger un coche.
-¿Sabe conducir?
-No. ¡Es el coche de su hermano! ¡Mierda!
Me levanté corriendo con Jon detrás. El coche arrancó y Alex se fue. Corrimos detrás de él. Pero solo unos metros. Caí de rodillas llorando.
-¿Por qué? ¿Por qué tuve que hacer nada?
-Gema, la culpa es mía.
-No, de eso nada. Por mucho que te quiera... debería habérselo dicho.
Me acarició la mejilla y justo cuando iba ha hablar, escuchamos que algo se chocó. Algo próximo a nosotros. Algo como un coche.
* * *
Corrimos hasta la columna de humo y sacamos a Alex del coche. Jon lo cogió y fuimos corriendo hasta Urgencias. Lo dejamos allí. Esa vez no me sentía una mierda, definitivamente, era una mierda.
Jon y yo nos quedamos sentados allí toda la noche. Toda.
Continuará...
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