lunes, 31 de marzo de 2014

Capítulo 38. Dos días. Primera parte.

"Un día cualquiera... No. El penúltimo día." Gema.

-¿Gema?
No sé quién es. ¿Quién eres, voz? Intento ver con claridad pero no puedo. Intento decir "¿quién eres?" pero solo consigo dejar salir un gruñido por mi boca. No puedo ver bien ni hablar. Pero sí puedo escuchar.
-Está fatal.
-Ya lo veo. ¿Qué hacemos?
-Eres la mayor. Tú sabrás.
-De eso nada. Somos gemelas. Me da igual haber nacido dos segundos antes.
-Bueno, déjalo. ¿Qué hacemos con ella?
Por el contexto y por las voces, intuyo que son Irantzu y Estitxu.
-¿La llevamos a casa?
-¿¡Estás loca?! Sus padres la matan. Hay que llevarla a...
-¿A la caseta?
-¡Buena idea! Cógela por los pies.
-Vale.
Entonces, noto cómo me elevo. Intento focalizar la vista en el bulto que tengo delante y al final, consigo ver el rostro de Estitxu. Pero estoy muy cansada, así que me duermo.

Despierto rodeada de gente. Ahora veo bien. Me siento y los veo a todos. Mis amigos me han estado cubriendo para que mis padres no se preocuparan y ahora no paran de mirarme. Sé que lo han hecho porque sino no estaría aquí, sino en casa con mis padres mirándome. Nadie habla hasta que Jon da un paso adelante.
-Gema, ayer te pusiste fatal.
-Ya lo intuyo... - digo sarcástica llevándome la mano a la frente.
-Gema, esto es serio. No sabíamos qué hacer - dijo Estitxu.
-Ya os he dicho que estoy bien.
-¡Gema! ¿Quieres escuchar? La próxima vez te irás de cabeza al hospital. Y no por un coma etílico sino porque nosotros te llevaremos- dijo Unai.
-No habrá próxima vez. Me quedan dos días aquí.
Silencio.
-¿Por eso lo has hecho? - preguntó Irantzu.
-No, que va. Es... por otra persona.
Entonces, Jon me cogió del hombro y me sacó afuera.
-Tiene que darte el aire - dijo como excusa. Y por raro que parezca, supe que era una excusa porque sabía exactamente lo que iba ha decirme.

-Gema. Sabes que no voy ha olvidarte, ¿no?
Zas.
Lo sabía.
-Jon... esto no es por ti, de verdad...
-¿Entonces...? ¿Es por otro?
-Sí - su cara fue asombrosa -. No.
-¿Sí o no?
-La dos. A ver - estaba muy confundido. Y no me extraña. Hasta yo creía que era imposible expresarse peor.
-Explícate.
-Hace tiempo un chico me habló por WhatsApp y nos hicimos muy amigos. Él me contaba muchas cosas para que dejara a Alex y me mandaba fotos de lo que hacía en mi ausencia... Eso me hizo flojear y bueno, enamorarme de ti. El caso es que hace mucho que no hablabamos y, de repente, el otro día me dijo que lo olvidara.
-¿Qué?
-Como lo oyes. Me puse tan nerviosa que al ver a Irantzu y Estitxu decidí darme una buena fiesta. Pero te juro que yo no quería ponerme tan mal. Y por cierto, gracias. De no ser por vosotros... a saber qué me habrían dicho mis padres.
-No, de eso nada. A saber lo que te habría pasado. Además, fueron Estitxu e Irantzu las que te trajeron.
-Lo sé. Lo vi todo. Bueno, vi bultos y escuché todo. No podía hablar.
-Gruñiste, lo sé. Nos hemos enterado.
-Oye... quedan dos días. No lo volveré ha hacer.
-Aún así. Es que...
-¿Qué?
-Pues que si te has pillado semejante pedo por eso... ¿qué pasará cuando ya no estés aquí?
-...
-Me refiero, si soy tan importante como tú lo eres para mí...
-Te entiendo. Pues creo que la única solución será...
Noté que Jon estaba tenso y que se estaba tensando más. Así que decidí reír.
-Será... - empecé- ¡venir ha verte!
-Jajaja.
-¿Tan raro sería? No quiero dejar de verte nunca.
-Te quiero.
-Y y...
No pude acabar. Me cogió de la mano y me besó tirando hacia él. Al principio era algo así como un pico. Pero entonces, abrió la boca y tuve que soltarle la mano para rodearle el cuello con los brazos.

El tiempo se detuvo, pero solo para nosotros. Él me apretaba contra él y yo no dudaba en dejarle. Me metió la mano por el pelo, por detrás de la oreja y me acarició. Entonces me besó el cuello y me entraron ganas de arrancarle la camisa. Pero en vez de eso, me limité a acariciarle el cuello con las manos que me colgaban por detrás de su cabeza. Del cuello, bajó hasta mi clavícula y de ahí hasta mi hombro. En Madrid me habría importado pero en Vizcaya todo era distinto. Tanto que me daba igual quién pudiera vernos. Bueno, no del todo. Mis padres me importaban, la verdad. Me di cuenta de que mis pensamientos se estaban alejando de lo que estaba pasando así que, de alguna manera, me aparté un poco de él para que dejara de besarme y así poder buscar sus labios con los míos. Tras un largo beso, ambos sonreímos y él dijo:
-Sabe a vodka.
Y yo, que por poco me río y destrozo el momento le dije:
-Sabe a Jon.
Y él dijo:
-¿No me digas?
Antes de que pudiera reaccionar, me cogió como pudo y me llevó corriendo hasta la orilla. Yo pataleaba pero no seriamente y gritaba, aunque en realidad estaba riendo.
-¡No!
Grité antes de que se lanzara conmigo al agua diciendo:
-Tranquila, soy socorrista.

Mi ropa de lavó. Y estuvo bien porque el olor de mi ropa y bueno, de mí misma no era "adecuado" para el olfato de mis padres. Después de chapotear y besarnos como la primera vez (no primera pero una vez), salimos del agua y me fui al apartamento. Para mi sorpresa, mis padres estaban allí.
-Hola, Gema. Hoy has madrugado - dijo mi padre.
-Sí, bueno, es verano y... Bueno, ya queda poco.
-Te entiendo - dijo mi madre.
-Ve preparando la maleta. Mañana será el último día y no queremos estar aquí preparando las cosas, queremos salir y pasarlo bien - dijo mi padre.
-Totalmente de acuerdo - dije.

Ya quedaba poco...

Continuará...


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