domingo, 28 de julio de 2013

Capítulo 17. Jon.

"Los problemas te hacen cambiar de actitud y cometes estupideces. Estupidez tras estupidez te haces polvo hasta que te das cuenta de que no merece la pena. El problema es que a mí me tuvieron que ayudar a darme cuenta. Y quien me ayudó, comparte conmigo un problema." Gema.

Tenía los problemas encima. Había dejado de quedar con mis nuevas amigas y sólo pensaba en Alex y Anaís. Así que salí a correr, sin agua,  con la música puesta.

Recorrí la playa de lado a lado. Cada vez corría más. La música sonaba a tope. Me torcí el tobillo pero seguí corriendo cada vez pisando más fuerte. Miraba a los lados, todos eran felices. Empecé a llorar. Tenía sed. Me entró flato pero seguí corriendo, la siguiente canción empezó a sonar. Miré a la derecha y vi a Jon. Tropecé y vino a por mí.

-¿Estás bien? Ha sido una mala caída...- me miró la cara - Venga, no llores, no ha sido para tanto.
-No... No lloro por eso.
-Vaya mierda, mira yo hasta las siete no tengo que estar aquí. Te invito a tomar un zumo.
-No sé ...
-¡Qué idiota! Soy Jon.
-Yo... Yo soy Gema.
Se inclinó para besarme la mejilla. Pude fijarme en el olor de su pelo y me dejó totalmente hipnotizada. Entonces, pude ver sus ojos oscuros del mismo color de su pelo. Marrón y miel. Y su sonrisa me inspiraba confianza. Me cogió la mano y dijo:
-Encantado, Gema.
-Igualmente.
Retiré la mano. Jon notó mi tensión al momento, no hablamos hasta que terminé de beber el zumo.  Me levanté y me falló el tobillo. Me cogió en brazos y me dijo:
-Tranquila, soy socorrista. Te llevo hasta donde está mi compañero y ahí te pongo algo, ¿vale?
-Vale. -Dije. Rodeé su cuello con mis brazos. Todas tenían razón. Pero no sabían algo que yo sí. Y es que es genial tanto por fuera como por dentro. Se fijan en el físico y se pierden todo lo bueno que pueda tener en su interior. Llegué, bueno llegamos, y su amigo estaba con un grupo de chicas, nos vio llegar y vino:
-¡Jon! ¿Otra más? ¡Qué bien te lo montas eh?
Me bajé rápidamente de sus brazos y dije toda roja:
-Tengo novio.
Y para mi sorpresa Jon dijo riendo:
-Y yo también, jaja.
-Es verdad, desde hace unos días, ¿no?
Me quedé sorprendida. Había quedado bastante mal. Entonces su amigo me dijo:
-Bueno, veo que tú no eres de aquí, ¿no?
-No.  No lo soy.
-Bueno pues soy Unai.
-Gema.
Se inclinó para darme dos besos y me fui con Jon a que me curara. Mientras me ponía la venda empezó a reír.
-¿De qué te ríes?
-Nada. Cosas mías...
-Sí hombre, ¿de qué te ríes?
-Pues de cuando has dicho que tienes novio.
-¿Tan gracioso es?
-Sí, jaja.
- Pues no le veo la gracia.
-Pues yo sí. ¡Jajaja!
-¡Estamos hablando!
-Perdona, es que ha sido muy bueno.
-Aa...
-Venga, no te enfades.
-No, si no me enfado.
-Vale. Y dime, ¿quién es tu novio?
-Pues no le conoces porque es de mi ciudad. Se llama Alex.
-¿Y está aquí?
-No. ¿Por?
-Buah, eso no es bueno.
-¿Por qué?
-Seguro que está con otra.
-¡No! No sería tan tonto de volver a perderme.
-¡¿Tiene antecedentes?! Pues no lo dudes.
-Permíteme no dudar.
-Haz lo que quieras pero una chica como tú no debería andar sola por aquí.
-Ni un chico como tú tendría que ser socorrista.
-¿Qué pasa? ¿Te gusto?
-¡No! Está claro que es al revés.
-¿Qué? ¿¡Tú a mí?! No.
Nos quedamos mirándonos y él se abalanzó sobre mí para besarme. Y le dije:
-Para el carro guaperas. ¿Quién te dice que quiero?
-Tus ojos.
Le miré y le dije:
-Pues mis ojos no mienten nunca.
Y le besé. Pero entonces, cuando íbamos a desnudarnos se levantó y me dijo:
-Lo siento, tengo novia.
Y se fue. Levanté la cabeza y grité:
-¡Yo también tengo novio!
Y me dejé caer en la camilla.
Continuará...

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