viernes, 20 de junio de 2014

Capítulo 8 (51). Dos no bailan si uno no quiere.

Lo recordaba perfectamente. Todo. Hasta el último detalle.
Hacía unas horas, Alex y yo habíamos estado hablando de algo que me había dejado de piedra. Su hermano mayor, Marco, había estado hablando conmigo anónimamente desde hacía muchísimo tiempo. Se había inventado una personalidad. Me había hecho odiar a Alex; me quería hacer romper con él. Y todo era porque estaba enamorado de mí. Nos conocíamos desde pequeños, pero nunca me imaginé saliendo con él. Con Alex, al contrario, sí, porque éramos de la misma edad. Pero él me sacaba dos años, que aunque no es mucho, bastó para que yo lo viera como un hermano mayor. Y resulta que llevaba enamorado de mí... Pues supongo que desde que me vio salir con Alex y se dio cuenta de que me quería. O yo qué sé.

Habíamos estado hablando de toda la movida que se llevaba con su hermano. Pero una vez más, no me contó su secreto. No quería saberlo. Tan solo quería que ese distanciamiento terminara. Al final, nos habíamos despedido y bueno, ahí estaba yo. En mi casa, mirando por la ventana las vistas de una cálida noche de verano.

¿Y qué se hace en las buenas noches de verano?
Efectivamente. Salir.


Elegí un conjunto normalito.
Una camiseta negra de tirantes con letras doradas que decían "Go on",
unas mallas color beige largas y unos zapatos de tacón negros.
Para complementar un poco me puse unas pulseras doradas
y cogí un bolso de mano (lo que viene a ser un clutch) dorado.

Como siempre, fui al NBM deseando que, por lo menos una noche, pudiera pasarlo bien sin líos ni nada. No quería encontrarme a aquel tipo. ¿Por qué engañarme? No sabía su nombre ni quería saberlo. En cambio, aquel otro chico, Raúl. Él sí era simpático y parecía que quería ser mi amigo, no mi rollo de una noche. Si tenía que ver a alguien, debía ser él.

Llegué y como siempre pasé desapercibida. Los tacones y que solo me quedaba un año para ser mayor de edad ayudaban bastante. Me puse a bailar y, por extraño que parezca, me vino a la mente el momento en el que el chico este, el que no quería ver, el que no conocía, me quitó el sombrero. No lo llevaba aquel día. Justo pusieron canciones que no me gustaban mucho pero que tampoco estaban mal así que decidí quedarme a bailar y a pasármelo bien. Era raro irme siempre por mi cuenta pero llamar a Anaís para salir por la noche no me parecía una buena idea, sinceramente. Querría volver pronto a casa y querría ir por sitios plagados de gente. Querría ir a una cafetería y dar una vuelta. No. A mi me gustaba ir a discotecas, a pubs... Y no sé pero prefería ir sola aunque me daba un poquito de vergüenza a ir con alguien y aburrirme toda la noche. 

Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta de que alguien se puso a bailar conmigo detrás de mí. De hecho, no lo noté hasta que me abrazó y después me tapó los ojos. "No", pensé. "No puede ser él, otra vez no", gritaba mi mente. Tragué saliva y levanté mis manos para tocar las suyas. Claramente eran manos de hombre. Mi corazón empezó a latir a mil por hora y, con un movimiento decidido, despegué sus manos de mi cara y me giré. 

Mi reacción tuvo que ser extraña porque me giré enfadada pero mi expresión cambió al instante. ¡No era él! ¡Era Raúl! Estaba tan contenta que hasta le dediqué una sonrisa y bueno, una conversación. ¡Ah! Y un baile.
-¡Hola! ¿Qué tal? - pregunté.
-¡Hola! Pues muy bien, ¿y tú? - dijo Raúl.
-Bien también, gracias - dije yo.
-Ya tenía ganas de volver a verte. Sobretodo hoy, que todos mis amigos me han dado plantón - dijo riéndose.
-Yo también tenía ganas de verte. Genial, así te tengo para mí sola - dije. Me arrepentí al instante.
-Bien, eh... - dijo él.
-Perdona ha sonado raro. Quería decir que yo también he venido sola - dije riéndome. Él también se rió y el momento incómodo se esfumó.
-¿Quién era aquel tío? - preguntó de repente.
-¿Qué tío? - pregunté extrañada.
-El del otro día. Te estabas yendo y un tío entró y te habló y bueno... Parecías muy molesta - dijo.
-No era nadie... Pero gracias por preocuparte - dije sorprendida de que se hubiera fijado.
-Siento no haber intervenido pero... - empezó a decir.
-Da igual. Mejor así - dije rápidamente. A saber qué hubiera pasado si Raúl se hubiera metido en medio. 
-Pues me alegro de que no te haya hecho nada - dijo.
-Y yo, jaja - dije. Y él también se rió.

Pasaron las horas y nos lo estábamos pasando genial... Pero Raúl recibió una llamada.
-Mierda. Oye, Gema, lo siento pero tengo que irme. Me acaba de llamar mi hermana, le ha pasado una cosa... Y bueno, que tengo que ir a verla, lo siento - dijo. 
-No pasa...  - empecé a decir. Pero él, con un gesto rápido, me dio un beso en la mejilla y salió pitando.
¿Acababa de...darme un beso? Me llevé la mano derecha a la mejilla, justo donde sus labios habían estado hacía segundos, y no pude evitar morderme el labio inferior. Como siempre. 
"Cálmate, Gema. Ha sido un beso de amigos. Además, ya tienes bastante culebrón amoroso, ¿no crees?", me dije a mí misma... Y entonces... Me acordé de Jon.
Ya nada me retenía en el NBM así que cogí mis cosas y caminé hasta la puerta. 

Pero la suerte, seguía sin estar de mi parte.

-¡Hombre! ¿Pero a quién tenemos aquí? - dijo mi amiguito.
- Vaya, voy ha tener que pedir una escolta porque parece que me estás siguiendo - dije seria. Muy seria.
-¿Yo? ¿Siguiéndote? Ni lo sueñes - dijo con un tono de arrogancia que hizo que me entraran arcadas.
-No, si no sueño contigo. Casualmente solo apareces en la vida real. ¿Será por qué no te necesito en mi mundo de ensueño? - dije en tono de burla.
-Vamos, nena, no seas tan cínica. ¿Por qué te portas así conmigo? - dijo pasándome el brazo por los hombros.
-Me porto así contigo porque es lo que te mereces - dije quitándome su brazo de encima y dejando por completo ese juego estúpido.
-Oye - dijo agarrándome del brazo -. Quería... Disculparme por lo que pasó la otra noche.
-Da igual- dije sin más. Aunque importaba, y mucho.
-No, enserio. Vale que seas menor y tal... Pero no debería haberte tratado así - dijo con una mirada triste.
-Mira, de verdad, ya está, lo dejaste claro. Lo nuestro, si es que existe, es imposible y por ello vas a pasar de mí - dije.
-No, no, no. Ni hablar. Mira, al entrar y verte no sabía cómo actuar... - dijo.
-Así que has recurrido a ser un tipo arrogante de mierda - dije interrumpiéndolo.
-Básicamente - dijo él con una sonrisa.
Pero esta, era una sonrisa sincera.
Yo también sonreí y estuvimos un rato mirándonos.
-¿Vamos afuera? - dijo él finalmente.
-No creo que sea buena idea. La última vez que hicimos eso acabé llorando como una niña tonta - dije. Aunque me arrepentí al instante.
-En ese caso... ¿Me concederías un baile? - dijo con una gran sonrisa.
-Bueno... Solo esta canción. Luego me voy - dije devolviéndole la sonrisa.

-Gema... No voy ha negar que... eres distinta - dijo. Y parecía estar hablando con mucha sinceridad.
-¿Distinta? -pregunté.
-Sí... No podía ser que fueras una chica guapa, lista, irresistible y de mi edad. No podía ser. Era imposible que una personalidad tan fuerte como la tuya pudiera acabar conmigo. Siempre me pasa. Algo tiene que estropearlo todo. Estoy harto de que... Joder. De que todas las chicas de las que me enamoro acaben dejándome. No es que sea un mujeriego... Ni un canalla. Es solo que creía que actuando así, atraería a más chicas. No me malinterpretes. Solo quería encontrar a alguien. Yo... - dijo reflejando tristeza con su mirada.
-Shhh... - dije mirñandolo fijamente -. Da igual. Pero que sepas, que es el peor método de ligar del mundo jaja - dije.
Él sonrió.
-Eres increíble - dijo mientras sonreía. Esa sonrisa...
Me mordí el labio.
Y le besé.
-Lo soy - dije sonriéndo.
-Pero... - dijo. ¿Por qué? ¿Tenía que haber un pero? Ya lo había perdonado.
-¿Pero qué?  - dije confundida separándome de él.
-Pero no puede ser... Yo tengo veinticinco... Tú diecisiete... Es una locura - dijo mirando al suelo.
-Pero... Acabas de decir que soy distinta - dije sin poder evitar que mi voz se entrecortara.
-Sí - dijo sin mirarme.
-Y que te has enamorado de mí - dije casi llorando.
-Yo no he dicho... -empezó a decir. Pero le interrumpí.
-¡Lo has dicho! - grité -. No directamente, pero lo has dicho.
-Sí - dijo, aunque esta vez me miró.
-¿Por qué has hecho eso? ¿Por qué? -pregunté ya llorando.
-Perdona, es que... Joder, no puede ser, de verdad. Yo quería disculparme por lo del otro día, no quería... - empezó a decir.
-¡Déjame! No sé qué coño hago bailando contigo - dije cogiendo mis cosas.
-Dos no bailan si uno no quiere - dijo.
-Ya. Pero es que los dos queríamos. Solo que tenías que estropearlo - dije. Y me fui. 

No estaba triste. Ni seguía llorando. 
Lo último que le había dicho era una verdad como una casa; Ambos queríamos estar con el otro. Pero entonces, se le habían cruzado los cables y lo había mandado todo a la mierda. Estaba enfadada. Frustrada, tal vez.
Pero no triste.

Fui hasta casa andando, como siempre, y creo que no dejé de pensar en lo mismo hasta que finalmente me dormí. No podía dejar de pensar en lo que me había dicho.

Y en que estaba enamorado de mí.

Continuará...

(Perdón por no haber subido nada pero me fui de vacaciones. Espero que os guste este capítulo y que me comentéis cualquier cosa. ¡Ah! Y gracias por seguir leyendo mientras no estaba).



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