sábado, 21 de febrero de 2015

Capítulo 13 (56). 72 horas.

¡Hola! Puede parecer raro pero... estoy de vuelta jeje. He estado pensando en cómo continuar la historia y bla bla bla así que aquí estoy de nuevo. Voy a empezar a publicar aquí a partir de ahora y bueno espero que no se os haya hecho larga la espera... Solo quiero que sepáis que la historia ya no está a la deriva y tengo muchas ganas de continuar. ¡Muchos besos y espero que te guste el nuevo capítulo!
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El yogur helado ya formaba parte de mi cuerpo. Creo que si me hubieran hecho un análisis de sangre habrían encontrado mucho yogur helado. Era lo que más había comido en días y mis padres se estaban empezando a preocupar seriamente. Nadie sabía por qué estaba así, por qué había dejado de hablar con mis amigos, por qué sólo veía series y películas en el sofá comiendo yogur helado. Pero era normal, o al menos yo lo sabía.

Había dejado de hacer muchas cosas, pero no era para siempre. Era solo temporal, pero había tomado una decisión y, por una vez en mi alocada vida, había decidido cumplir mi palabra a rajatabla. Habían pasado varios días ya... Anaís, Alex y Alberto habían intentado hablar conmigo muchas veces pero les había pedido por favor que me dejaran, que necesitaba tiempo. Ellos también estaban preocupados y yo lo sabía pero iba a cumplir mi palabra. Había jurado no meter la pata hasta que llegara el día. Quedaban 72 horas. ¿Qué mejor manera de no meter la pata que no haciendo nada? Total, podía aguantar tres días. Comparado con el tiempo que llevaba así no era nada. Casi no me lo podía creer, quedaban 72 horas. Setenta y dos horas para ir a Vizcaya.

Me levanté del sofá para ir al baño. Una vez allí me di cuenta de lo deprimida que estaba, de lo aburrida que se había vuelto mi vida. Si hubiera querido, habría tenido a mis amigos en mi casa con una llamada pero la cosa es que todo había cambiado y lo menos que me apetecía hacer era estar con mis amigos. Me miré al espejo y me lavé la cara. Habían pasado muchos días ya. No salía por la noche, no hablaba con nadie... Normal que se estuvieran preocupando mis padres. Aunque ellos no notaban el cambio respecto a lo de salir de noche ya que ellos ni siquiera sabían que salía.

Volví al sofá que ya tenía la forma de mi cuerpo y me dejé caer. Cansada de no hacer nada. Cogí el yogur pero no quería más así que fui a guardarlo. Volví a dejarme caer en el sofá y puse la tele. Hacía unos días, a esas horas, habría estado probablemente con Adrián. La cosa es que ya no tenía nada que hacer con él. Todo había terminado y ya daba igual, formaba parte del pasado y no se volvería a repetir. No quería volver a verlo, ni saber nada de él. Y tampoco quería tener una relación con alguien mayor que yo. No. Mi cabeza no podía más.

La cosa con Adrián terminó rápido. La mañana después de bajar juntos al NMB algo se apoderó de mí. De repente pensé en Jon y en lo que había pasado. Me di cuenta de que yo estaba saliendo con él, de que nuestra relación no había terminado en ningún momento y de que todavía no sabía por qué no me contestaba. Jon. Cada vez que su nombre sonaba en mi cabeza, imágenes del verano pasado venían a mi mente en forma de un vago recuerdo. Nunca había dejado de quererle y nunca lo había dejado, de hecho, así que me levanté de la cama. Adrián se levantó poco después y entonces fue cuando destrocé la mañana. En pocas palabras; lo dejé. Primero, no le dejé besarme, después le dije que aquel chico del cual le había hablado seguía siendo mi novio, él empezó a ponerse tenso y yo le expliqué que había cometido un tremendo error. Entonces, él dijo que no, que él había cometido el error por salir conmigo y se metió en el tema de la edad. Discutimos durante mucho rato y finalmente me fui de su casa muy enfadada y gritando. Ni siquiera lo sentí.

Ni siquiera lloré.

Recuerdo que llegué a mi casa y entré por la puerta como si nada y mi madre me dijo que pensaba que estaba durmiendo. Le pedí perdón por irme supuestamente pronto y sin avisar y le dije que me había ido a dar una vuelta. Releí uno de mis libros favoritos y de repente algo pasó, Recibí un WhatsApp de un número desconocido y pensé que podía ser Marco por todo el rollo que tenía con Alex pero no, para nada. Resultó ser el pesado de Enrique al cual bloqueé porque estaba harta de él y no tenía ganas de hablar con él para oír lo mismo de siempre.

Fue entonces cuando me di cuenta de que acababa de dejar a un chico por el cual había sentido muchas cosas. Pero fue también entonces cuando me di cuenta de que no estaba enamorada de él ni mucho menos. Me encontraba sola, me pilló desprevenida... Tenía miedo de perderlo como pensaba haber perdido a Jon pero la cosa es que no había perdido a Jon por lo que no le necesitaba. Y, como siempre, todo se reducía a Jon.

Momentos del verano pasado habían venido a mi memoria, como la primera vez que lo vi o el numerito que monté delante de Unai cuando me caí corriendo y Jon vino a ayudarme. O como aquella fiesta en la playa, de noche... Como nuestra primera vez... En ese momento, saber que quedaban pocos días para ir me aliviaba bastante. Aunque tenía miedo de lo que podría encontrar. ¿Y si Jon estaba con otra? ¿Y si mis sospechas eran ciertas? Pero, ¿y si no? ¿Y si había pasado algo?

Y así es como juré a mí misma no hacer nada. No buscarme problemas con mis amigos, no conocer gente, no meter la pata. Así es como decidí ver películas todas las tardes.

Me puse "El corredor del laberinto" porque tenía muchas ganas de verla y así se pasó la tarde. Otra tarde.

Y así estaba mi vida...

Bloqueada.


Cuando terminé de ver la película me fui a dormir inmediatamente. Sin cenar ni nada. Sólo quería que los días pasaran rápido. Rapidísimo.

Continuará...








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