miércoles, 21 de mayo de 2014

Capítulo 2 (45). No answers on the phone.

Ya habían pasado tres días desde que nos habían dado las notas. Mis padres decían estar orgullosos una y otra vez y yo no hacia otra cosa que hablar y quedar con mis amigos. Pero era verano... Y me sentía sola.

El verano, en mi idioma, se traducía como "Jon", así que para mí un verano sin Jon era como un verano sin sol para el resto del mundo... No necesitaba ir corriendo a Vizcaya, me bastaba con recibir algún mensaje suyo. Cada día, por la noche, veía que no me había mandado nada y las mismas preguntas aparecían por arte de magia en mi cabeza: ¿Por qué? ¿Qué ha pasado? ¿Qué es tan importante? ¿Qué ha sido del "te llamaré todos los días y sino te mandaré un WhatsApp"? No lo sabía. Solo sabía que se había ido. Incluso todo él. Había caído en el fondo de mi corazón y notaba su falta. Estaba por ir al médico y decirle "mire, tengo falta de Jon así que recéteme lo que sea pero hágalo ya". Me estaba volviendo loca.

Estaba leyendo un libro, cuando me llegó un WhatsApp. Miré el móvil que estaba en mi cama. Cómo parpadeaba la luz... Solté el libro poniendo el marca páginas y salté de la silla a la cama. Busqué el WhatsApp y lo leí: "Gema, te quiero, ¿por qué no quedamos?". Sonreí. Pero entonces, vi de quien era. Enrique.

Llevaba todo el curso dándome la tabarra para que saliera con él. ¿Por qué no entendía que tenía novio? Bueno, al menos eso creía. Denegué la propuesta de Enrique (otra vez) y volví a mi libro. Lo había leído muchas veces, quizá, porque me sentía identificada con la protagonista. El libro se titulaba Que no te engañen y trataba de una chica llamada Ana que tenía una buena vida pero sentía que no encajaba. Amaba todo lo que tenía, pero le faltaba algo. Yo creía que lo tenía todo, hasta que fui a Vizcaya. Y ahora que había pasado todo un año, necesitaba tenerlo todo, de verdad, otra vez.

Llegué a mi parte favorita del libro, justo a la parte que da nombre al libro. Ana al fin había encontrado lo que le hacía falta, pero su familia y sus amigos no paraban de decirle que eso no le convenía. "Eso" es un chico. Un chico del que se había enamorado un día que había salido a buscar "algo" nuevo para su vida. Ana se encontraba entre la espada y la pared y su corazón le suplicaba que no se dejara engañar. Que le hiciera caso. Que era lo que necesitaba para ser feliz. Para encajar. Por supuesto, Ana decide plantar cara a su familia y seguir con este chico.

-¿Gema? - sonó la voz al otro lado del teléfono.
-¿Ana?- pregunté pensando que podía ser ella.
-Sí, jeje.
-¿Qué quieres? - preguntó.
-Pues quedar.
-¿Ahora?
-Claro.
-No sé. No me apetece.
-¡Venga ya, Gema! Estamos todos en el parque.
-Vale, vale. Ya voy...

Colgué el teléfono y fui al armario.


Elegí una camisa azul de media manga y unos pantalones largos rosas claritos. Cogí un bolso del mismo color de la camisa y, como zapatos, elegí unos negros y dorados con tacón de aguja. Cualquiera que me viera pensaría que estaba loca por ir con eso al parque jaja, pero lo que no sabían, era que eran muy cómodos. Con saber llevarlos, podías aguantar toda la tarde. Para finalizar, cogí mis gafas de sol de leopardo (oscuras) y salí de mi casa.

Llegué al parque a los quince minutos. Durante todo el camino, me llegaron WhatsApps. Todo el mundo me hablaba... Y justo no me llegó ninguno de Jon. Y muchos de Enrique... 

-¡Gema! - gritó Anaís mientras venía corriendo hacia mí. 
-¡Jajaja! - reí mientras la abrazaba.
-Menos mal que has venido - dijo.
-¿Y eso? - pregunté extrañada.
-Pues que ha venido el hermano de Alex y están discutiendo.
-¿Qué? - dije mientras corría con Anaís.

-¿¡Por qué dices eso?! - se oía decir a Alex.
-¡Porque es verdad! - gritaba Marco, el hermano de Alex.
-¡Mira, vete, estoy con mis amigos y tú aquí no pintas nada! - gritó Alex.

Marco iba a responder pero entonces, aparecimos Anaís y yo y nos metimos en medio para que dejaran de discutir de una vez.

-¿¡Queréis parar!? - gritamos las dos a la vez. 
Se calmaron y Alex metió baza.
-¡Ha sido él! -jadeó y siguió hablando- Ha venido sin motivo a... da igual.
-¿Yo? ¡TÚ! - dijo Marco.
-¿Acaso ves a alguno de tus amigos aquí? - dijo Alex.
-No, ya sé que he venido. Digo... lo de sin razón - justificó Marco.
-¡Es que no tienes ninguna razón por la que... ya sabes! - gritó Alex sin aire.
La gente nos estaba mirando, así que les hice una seña para que bajaran la voz. Ana empezó a decirle a la gente que se fueran a sus asuntos. 
-Mira, Marco, no me hagas decirlo aquí, delante de todos - dijo Alex tomando el control.
-¡Ni se te ocurra! ¡Aquí no! - gritó Marco.
Una larga pausa se formó. Parecí que Alex tenía el control de la situación, pero ni dicha pausa era eterna ni Marco era el único que tenía cosas que ocultar, después de todo.
-Si dices una sola palabra, tendré que hablar yo también... - dijo Marco.
Alex abrió muchísimo los ojos y abrió la boca. Pero no dijo nada. 
Todos mirábamos atónitos. Nadie sabía nada "del tema" y estábamos muy sorprendidos.
Al rato Marco se marchó diciendo "Ya hablaremos" varias veces.

-¿Qué quería? - pregunté para romper el silencio así como la tensión.
Todos me miraron como si fuera culpable de algo y después miraron a Alex.
-Nada... Él solo... - balbuceó.
-Puedes contármelo - dije acercándome a él.
-Ya pero... Joder es demasiado - dijo.
Nadie entendía nada. 
Anaís decidió que Alex necesitaba desahogarse así que se puso a su lado y le dijo lo mismo que yo.
Alberto se acercó lentamente y le dijo "Tío, somos tus amigos".
Y como tales, lo acompañamos a casa sin hacerle contarnos "eso".


Alberto y Anaís se prestaron a acompañarme hasta mi casa. Durante el camino, hablamos de cualquier cosa que se nos ocurría con tal de esquivar el tema del cual queríamos hablar realmente. Alex, mi mejor amigo y ex-novio dos veces... ¿Qué podía ser tan importante como para enfrentar a dos hermanos y ocultarlo a tus mejores amigos? Esa era la pregunta. La pregunta que nos atormentaba mientras disimulábamos hablando del buen día que hacía y de que si haría el mismo tiempo al día siguiente. 

Llegamos al portal de mi casa y nos despedimos. Subí las escaleras corriendo. Entré y corrí hasta mi habitación, cerré con el pestillo (que había instalado desde que a mi madre le dio por registrarme) y vi mi libro sobre la mesa. Lo cogí dispuesta a leer toda la tarde y toda la noche para permanecer despierta por si Jon me mandaba algo. Iba a bajar el estor cuando vi a Alberto y Anaís besándose, caminando a paso lento y apoyándose el uno en el otro... "Maldito Jon", pensé. 

Me tiré sobre la cama dispuesta a completar la operación "No answers on the phone" con éxito. Capítulo 15. Mi madre llamó varias veces a la puerta para que fuera a cenar. Y a todas ellas respondí "No tengo hambre, mamá". Capítulo 20. Mi madre insistió en que cenara algo. Me había dejado la cena sobre la mesa. Capítulo 23. Los WhatsApps volaban y ninguno era de Jon. Al final tuve que bloquear a Enrique. Capítulo 27. Me rugía la tripa y me estaba empezando a dormir así que pensé que cenar me despertaría. Salí de mi habitación y fui a la cocina. Cogí un vaso de agua y me lo llevé a la mesa. Cene en unos diez minutos y recogí la cocina, lo que me llevó unos quince minutos. Volví a mi cuarto, cerré con pestillo y  volví a leer. Capítulo 30. Ana ya era feliz, y encajaba y yo sentía que cada vez encajaba menos: ya ni siquiera era igual que Ana. En esa parte de la historia, no era yo. Era la Gema de 16 años en Vizcaya. Cerré el libro y me miré al espejo. "Esa no soy yo", susurré. Me senté en la cama y cogí el libro. Miré la portada, la toqué... "Entonces, ¿quién soy?", murmuré. Quedaban unos cuantos capítulos y ya eran las dos. Nada importaba así que seguí leyendo. Capítulo 33. De repente, mi vida dejaba de ser parte del mundo. Capítulo 35. Final. Tal vez la felicidad no exista. Prólogo. Ana por fin sentía que formaba parte del mundo. Fin. "Gema por fin acepta, que el mundo no es para ella", dije cerrando el libro y colocándolo en la estantería.

Estaba muy cansada y estaba muy rallada. Estaba empezando (de nuevo) con las típicas preguntas que te hacen pensar. Cuestiones filosóficas que no me llevaban a ninguna parte. Pero no quería dormirme. El WhatsApp estaba tranquilo. Nadie me mandaba nada. 
Y
yo
no
quería
dormir.

Continuará...





2 comentarios:

  1. Quiero leer mas.
    Esta historia es fantastica.

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    1. Me alegro muchisimo de que te guste :) intentaré acabar el siguiente capitulo mañana aunqe igual lo tengo esta noche. Saludos :) -Angy

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