viernes, 18 de julio de 2014

Capítulo 10 (53). Tirando los trastos desde 1997.

Traspasar todo el día con Anaís, llegó la noche y una extraña meta cruzó por mi mente dispuesta a quedarse. Algo me dijo que esa noche iba a ir al NBM. El chico del cual estaba enam... pillada, del cual no sabía nada -a parte desu edad-, iba ha ir esa noche. Estaba segura. Y esa meta que quería conseguir, era saber su nombre. Quería descubrir cómo se llamaba. Ya me daba igual que no quisiera nada conmigo -bueno, no del todo-, solo quería saber su nombre para que dejara de ser un extraño, a fin de cuentas.

Estuve un buen rato pensando en qué ponerme.


Al final me decanté por una camiseta blanca de manga corta
con letras negras, una falda skater negra
y unas cómodas sandalias negras.

Llegué allí y me planté en la entrada. Al principio estaba decidida pero... Según pasaba el tiempo miles de preguntas aparecían y me hacían dudar sobre lo que iba ha hacer. Si me portaba como había pensado... seguramente no volvería a verle. ¿Y qué? Mi vida era una especie de culebrón -de los malos malísimos- en el cual no dejan de pasar cosas y cosas hasta que ya no crees que sea verosímil. Solo había pasado un año. Ni eso. Un par de meses, como mucho. Algo así como mayo y junio. 

Por aquel entonces, yo era feliz. No solo era feliz sino que mi vida era maravillosa. Tenía un novio con el que hablaba todos los días, a todas horas, y una pandilla de amigos con los que me lo pasaba genial. Mi familia seguía como siempre, nada malo. ¡Todo era genial! Pero el verano llegó dispuesto a poner mi mundo patas arriba.

De ese novio mío, no sabía nada ya hacía un tiempo. Ni de él ni de mis otras supuestas amigas. De nadie. Ya ni sabía si quería verlos y pedir explicaciones o si no volver a verlos nunca, en la vida. En toda mi vida. Mis amigos, ahora, ya no querían quedar porque estábamos de secretos hasta arriba. ¿Acaso había alguien sin secretos? Obvio no. Todos teníamos secretos, yo incluida, y eso no es lo que solíamos hacer; ocultarnos todos nuestros problemas, no dejarnos ayudar... Por no hablar de en casa, que no hago más que evitar a mis padres, mentirles y escaparme de todo por las noches para... olvidar. 

Si comparáramos el verano anterior con este... El resultado sería "error".

-¿Gema? - dijo una voz familiar detrás de mí.
-Hola - dije descubriendo, precisamente a la persona que estaba esperando.
-Será mejor que me va... -empezó a decir.
-¡No! No, quédate, por favor - dije agarrándole del brazo.
-Vale... Esto... ¿Qué tal? - preguntó muy sorprendido por mi reacción.
-Bb... Mal. Fatal - dije al final.
-Oh, vaya. Lo siento - dijo él.-
-No lo sientas. Vámonos de aquí - dije tirando de él hasta la salida (que estaba a unos pasos).

Una vez fuera fuimos a sentarnos a un banco. No sabía qué decir. Quería saber su nombre. Quería hablar con él. Quería desahogarme. Pero tal vez él no quería pararse a escucharme.

-Todo es tan pésimo - dije al fin.
-Puedes contármelo - dijo él.
-Es que... El año pasado, mi verano fue perfecto. Hubo alguna mala racha, pero lo bueno compensó todo lo malo - empecé -. Conocí a un chico, que se convirtió en mi novio y también hice otros tres amigos; un chico y dos chicas. Acabó el verano y todo parecía irse a la mierda... Pero mis padres compraron el apartamento así que... Así que estoy condenada a volver - dije medio llorando.
-Pero hombre, eso es bueno. Así no los perderás, ¿no crees? - dijo él extrañado.
-No. No porque hace dos meses perdimos el contacto. Siempre hablábamos, todos los días o casi todos. Y de repente, un día, todo se terminó. Dejaron de responderme, dejaron de ser mis amigos. ¡Y ahora no quiero volver!
-¿Por eso vienes aquí tan a menudo? 
-Básicamente, sí. Pero hay más. Mis amigos de aquí están muy raros, tienen secretos. Y aunque ya conozco algunos... Hasta yo he acabado teniendo este secreto y solo lo sabe una persona porque se lo he dicho hoy.
-¿Qué secreto?
-Este. Tú. La discoteca. Todo esto que hago cuando me "voy a dormir".
Me inclinó hacia él y me abrazó. Yo le abracé y tuve que preguntar:
-Ahora que lo pienso, no llegaste a decirme tu nombre.
-Porque no quisiste - dijo con una leve sonrisa.
-Pues ahora quiero saberlo.
-Pero yo no te lo quiero decir. 
-¿Por qué? - dije separándome de él.
-Porque... -empezó a decir hasta que lo interrumpí. El problema es que me sentía tan traicionada ya que salté a la defensiva antes si quiera de ser atacada.
-¿Porque nos acostamos nada más conocernos? ¿Porque tengo diecisiete años? ¿Porque vivo con mis padres? ¿Porque soy menos? ¿Porque tengo una vida de mierda ahora mismo? Dime, ¿por qué no quieres decirme tu maldito nombre? - grité levantándome del banco.
-¿Quieres calmarte? Era solo una broma. Se ve que lo estás pasando muy mal porque te estás pasando conmigo - dijo ya sin su sonrisa.
-¡Es que estoy harta de que la gente me traicione! - grité a pleno pulmón.
-¿¡Crees que yo no?! - gritó él de repente -. Yo  también tengo una vida desmoronándose. Poco a poco. Y yo lo veo. Yo veo como tengo un apartamento pequeñísimo que, dentro de poco, ya no podré pagar. Tengo un sueldo de mierda y algo me dice que pronto no lo voy a tener. Además, también estoy estudiando otra carrera en la Universidad y a lo mejor no puedo terminarla. Mis padres creen que me va bien porque no pienso ir a verlos y preocuparles con mis estudios y mi casa porque van a querer ayudarme, que para ellos es sinónimo de pagar todo. Y se van a quedar sin nada. Pero claro, no puedo dejar de verlos, así que cada semana o cada dos semanas que voy a verlos intento parecer feliz por unas horas para que ellos no sospechen y poder irme tranquilo sabiendo que les estoy engañando, claro está, hasta la semana siguiente. Y te preguntarás cómo es que vengo al NBM para gastar un dinero que me hace falta. Pues es que no lo gasto. Trabajo aquí limpiándolo todo después de que todos se vayan. Es un empleo de "medianoche y madrugada". Por eso vengo sobre los diez o las once, por si hay algún día que pueda irse todo el mundo pronto y yo pueda terminar de trabajar antes de las cinco de la mañana. Yo tenía un negocio, pero me traicionaron. Y ahora mi vida pende de un hilo. Pero no contaba contigo.
-Yo... lo siento... - dejé salir con un hilito de voz.
-No pasa nada. Todos estamos jodidos.
-¿Y qué es eso de que no contabas conmigo? - pregunté.
-Pues que... no pensaba que mientras estaba "de incógnito" me iba a enamorar- dijo-. Al principio solo me llamaste la atención pero... Cada vez que nos hemos visto he tenido que contenerme de hacer... - paró en seco y se quedó mirándome.
-Hacer... ¿qué? - pregunté mirándolo a los ojos.
-Esto - dijo. Y me besó.

-Perdona. Perdona, de verdad - dijo.
-No, no, no. No me tienes que pedir perdón - dije.
-Es que... Dios mío no hago más que liarla - dijo avergonzado.
-¿Tú? Por favor, he tenido tantos problemas amorosos en los últimos veranos que debería hacer una película basada en ellos y titularla "Tirando los trastos desde 1997". Soy guapa, ¿y qué? Hay muchas más chicas en el mundo mucho más simpáticas que yo, con mucha más paciencia, mucho más simpáticas y mucho más... equilibradas...
-¿Qué dices, Gema? No sé qué problemas amorosos has tenido, pero de lo poco que te conozco te he cogido mucho cariño. No me llamaste la atención por ser guapa sino... por los gestos que hacías... por... En fin, que eres más que una cara bonita. 
-Muchas gracias pero... últimamente creo que me estoy volviendo loca.
-Gema, según lo que me has contado, te han roto el corazón. Ese chico, pasó de ser tu novio a ser un fantasma. Dejó de existir de repente. Y que esos amigos también te dieran de lado, no creo que haya ayudado mucho. No estas loca, no eres una desequilibrada mental. Te han roto el corazón y, en vez de venir aquí a ganar más personajes para la película esa que dices que deberías hacer, deberías tratar de arreglar las cosas. Se te ve una chica fuerte, y seguro que puedes con ello.
-Dios mío, ahora entiendo por qué quería saber tu nombre a pesar de todo - dije con una gran sonrisa.
-Jajaja. Bueno pues... me llamo Adrián - dijo.
-¿Adrián? Me gusta - dije sonriendo.
-Bueno, voy a ir entrando... Se nos ha pasado la noche hablando - dijo mirando el reloj.
-¡Dios mío! Tienes razón. Debería irme - dije.
Quise besarlo, de veras que quise hacerlo. 
Pero al final, solo le dije:
-Adiós, Adrián.

Y me alejé sonriendo.

Continuará...

(Perdón por no subir... Estoy haciendo un canal de You Tube y tengo que coger el ritmo. Pero bueno, ya os explicaré el "calendario" que tengo preparado para subir los capítulos).

2 comentarios:

  1. Holaa, me puedes decir quien era el chico de la ventana del capítulo 9??
    Besoo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Marta! Pues no sé si está en el próximo capítulo (que está casi acabado), si no lo está tendré que ponerlo jaja pero juraría que está en el próximo capítulo. De todas formas... ¿Quién crees que es? ¡Besos! -A

      Eliminar